Después de lo mucho que se ha escrito sobre el ascenso a Primera División, Abelardo se ponía como objetivo algo aún más complicado: mantener al Real Sporting de Gijón en la máxima categoría con un equipo que poco distaba del de la temporada anterior. La moneda se daba la vuelta y todo lo que había transcurrido como un paseo lleno de alegrías se tornaba en sufrimiento.

No es lo mismo hacerse cargo de un conjunto que deslumbra en Segunda y que apenas pierde, que tomar las riendas de un equipo sufridor del que pocos dan algo por su permanencia en el Olimpo. Pero una vez más, Abelardo ha conseguido asombrar a propios y extraños sin perder esa pizca de suerte que se esconde tras el “sí se puede”.

En este año Abelardo ha conseguido que los guajes crezcan un poco. La plantilla ha sabido hacer frente a las adversidades y conseguir, pese a todo, el objetivo a golpe de madurez. No hay que olvidar que el proyecto del Pitu con el Sporting se entendía como un trabajo a largo plazo por el que se daban de 3 a 4 años para lograr el ascenso y que, por tanto, se han visto obligados a duplicar el ritmo del proyecto.

Haciendo un repaso de lo que nos ha dejado el año de Abelardo seguramente hay que destacar un momento que queda en la memoria de muchos: el día del Granada. La importancia y repercusión que tuvieron sus encendidas declaraciones dando un golpe sobre la mesa y exigiendo el respeto que se le presupone a un equipo de la talla del Sporting sitúo, nuevamente, al entrenador en el punto de mira de los medios de comunicación. Su enfado representaba al de su afición y es que Abelardo por encima de todo es sportinguista. Y es el sentimiento rojiblanco lo que le ha llevado a sobrevivir a golpe de infarto las 38 finales vividas.

Lo que le pide Abelardo a la siguiente temporada es estabilidad y conseguir que el Sporting se mantengan para siempre en la categoría que le pertenece. De momento, su idilio con el equipo asturiano parece que va para largo porque como indica el propio técnico: “El Sporting colma mis aspiraciones, estaría aquí muchos años, incluso aunque yo no fuera el entrenador”.