A la altura de los grandes de Europa

El Sevilla ha dado un paso hacia adelante y no uno cualquiera, ha dado un salto hacia el Olimpo de los campeones, allí donde se lucha de poder a poder con los más fuertes, como en Tbilisi frente al FC Barcelona.

A la altura de los grandes de Europa
Imagen: Sevilla FC
vavel
Por VAVEL

Sobre el papel, el favorito estaba claro, el FC Barcelona. Por muchos motivos, por el hecho de haberlo ganado todo en cuanto a torneos se refiere y poder igualar el sextete de Guardiola, por las bajas en defensa del Sevilla ( Krychowiak y Coke tuvieron que actuar de centrales acompañando a un Rami aquejado de salmonelosis) y por la vuelta a los "ruedos" de Leo Messi, que lo hizo mejor que nunca o como casi siempre, la semana anterior frente a la Roma en el Gamper. Mientras que en el FC Barcelona, el único apunte negativo en sus filas, era la baja de Neymar de última hora, el resto de la plantilla a la entera disposición de Luis Enrique, salvo la ya consabida baja de Jordi Alba en el lateral izquierdo.

Pero sobre el terreno de juego... Y enfrentándote al Sevilla en una final, puede pasar de todo y así fue. Este Sevilla está acostumbrado a jugar finales, a disputarlas y en repetidas ocasiones a ganarlas y así lo demostró en Tbilisi, en la Supercopa de Europa.

El partido arrancó frenético y con ritmo, tanto, que a los tres minutos, Banega de forma magistral materializaba la falta al borde del área cometida sobre José Antonio Reyes, muy activo durante todo el partido. Esto sirvió para despertar a la bestia, al indomable Lionel Messi, que simuló a su compatriota hasta en dos ocasiones para poner por delante al FC Barcelona en apenas quince minutos. Sus lanzamientos, su golpeo al esférico es sensacional, comparable con el mismísimo Maradona o quien sabe si este último ya ha sido superado por Leo. Por contra, poco o nada pudo hacer Beto, sobre todo en el segundo, imparable. El partido tenía su nombre, el control y la creación de las jugadas también. El Sevilla estaba crítico y no se encontraba en el terreno de juego, mientras que el Barcelona ponía la puntilla (supuestamente) a la final en la primera parte, en el 43 ' , la novedad (Rafinha) del once en detrimento de Pedrito ponía tierra de por medio e instalaba el tres a uno en el marcador. La final parecía haber llegado a su fin.

Tras el descanso

El desenlace parecía estar escrito y más aún cuando en la reanudación, a los siete minutos de la segunda parte, Trémoulinas se equivoca y regala un balón a Busquets, que este aprovecha para servir a Luis Suárez y dejarle mano a mano con Beto. Era el final de los finales, cuatro a uno y aún quedaba casi toda la segunda parte la conclusión del encuentro. Pero el Sevilla, lejos de aminorarse, teniendo todas las de perder, empezó a soltarse y a reactivarse, el fútbol rápido y de "salón" del utrerano empezaba a asomarse de nuevo y en un robo y contra lanzada por Vitolo, el Sevilla acortaba distancias en el marcador, corría el minuto 57. Había tiempo y más para un equipo que ante situaciones adversar se crece y que a coraje, no le gana nadie.

El Barcelona tenía el control pero no era total mientras que los de Unai, siempre comandados y dirigidos por Banega, empezaban a hilar jugadas de mayor peligro y creación. Vitolo y su zancada comenzaba a soltarse, Gameiro también empezaba a asomar por las inmediaciones del área de Ter Steagen y entre tantas... penalti de Mathieu sobre Vitolo y Gameiro que lo transforma. Minuto 72, cuatro a tres y el fichaje estrella del Sevilla recién ingresado en el terreno de juego, había final.

Unai acertado

La tranquilidad del Barcelona había desaparecido, el Sevilla empujaba y mucho, se encontraban a un solo gol empate, Unai afortunado en los cambios, sacando a Mariano Ferreira (para ganar profundidad en banda derecha) por Iborra y desplazando a Krychowiak a su posición natural, ganando terreno al centro del campo barcelonista, mientras el chico multiusos (Coke) se situaba de central junto a Rami. También realizó el tercero, el técnico vasco quería morir de pie y sacó al italiano Inmobile para darle frescura a la delantera. Minuto y medio más tarde, este y Konoplyanka fabricaban la jugaba que iba a suponer la igualada en la final. Sí, nunca se rinden, sea quien sea el rival.

El Barcelona estaba contra las cuerdas y le habían remontado un 4-1, pero el esfuerzo del partido se reflejaban en las piernas de ambos equipos y esto sumado al miedo a perder, hizo que se llegase al pitido del tiempo reglamentario con el empate. Habría prórroga.

Sin premio por la remontada

En la prórroga hubo ocasiones por parte de ambos equipos, sobre todo por parte de los andaluces que primero por mediación de Coke peinando un balón de espaldas que se marchaba por muy poco y después, a través del francés Rami, a bocajarro, a pocos minutos del final y con el Sevilla ya por detrás en el marcador, pero no pudo ser. Si sería la noche de Pedro, mejor dicho "Don Pedro", aquel canario pequeño y ligero que catapultó al Barcelona de Guardiola y  que aún con su futuro en entredicho y saliendo desde el banquillo, le dió al FC Barcelona su quinta Supercopa de Europa tras un rechace de Beto a tiro de Messi, a cuatro minutos del final. 

Este partido puede calificarse como una de las mejores finales de Supercopa de la historia y no por un único motivo. El primero, ser la tercera vez en que se enfrentan dos equipos del mismo país y uno de esos equipos repita en las tres, como es el caso del Sevilla. Segundo, haber visto al que seguramente sea el mejor jugador de todos los tiempos en estado puro y por si fuera poco y en tercer lugar y no menos importante, admirar y tener el privilegio de ver luchar a un equipo con la casta, el coraje y la entrega con la que lo hace este Sevilla, sí, ese que nunca se rinde.