El Valladolid se hace Real

Victoria contundente de los castellanos sobre el Córdoba, líderes hasta esta jornada, para poner rumbo a la zona noble de la tabla. Del Moral y Marcelo Silva adelantaron a los pucelanos en una primera parte de manual de buen juego y eficacia.

El Valladolid se hace Real
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Por Juan Navarro García

Ya era hora. Por fin. Menos mal. Qué ganas. Todo tipo de retahílas esperanzadas resonaron en Zorrilla cuando, casi frotándose los ojos, vieron cómo el Real Valladolid hacía lo que se le lleva pidiendo más de dos, incluso tres años. Tampoco se le exige demasiado al Pucela, tan solo que juegue al fútbol, aunque a decir verdad esto es lo más complicado del balompié.

La primera parte vivida ante el mismísimo líder de la categoría, el Córdoba, recordó a aquellos albivioletas que Djukic sacaba a jugar en la campaña en la que su equipo gustó, brilló y jugó bien para subir a Primera división. Lejos queda la etapa del serbio en Castilla, es el momento de un Miguel Ángel Portugal al que le ha costado inocular a sus jugadores con la capacidad de dar tres, cuatro ¡incluso cinco! pases sin que el rival la corte.

El conjunto andaluz, actual líder de la categoría, ha marcado parte de la historia reciente pucelana. Contra ellos se dio el primer paso hacia el ascenso con el técnico balcánico en el banquillo, contra ellos Garitano empezó su breve andadura con derrota. Contra ellos comenzó una primera vuelta para olvidar y contra ellos comienza una segunda ronda con, a juzgar por lo primeros 45 minutos de este 24 de enero, mucha ilusión y capacidad de mejora para los del Pisuerga.

Apenas había tenido la afición tiempo para sentarse y lamentar el frío mesetario cuando Manu otorgó su apellido a la parroquia. Del Moral, como si del Alcoyano se tratase, persiguió, buscó y anotó el primer gol de su equipo a los cuatro minutos de juego en un alarde de esperanza tras aprovechar una jugada embarullada de su propia cosecha. Razak recibió el primer tanto como augurio de un Real Valladolid incontestable.

Posesión, aperturas a bandas y solide en retaguardia. Poco más se puede pedir a un conjunto en el que Rubio asemeja tener 20 años y solo tener algún pelillo inocente en la barba, en lugar de un maduro centrocampista de 36 años. Todo energía y toda capitanía la del riojano, secundado por un Leao que ha dado un paso adelante que ya era necesario.

Incluso Mojica, eterno objeto de los juramentos en hebreo del respetable, volvió a recordar a sus mejores tiempos. Profundo, incisivo por estribor y, curiosamente, acertado a balón parado. De una argucia suya, bien acompañada por una barrera de alevines, brotó la segunda diana local. Su disparo de falta se coló entre el muro cordobés y, tras la milagrosa parada de Razak, Marcelo Silva elevó el 2-0 al luminoso.

Pudieron ser más, pues Rodri tuvo en sus botas el tercero gracias a un control de videojuego de Juan Villar, que sigue demostrando que es un insulto a este deporte que tan solo unos meses atrás jugara en Segunda B. Mientras, José Luis Oltra se preguntaba en el banquillo visitante quiénes eran esos de blanco y de violeta, inquilinos de la mitad de la tabla y grandes dominadores de ese tramo del encuentro.

Los verdinegros, en su atuendo propio de visitas a campos rivales, bastante tuvieron con irse así al descanso. Apenas generaron ocasiones sobre el marco de Kepa, seguro en todo momento y bien respaldado por, al fin, una línea defensiva sólida. Cuando Medié Jiménez señaló el rumbo a vestuarios, por vez primera en lo que va de temporada, Zorrilla lamentó que no pudiera seguir disfrutando del fútbol un rato más.

No era difícil que los andaluces mejoraran tras la reanudación, pero de poco sirvió dado que los locales, contra su costumbre, siguieron encadenando minutos de buen fútbol y de dominio. Por primera vez en lo que va de curso, no se diluían los de Portugal, sino que seguían buscando sin miedo el esférico e incluso generando ocasiones, hasta el punto de que el portero africano del Córdoba se erigió como mejor jugador de los suyos, sobre todo tras un paradón en el mano a mano con Villar.

El paso de los minutos siguió devolviendo ilusión a los 8.625 asistentes al feudo vallisoletano, testigos de que su equipo seguía mandando sobre el líder, frustrado en sus intentos de recortar distancias y con una defensa superada ante los ataques locales, especialmente desde las bandas y con Manu del Moral y Rodri desconcertando a la zaga visitante con sus movimientos. Un larguero de Villar y varias acciones del ex del Éibar pudieron sentenciar el encuentro, pero se echó en falta algo de acierto goleador para evitar disgustos y miedos, como los que despejó Kepa con una sensacional parada.

El reconocimiento de la afición hacia el buen partido de los suyos llegó en forma de ovación cuando Rubio dejó su puesto a Tiba. El '18', capitán y emblema del Pucela, fue el artífice de que el juego combinativo al fin llegara al Real Valladolid. Los miedos y la inquietud, siempre sabedora de que cualquier cosa es posible en este deporte y en ese estadio, se temieron lo peor a medida que se sucedieron las ocasiones falladas por los locales, ya fuera por el acierto del guardameta del Córdoba o por el desacierto de los atacantes pucelanos.

Por si acaso, ahí estuvo Kepa para impedir que los andaluces pudieran recortar distancias. Buena actuación del meta vasco, que se une a la ejecutada en Mallorca para rubricar su mejoría bajo palos tras alguna jornada exhibiendo ciertas dudas en portería. En la soleada mañana de domingo, al fin, todo fue de cara para el Valladolid, necesitado de una inyección de confianza y de que se rubricara su apuesta por el buen juego, al fin mostrado más allá que durante tramos aislados de los partidos.

Importante triunfo local, pues enlazan dos encuentros consecutivos con victorias y sin recibir goles, algo fundamental en esta liga para conseguir, de una vez por todas, alcanzar la mitad alta de la tabla y ponerse a tres puntos del playoff. No queda otra que seguir la dinámica y que el Real Valladolid siga demostrando que merece volver a la élite.