Ribéry y su quimera

La carrera y la vida de Franck Ribéry ha sido una auténtica montaña rusa, su quimérico rostro es fiel reflejo de una turbulenta travesía vital adornada por el grandioso talento de una pierna diestra maquiavélica más la rebeldía de un chico que moldeado en el suburbio parece haber encontrado por fin la serenidad.

Ribéry y su quimera
Foto: EFE
pivarnic
Por Mariano Jesús Camacho

Por los campos de la vieja Europa un quebrador de cinturas cambia el ritmo y revienta defensas para disfrazarse de vendaval llevándose por delante a dos jugadores de otro planeta que compiten frenéticamente y juegan a otra cosa. En ese deporte en el que la suma de las individualidades no sería nada sin la unidad del colectivo, suelen existir excepciones sobre las que recae la mayor parte del peso diferenciador del equipo y el caso que nos ocupa es uno de ellos. La suya es sin duda una historia singular porque en la montaña rusa de su carrera y su vida, ha logrado acumular idéntica suma de adeptos y detractores que no albergan una sola duda respecto a que estamos ante un excepcional jugador. Un grandioso futbolista en frasco pequeño que ha insertado su nombre entre la voracidad ganadora de Cristiano y Messi, una quimera que se les ha colado y ha dejado cicatriz logrando lo que consiguió Iniesta y ninguno de nosotros hubiéramos imaginado una vez más: derrotar merecidamente en una votación al diez del Barcelona y al siete del Real Madrid.

Y esa figura quimérica surgida de ‘la banlieue’ es Franck Ribéry, aquel que a la edad de dos años y cuando viajaba junto a su padre sufrió un grave accidente de tráfico, en el que salió disparado por el parabrisas del vehículo. Un impacto que le provocó las cicatrices que ocupan gran parte de su cara, herida que no solo dejó secuelas físicas evidentes, sino que marcó su infancia y adolescencia. El pequeño Franck era objeto de las burlas de los demás (le llamaban Quasimodo) y el surco de aquel traumático suceso endureció una personalidad rebelde y difícilmente controlable en aquellos años de infancia y adolescencia.

Se escapaba frecuentemente del internado para jugar al fútbol, Franck solo era feliz usando esa diestra de oro pateadora de suburbios. Ribéry más que un producto puede considerarse un rechazo del prolífico sistema de cantera de los grandes clubes franceses. Como muchos de sus compañeros de selección, Ribéry es la banlieue, la periferia de la ciudad, su escasez, su verdad y su escalada de violencia. Nadie podía negar el talento de aquel chaval, pero su conflictividad le llevaba a ser expulsado y desestimado por las secciones inferiores de los clubes del fútbol francés. En 1999, a los 16 años fue expulsado de la academia de Lille por no cumplir con los estudios y verse envuelto en peleas con compañeros. Tras abandonar los estudios se dispuso a enfrentar un futuro trabajando como peón albañil.

Aunque tenía un don natural para el fútbol no encontraba la estabilidad necesaria para sacar partido a ese potencial que portaba desde que nació. Finalmente pudo hacerlo compartiendo sueños con Wahiba, una chica que conoció a la edad de 15 años. No se concibe la vida de Franck sin la crucial influencia de Wahiba Belhlami, aquella joven que conoció en el popular barrio obrero de Boulogne-sur-Mer de la región minera del norte de Francia en la que ambos vivían. Wahiba le vio correr por el límite, pero constituyó uno de los frenos para que no diera un paso más y se arrojara por el precipicio; junto a la pelota y el Islam fue su auténtica tabla de salvación.

Tuvo un breve paso por el  Boulogne (2001-02) y el Olympique Alès (2002-03), luego en la temporada 2003-04, Ribéry firmó por el Stade Brestois de la Tercera francesa. A la estación de Brest llegó un joven perdido y acuciado por las deudas, pero agarrado del brazo de Wahiba. Michel Jestin, el presidente por aquella época le ayudó y Francky encontró la estabilidad necesaria para brillar y bombardear con sus ya clásicas bromas pesadas a sus compañeros.

Ribéry dio el saltó al Metz de la Primera División gala, donde comenzó a dejar los primeros destellos de su gran clase. En unas pocas semanas se convirtió en la revelación de la Ligue 1, pero Franck no acababa de encontrar su lugar en el mundo; esa naturaleza pendenciera y su tendencia a meterse en líos le volvieron a pasar factura. Por otra parte el dinero del Galatasaray turco llamó su puerta, y ésta siempre estuvo abierta para los asuntos monetarios independientemente del amor a los colores y la duración de los contratos. Su marcha del Metz decepcionó a muchos que le comenzaban a adoptar como ídolo, generando un desencanto y una animadversión en los aficionados alsacianos que aún se recuerda.

En el Galatasaray consiguió su primer título como profesional, después de lograr la Copa de Turquía en 2005. Su breve paso por el Galatasaray le marcó profundamente, aunque su estancia en Turquía estuvo salpicada por algún que otro incidente, algo cambió en la montaña rusa de sus emociones. Ribéry que creció rodeado de musulmanes y conocía el Islam desde pequeño, tomó si cabe mayor contacto en Turquía con la religión musulmana. En 2006 se convirtió, se casó con Wahiba y adoptó el nombre de Bilal Yusuf Mohamed. Aquella conversión cambió para siempre su destino, fueron tan solo seis meses, pero los aficionados del Galata le tomaron gran admiración y cariño a aquel diabólico futbolista al que llamaban ‘Scarface’ y ‘FranckNStein’.  Sin embargo, la presión económica del Olympique de Marsella para que Ribéry volviera a Francia y la declaración ante FIFA del jugador francés de que no había percibido su salario, provocó su pase al Marsella.

El Ribéry que llegó a Marsella era muy diferente al que se marchó del Metz, el delantero galo había encontrado la paz que tan ansiosamente había buscado. En el equipo de la Costa azul y con el dorsal nº 7 a la espalda explosionó futbolísticamente, de Scarface, de Tony Montana, solo quedaba la cara cortada, y su incontrolable tendencia a gastar bromas a sus compañeros, también su facilidad para romper los contratos firmados. Las puertas de la selección francesa se abrieron de par en par para este díscolo brillante, outsider del fútbol que se convirtió en el jugador referencia de los bleus tras la retirada de Zidane. Franck rindió a buen nivel en Marsella, pero en cada temporada parecía forzar su traspaso, que finalmente se produjo en 2007, cuando el FC Bayern München acordó el traspaso de Ribéry con el Olympique de Marsella por una cantidad que rondó los 25 millones de euros, el traspaso más caro de la Bundesliga hasta ese momento.

En las filas del Bayern siguiendo la tónica habitual marcada durante su carrera, demostró ser un futbolista extraordinario, pero con una tendencia casi obsesiva a no encontrar la regularidad necesaria como para no escuchar los cantos de sirena de otros clubes con gran poderío económico. Consagrado como estrella mundial por esa velocidad de ejecución, por esa rapidez mental y ese eléctrico regate, la irregularidad, las lesiones y en ocasiones sus salidas de tono, le llevaron a coquetear nuevamente con otro traspaso. Pero el Bayern es el Bayern, y del equipo muniqués no se marcha una estrella con la facilidad con la que había cambiado de aires el futbolista francés en sus anteriores experiencias. Ribéry reclamaba un proyecto ganador y el club se lo dio, pero a cambio tuvo que cambiar su actitud, elevar su regularidad y rendimiento. Chocó frontalmente con Van Gaal, pero poco a poco fue convirtiéndose en ese elemento diferenciador que todos reclamaban. Aquel que por fin pudimos ver elevado a su máxima expresión bajo la dirección técnica de Jupp Heynckes. Todo ello en la más regular y mejor temporada de toda su carrera, la 2012/13, aquella que permitió a Ribéry, a Bilal, al hombre de las mil caras, superar con su quimérico rostro y su diestra de la banlieue a dos auténticos dioses del balón como Ronaldo y Messi en la votación al mejor jugador europeo del año según la UEFA, elegido también MVP de la final de la Supercopa de Europa.

Foto 1: http://imagenesfotos.com

VAVEL Logo
Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.