El Sevilla se queda en la cruz de la moneda

El equipo hispalense se llevó una injusta goleada en el Sánchez Pizjuán, en un partido donde no acompañó ni el clima, ni la suerte, ni el árbitro. Un partido donde las fuerzas estuvieron muy igualadas y el espectáculo brilló por su ausencia, la pegada culé y el ‘factor Messi’ decidieron el resultado final.

El Sevilla se queda en la cruz de la moneda
Kevin Gameiro, en una ocasión que mandó al palo. (Imagen: Sevilla FC).
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Por Juan Marín

No pudo ser más turbia esta tormentosa noche de domingo para el Sevilla, que, bajo la lluvia, recibió una poderosa goleada de un Barça dinamitador en ataque, pero que hace aguas en defensa. Lo lógico sería decir que el 1-4 que reflejó al final el luminoso viene precedido por un partido con dominio culé, pero, sin ir más lejos, quien tuvo más oportunidades peligrosas fue el equipo local. La suerte, el árbitro y una incómoda tormenta se aliaron para arruinar la noche a Unai Emery y sus hombres.

El primer factor negativo apareció por Nervión sobre las 20 horas; una fuerte tormenta amenazó al partido con la suspensión. Media hora antes de iniciar el encuentro, los encargados del césped dieron el visto bueno al terreno de juego, y nadie vio razones para no disputarlo. A priori, la lluvia, el viento y un césped muy mojado deberían haber perjudicado al Barça, ya que suele ser el equipo con iniciativa en el juego. Nada más lejos de la realidad. El Tata Martino dio la consigna de regalar el balón al Sevilla, y así fue. En muchas de las ocasiones, eran los rojiblancos quienes tenían que hacer rodar el balón en ese encharcado terreno, y de su incomodidad se aprovechó el equipo catalán para matar.

Precisamente, fue el planteamiento culé lo que terminó de desconcertar al Sevilla en el campo. Acostumbrado a defender, y más contra el Barça, Emery no planteó un partido para dominar, y los jugadores demostraron muchos problemas para sacar la pelota jugada. A pesar de todo, los sevillistas se adelantaron en el partido y, después, gozaron de otras muchas ocasiones de peligro, pero sin suerte de cara a portería. Con el paso de los minutos, el equipo se vino abajo, y los de Martino no perdonaron.

La suerte tampoco estuvo con el Sevilla en ningún momento. Si bien es cierto que los hispalenses se adelantaron en el marcador, los culés metieron todas las ocasiones claras que tuvieron. Por su parte, el equipo andaluz tuvo muchas más oportunidades de igualar el partido cuando el resultado era menos abultado, pero, entonces, afloró la gran falta de efectividad que llevan acusando toda la temporada.

Ni siquiera el árbitro, José Antonio Teixeira Vitienes, estuvo de parte local. Con el arbitraje muy señalado desde el partido en el Camp Nou en la primera vuelta, el cántabro tenía la difícil tarea de hacer olvidar a su compañero César Muñíz, aunque no pudo ser así. De entrada, Teixeira tampoco pudo contar con su equipo habitual, ya que dirigió el partido con los asistentes de Gil Manzano, que no pudo arbitrar por lesión. Su decisión más polémica fue el gol del empate, que anotó Alexis Sánchez en un claro fuera de juego; aparte de eso, su forma de arbitrar no gustó a nadie, según Emery, porque “paró demasiadas veces el juego”.

Con todo lo anterior, el único dato absolutamente cierto es que el Sevilla suma ya cinco jornadas consecutivas sin ganar, con tres derrotas en los últimos tres partidos. El rumbo tomado en este 2014 comienza a preocupar a los sectores más críticos, sobre todo porque cada semana que pasa son tres puntos más lejos de Europa. La próxima oportunidad de cortar esta racha negativa tampoco será una prueba fácil: en casa ante un arrollador Valencia.