Thiago y España reinan en Tierra Santa

Los 3 goles del centrocampista en la primera mitad dieron ventaja a los de Lopetegui, que se marcharon con un 1-3 al descanso. Italia apenas gozó de oportunidades, pero difícilmente las pudo haber aprovechado mejor. La superioridad española se afianzó con el tanto de Isco, que completaba la goleada. A falta de 5 minutos Borini recortó distancias para dejar el marcador final en 2-4. España logra su cuarto título y acecha los 5 de Italia.

Thiago y España reinan en Tierra Santa
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Por Ignacio Paramio

España e Italia, España e Italia. Antes de empezar el campeonato todos los focos se fijaban en estas dos selecciones. Ambas eran las grandes favoritas para alzar el título, y cumplieron con las previsiones. Se presentaban en Jerusalén los equipos con más títulos, con la sensación de que si ambos ofrecían lo mejor de sí, el espectáculo podría ser histórico.

El cartel de favorito lo portaban los de Lopetegui, no sólo por no haber concedido ni un solo gol durante el torneo, sino porque la superioridad respecto a sus rivales había sido manifiesta. Pero Devis Mangia ya lo advirtió horas antes: “Las misiones imposibles a veces se pueden llevar a cabo”. Y si alguien podía hacerlo eran sus chavales. Las cifras así lo reflejaban: los azzurrini sólo habían concedido un empate, que nació de un penalti frente a Noruega, la única ocasión en la que Bardi tuvo que sacar el balón del interior de su portería.

No había pasado el primer minuto, e Isco ya había aparecido en 2 posiciones distintas. No dejaría de hacerlo en todo el partido. Sufría Italia, porque Verratti brillaba por su ausencia, y ni siquiera Insigne conseguía que sus compañeros salieran superasen la línea medular. Delante, un equipo que llevaba la iniciativa y controlaba plenamente el ritmo del partido. No tardó en llegar entonces el primer tanto. Morata se libró del marcaje de varios rivales con un amago y puso un balón al punto de penalti. Allí apareció Thiago, que sin la oposición de Caldirola (acudió al primer palo siguiendo la estela de Bianchetti) transformaba el primero de la noche. El gol más rápido de la competición en el momento idóneo.

Aún se estaba esperando a que Italia se desperezase y entrase en el partido y ya se encontraban un gol por debajo. Sin embargo, España descubrió rápidamente que el rival al que se enfrentaba no se parecía a ninguno de los anteriores en este campeonato. Lo pudo ver cuando Donati envió un balón a la espalda de Iñigo Martínez desde su propio campo, que pinchó Immobile ya en el área de De Gea y convirtió en el 1-1 superando por arriba al meta del Manchester United.

Volvía el empate al marcador, pero el guión continuaba siendo el mismo. Los chicos de Lopetegui conservaban la posesión constantemente, mientras que los italianos trataban de cerrar espacios y salir rápidamente al contraataque. Apenas pisaban el área de De Gea, pero cada vez que esto ocurría obligaban a De Gea a esforzarse al máximo. El rival era sin duda tan duro de batir como abrumador el dominio de los españoles. Porque si Morata era un dolor de cabeza constante para la zaga azzurra, el canterano madridista encontró en Bardi la horma de su zapato.

Italia se mostraba sólida, pero los errores generalmente se pagan caros, y ante un equipo como éste más aún. Volvió a fallar por arriba Caldirola, como en el primer gol, y su error lo aprovechó otra vez Thiago. Esta vez, el capitán controló el balón con el pecho y batió a Bardi, que apunto estuvo de obrar un nuevo milagro. También estuvo cerca en el tercero, donde Thiago completó su hat-trick en menos de 45 minutos, desde el punto de penalti. Italia se negaba a darse por vencida, pero la superioridad era demasiado clara y el marcador lo reflejaba con justicia. Intentaron adelantar las líneas los de Mangia para acortar distancias antes del descanso, pero la inhabilitación de Verratti por el centro del campo español reducía las opciones de los italianos a alguna aparición esporádica de Insigne, Immobile o Florenzi.

Sí consiguió hacerlo tras el descanso. España tuvo que ceder terreno en favor de un conjunto que buscaba el gol con más fe que posibilidades reales. Porque Verratti seguía sin aparecer, y era Rossi quien tenía que organizar el ataque de su equipo. Además, tanto Morata como Tello aprovechaban los espacios para correr a la espalda de la defensa. Los italianos sufrían corriendo hacia atrás, y se demostró cuando Regini no pudo hacer otra cosa que derribar a Montoya, tras un quiebro del lateral del Barcelona dentro del área. Esta vez no sería Thiago, sino Isco, el encargado de batir a un Bardi que ni mucho menos mereció recibir 4 goles en función a la labor que estaba realizando. El malagueño cerraba así un torneo casi perfecto, que ha dado pie a debatir si en realidad tendría que haber estado en Brasil y no en Israel.

Quedaban más de 25 minutos, Mangia miraba al cielo y suspiraba, tratando de encontrar consuelo en el cielo de Jerusalén. Sus pupilos se habían mostrado sólidos, pero como hace un año en Ucrania, las diferencias entre España e Italia volvieron a quedar claras. Sin duda alguna, tanto el conjunto que dirige Cesare Prandelli como el de Mangia dan muestra del camino que está tomando la selección azzurra, algo que le permite ser mejor que sus rivales. Sin embargo aún no es suficiente para destronar a España.

Hubo tiempo todavía para que Borini recortase distancias y dejar el marcador en el definitivo 2-4, con la esperanza de lograr el más difícil todavía. No fue así, Thiago, en su último partido en las categorías inferiores de la selección, levantaba la copa acordándose de Sergio Canales y afianzaba la sensación de que si el futuro de la selección española puede ser igual o mejor que el presente, se debe a que las nuevas generaciones se muestran tan imponentes sobre el césped como los hombres de Vicente Del Bosque. El tiempo dirá si la hegemonía se mantiene.