Gélida noche en el coliseo blanquinegro. Las sensaciones tras la victoria ante el Real Madrid eran positivas. La dinámica también. Sin embargo la meteorología y el ánimo del equipo pintaron un panorama frío. Tanto que casi acaba con una eliminatoria copera en jaque. El Espanyol supo jugar sus cartas y dominó los tiempos. Pese al gol inicial de los locales supieron mantener la calma y aumentar el nivel hasta pillar desprevenido a su rival. Objetido conseguido. No irse con el casillero a cero. Negredo desde los once metros salió al rescate de su equipo evitando un mal mayor.

Inmerecido premio che al descanso

El conjunto local se encontró un regalo. Y es así puesto que no mereció dicha presea en comparación al esfuerzo realizado. Desde el primer momento economizaron esfuerzos, pero nuevamente, marcaron pronto y diluyó el juego catalán durante una fase del encuentro.

A los once minutos llegaría la gota de magia a Mestalla.  Cancelo desbordaba por banda. Su centro era rechazado por la zaga blanquiazul. En el corazón del área, Gayà, con el temple de los maestros anotadores, recortaba a su par para enviar con la pierna derecha el balón a la red de Pau.

A partir de ahí empezó a sentirse el monólogo españolista. Si bien es cierto, estos no convirtieron el dominio del choque en tangibles. Simplemente maniataron a los blanquinegros en ataque y limitaron su ofensiva a envíos largos y al balón parado.

El partido llega al intermedio raro. Frío. Como la velada de miércoles en el coliseo valencianista. Y con la sensación de que muchos jugadores no estaban aprovechando su titularidad. 

A menor intensidad… gol visitante

El Valencia quiso cambiar la cara tras la reanudación. Cerrar el partido se antojaba vital para evitar sustos. Pero el esfuerzo inicial fue efervescente. Y además tampoco evitó, no un susto, sino la glaciación total. Al menos de manera parcial. El equipo estuvo desaparecido. Falto de garra. Y sin ella, este Valencia pierde todo sentido. Como Romeo sin Julieta.

El equipo de Sergio González se lo creyó. Se vinieron arriba. Encendidos buscaron en empate. Aunque de menos a más. El Valencia mientras se limitó a verlas venir. Y es que se veía venir el tanto visitante.

Yoel salvó el gol minutos antes de que este llegara con una espléndida parada. Sin embargo minutos más tarde no pudo hacer nada ante el goleador uruguayo. Stuani recibió en el área, dejó sentado al defensor y batió con suavidad a Yoel. 

Nuno movió ficha, pero la ‘bomba’ ya estaba en el campo

El técnico valencianista viendo el panorama tuvo que revolucionar a sus pupilos. ¿Cómo? Con cambios. Nuno metió a los titulares, aquellos que debían descansar. Pero las urgencias eran las que eran. Y un empate daba la ventaja a los ‘pericos’. Alcácer, Barragán y André Gomes ingresaron en el terreno de juego.

La estufa valencianista empezó a funcionar y calentó el ambiente. Y es que el tanto del Espanyol sentó como una helada al ambiente y a su rival. Pero apareció Negredo. Él fue el artífice del último arreón local. El ariete marró dos ocasiones claras delante de Pau. Pero los refranes no se dicen por gusto, y no fue la excepción. A la tercera iría la vencida. Un penalti inocente a cinco minutos del final daría vida a los ches. Negredo no perdonó y dejaba el 2-1, a la postre, definitivo. Los instantes finales el partido perdió todo el orden. Unos querían recuperar ese valioso empate, y los otros sentenciar la contienda. Lo cierto es que el peligro no llegó y Barcelona espera una vuelta con la eliminatoria abierta.