Después de la victoria de Bélgica en el debut del grupo H, tras remontar el gol inicial de Argelia, se enfrentaban Rusia y Corea del Sur para dirimir un encuentro que a priori debería servir para que los europeos comenzasen a encarrilar su pase a octavos. En un encuentro que comenzaría con dominio alterno debido en mayor medida a la incapacidad de ambos para asociarse por dentro con jugadores de calidad, sería Son Heung-Min quien en un contraataque pusiese la primera ocasión de peligro con un disparo desde fuera del área alto después de una conducción larga.

Con el balón preponderando en las botas de los futbolistas exsoviéticos, pero con dificultades para desarbolar una ordenada selección coreana, tardarían en llegar los acercamientos del equipo ruso. Sería en segunda jugada después de un saque de esquina cuando el primer disparo entre palos desde fuera del área percutiría en la zaga coreana siendo repelido el balón. Media hora de juego y el trabajo del conjunto asiático lograba cesar las tímidas posesiones del equipo de Capello. Precisamente cuando Ignasevich desde tres cuartos de campo disparó una falta con potencia, siendo despejado con problemas por el arquero coreano. La mejor ocasión después de treinta minutos y gracias a una falta muy lejana.

El inicio dominante de Rusia dejó el paso a Corea

Abría la veda el central ruso, pues a centímetros estaría Ja-Cheol con un disparo lejano que golpeó en un zaguero ruso. Segundos antes Zhirkov sería quien gracias a un contraataque disparase desde el pico izquierdo del área desviado. Se animaban los guerreros Taeguk y trataron durante unos minutos de tener el balón buscando desestabilizar a un equipo que durante la fase de clasificación tan solo había recibido cinco goles. En escasas situaciones lo lograban, y cada vez que Son Heung-Min se hacía con el balón se veía un salto cualitativo importante. Así, si bien la creación de ocasiones por el atacante del Leverkusen era numerosa, no lograba certificar el peligro generado.

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Concentrados y con ganas de dar un plus, así salió Rusia del vestuario. Sería Kokorin cuando apenas se portaban veinte segundos con un disparo lejano repelido de forma insegura por Sung-Ryong. En el saque de esquina fue Berezutskiy de cabeza el que remató a la red, pero por fuera para confusión del público de Cuiabá. Decididos los de Capello, trataron de acongojar a un imberbe pero poco acomplejado equipo coreano. Lo demostraron los asiáticos con un nuevo disparo de Ja-Cheol desde lejos que obligó a Akinfeev a disparar; idéntica acción tuvo que realizar poco después con el enésimo disparo de larga distancia por mediación de Ki Sung-Yueng.

Una nueva ocasión, con disparo lejano en falta desde tres cuartos de Young-Gwon que tampoco pudo atrapar el arquero ruso. Peligro lejano por parte de ambos equipos. Disparos de larga distancia que no terminaban de crear el peligro requerido para desmontar un partido. Un desequilibrio necesario que según Capello debía llegar con la entrada de Dzagoev. El turno cuando se sobrepasaba la hora de partido era para un Kombarov que sacaba su fusil de larga distancia para nuevamente aparecer en un disparo lejano.

Akinfeev fue salvado por Kerzhakov

Intercambio de disparos lejanos, intercambio de inseguridades en la portería. Hasta que el recién entrado Keun Hoo-Lee cogió el balón en campo propio y después de una conducción hasta la frontal disparó con potencia. Akinfeev la intentó agarrar, no pudo y el esférico prosiguió con su curso hacia la portería. El abismo llamó a Akinfeev, un abismo que debía rescatar ese viejo rockero ruso llamado Kerzhakov. Dos minutos tardó en cazar un balón en el área pequeña tras varios rebotes. Olió peligro, olió gol y empujó el balón a la meta rival para igualar el partido.

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Rusia había encajado un gol que espoleó su orgullo, un tanto que de manera directa metió a Corea del Sur en su área y como consecuencia vería peligrar continuamente su meta. Trataba el equipo europeo superar a los asiáticos sin demasiada suerte y con las dificultades evidenciadas durante los ochenta minutos anteriores para desestabilizar una ordenada zaga coreana. Con miedo de perder ambos, no se decidían en los minutos finales para irse con mayor agresividad al ataque pese a que el equipo de Capello trataba de tener el balón y buscar balones de peligro para unos guerreros de Taeguk que demostraron saber sufrir.

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