El broche de oro en el Pizjuán

Tras el recorrido planificado por toda la ciudad, el Sevilla FC culminó su festejo en el Ramón Sánchez Pizjuán donde esperaban unos 25000 sevillistas que quisieron presenciar como la copa volvía a casa.

El broche de oro en el Pizjuán
José Castro junto a Fazio e Ivan Rakitic alzando la copa de la UEFA. (Foto: Sevilla FC)
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Por Cintia Hidalgo

La felicidad que se respiraba ayer en Nervión era inidicio de que algo maravilloso, único e inolvidable estaba pasando. Con bastante tiempo de antelación, fueron muchos los aficionados sevillistas que hicieron cola en los aledaños del Ramón Sánchez Pizjuán para acceder a las gradas y así presenciar como la copa que tanto ha dado al Club y al sevillismo, regresaba de nuevo a la que fuese su casa. Unos 25000 hinchas ocuparon tres de las zonas habilitadas en el estadio para así disfrutar de tan espectacular momento con sus jugadores.

Sin que nadie se lo esperase, la copa de la UEFA Europa League llegaba por aire de la mano de José Castro e Ivan Rakitic. Un helicóptero aterrizó en el centro del campo dejando a todos los presentes boquiabiertos. Pero el trofeo continental ya se encontraba en territorio nervionense.

Uno a uno fueron subiendo al escenario que se encontraba en el césped del Pizjuán todos los jugadores de la plantilla sevillista. Una auténtica familia, así se mostraron los campeones siendo muchos de ellos acompañados por sus hijos. Uno de los más aclamados fue Beto, cuya figura fue muy importante en la victoria de este título conseguido. La afición esperaba a Coke artífice de un cántico que ha hecho suyo y que no tardó en entonar para que la afición le siguiese en ese "¡Qué dolor, qué dolor!". Todo el estadio comienza a botar, sin que nadie se quede atrás. Monchi fue el último en llegar pero con ganas de poner bocabajo el estadio, animando a las gradas a cantar una y otra vez. César Cadaval, así como El Arrebato también estuvieron presentes poniendo colorido a una noche de ensueño.

Antes de que el presidente José Castro junto con Fazio e Ivan Rakitic levantasen la copa en su casa, fue el croata el que quiso dedicar unas emotivas líneas: "No hay palabras para explicar a lo que vivimos. Quiero dar las gracias otra vez a mis compañeros, es un sueño ser capitán de todos vosotros, de este equipo, de esta afición…”. Es entonces cuando César Cadaval pide a gritos que se quede y la afición lo hace a la par. Elogios para el capitán que finalizaba: "No sabéis cómo me llena esto. Seguro que vamos a vivir muchos títulos, juntos vamos a ser siempre fuertes y el Sevilla es lo más grande que hay”.

José Castro se acordó de los sevillistas desplazados a Turín y que tuvieron dificultades en su vuelta, perdiéndose la fiesta que en Sevilla se vivía: “Antes de nada tenemos que recordar a todos esos sevillistas que todavía viajan, que han estado allí en Turín desgañitándose, ayudando al equipo a conseguir el objetivo. Tenemos que entender que sin ellos el Sevilla FC nunca hubiera ganado este trofeo”. 

Bajan los jugadores al césped para hacer un paseo, hasta que llegan a la grada de Gol Norte y es ahí donde reluce la magia, se improvisa y se disfruta. Rakitic colocó la copa  casi en la línea de fondo y todo el plantel se lanzó en carrera hacia ella de la mano.

Poco después, la genialidad de Coke, Fazio y MBia de recrear el gol de la semifinal de copa en Valencia, desató la locura en los allí presentes. Todo el estadio vitoreaba a MBia quien más tarde se atrevió a dar capotazos, cual torero, con una bandera sevillista. Mientras Iborra levantaba en hombros a Varas que hacía gestos de cariño hacia la grada desde la que él un día también animó a su Club.

Volviendo a las recreaciones, esta vez lo hicieron con el penalti de Gameiro que otorgó la copa al Sevilla, mientras Coke con el micro animaba a todo el estadio. Un Carriço desatado y eufórico subía y bajaba la copa ante el personal. 

Todos en coro en el centro del campo entonaban el himno del Centenario que comenzaba El Arrebato. Una sola voz, y miles de almas unidas en familia en el Sánchez Pizjuán. Todo el estadio moviendo sus banderas, éxtasis en las gradas, emoción en el césped. Una fiesta que parecía no acabar, protagonistas que no se cansaban de disfrutar y mucho derroche de alegría fue lo que anoche se vivió en Sevilla, lo que el Club nervionense hizo que sus aficionados grabasen en sus retinas.