La ciudad de San Fernando contuvo la respiración al atardecer de aquel caluroso día de finales de mayo de 2010. Dos mil personas abarrotaban la coqueta tribuna del Municipal isleño de Sacramento, superando incluso el aforo permitido. Ningún aficionado al fútbol en La Real Isla de León se quería perder el primer ascenso del renacido San Fernando CD. Una afición que había sufrido lo indecible hasta el punto de ver morir a su club, se agarraba en ese momento a la ilusión de un nuevo proyecto que no tenía otro objetivo que volver inmediatamente a Tercera División.
Sin embargo, la entidad cañaílla no lo iba a tener fácil. Y todo por culpa de un Utrera peleón, orgulloso y cargado también de sueños. Los sevillanos, con estas armas, golearon al San Fernando en la ida de la eliminatoria de subcampeones. 4-2 fue el resultado de un hermoso duelo bajo un sol abrasadoramente sevillano. En las gradas, eso poco importaba. Hasta nueve autobuses azulinos se desplazaron para crear, junto a la hinchada utrerana, un ambiente de otra categoría.
Algo similar a lo que ocurrió justo una semana después. La demanda de entradas por parte visitante obligó al Ayuntamiento de San Fernando a instalar gradas supletorias en uno de los fondos. Dos goles nada más comenzar el encuentro decantaban la eliminatoria en favor de los azulinos. Sin embargo, el Utrera supo reaccionar y marcó en el inicio del segundo acto aprovechando que el cuadro local se había quedado con un hombre menos. Y, por si fuera poco, el San Fernando tendría que echar mano de un arquero juvenil para una recta final de auténtico infarto.
El San Fernando tiró de casta para volcarse en busca del milagro. Fue en el 96’ cuando el fútbol le regaló a la Marea Azulina un ascenso único, probablemente irrepetible e inolvidable por sus circunstancias. Un balón dividido acabó con el esférico botando en el pico del área grande utrerana. A Canito, actual director deportivo azulino, se le iluminaron los ojos. Era en ese momento, en ese instante. No había vuelta atrás. Su pierna derecha estaba cargada de sueños, de ilusiones, de esperanzas.
Sí, aquella volea entró. El San Fernando ascendió ese día a Tercera, justo una temporada después de su resurrección y poco tardó en fijar sus miras en puntos mucho más altos. Concretamente en Segunda B, categoría que alcanzó en 2012. Precisamente ese año, el equipo de un novel Masegosa lo concluía en puestos de playoffs de ascenso a Segunda División. Buena parte de culpa la tenía un Ñoño en estado de gracia que, incluso, llamaba la atención de varios clubes importantes del panorama nacional. Sin embargo, en el mes de febrero, a escasos tres meses del fin del curso, el extremo azulino sufría una escalofriante entrada que le dejaría hasta octubre en el dique seco.
El diamante y el guardián
Para cualquier equipo, esta noticia hubiera significado el fin de cualquier sueño. El fin a la posibilidad de jugar la fase de ascenso a la Liga Adelante al no disponer de un recambio a la altura. Pero, circunstancias del fútbol, emergió la figura de Álvaro García, canterano del CD Utrera. Canito se fijó en el utrerano y lo convenció para fichar por el SFCD en la última semana de enero. Parecía predestinado a ser el claro protagonista del último tercio del campeonato.
Lo fue. Gracias a él, la ausencia de Ñoño dolió menos. Sus grandes cualidades sorprendieron a propios y extraños. Sobre todo porque apenas era un crío que, sin ir más lejos, tenía que recorrer a diario en tren la distancia que separa Utrera de San Fernando. Cuando la entidad presidida por Daniel Luna quiso revisar su compromiso con el jugador, ya era demasiado tarde. Álvaro finalizó la temporada con un San Fernando que se quedó a las puertas de los playoffs y se marchó al Granada CF.
En agosto de 2013, un trimestre después de su último encuentro con la elástica azulina y cuando se cumplían ocho meses desde su salida del CD Utrera, Álvaro debutaba en Primera en El Sadar de Pamplona.
El resto, ya es sabido. El extremo cuajó una gran temporada en el Racing aunque no pudo evitar el descenso de los cántabros a Segunda B y este mismo verano llegaba, todavía perteneciendo al Granada, al Ramón de Carranza. Precisamente, en su presentación con el Cádiz, recordó y afirmó que su etapa en San Fernando fue muy bonita y le sirvió de trampolín para conseguir todo lo que vino después. Sin duda, una estrella fugaz, un diamante muy querido tanto en Bahía Sur como en el San Juan Bosco.
Para dar más morbo al Utrera - San Fernando de este domingo, el cuadro isleño decidió reforzar su portería con Fran, el cancerbero que encajó hace cinco años la volea de Canito, que curiosamente fue el responsable de la contratación del guardameta.
El portero utrerano está ya curtido en mil batallas en el Grupo X de Tercera División, tras su paso por Mairena, Conil y Sanluqueño y vuelve a su localidad en circunstancias inmejorables: siendo titular en un aspirante al ascenso que estrenará liderato el próximo domingo.
Fran: "Tengo muchos amigos en el Utrera, pero el domingo iré a muerte a por la victoria"
VAVEL contactó con el arquero, que se muestra ilusionado con el partido del domingo: “Me alegré muchísimo del ascenso del Utrera a Tercera. Guardo muchos amigos allí y grandes recuerdos, aunque ahora soy del San Fernando y el domingo saltaré al césped con la única idea de conseguir la tercera victoria consecutiva”.
El Utrera - San Fernando de esta tercera jornada del Grupo X deja claro que un lustro de fútbol da para mucho. Para muchísimo. ¿Quién le iba a decir a los protagonistas de aquella volea que un día se encontrarían luchando por un mismo objetivo? Que aquello fue el comienzo de un meteórico ascenso del San Fernando hasta codearse con los grandes de Segunda B. Y que, a su vez, la trayectoria de un utrerano se dispararía tras militar en el conjunto azulino.
Todo fue por un gol. ¡Vaya gol!