Agonizando. Así consiguió Argentina su pase a cuartos de final. Suiza le presentó un partido muy serio y los de Alejandro Sabella no supieron meterle mano a los alpinos hasta los últimos minutos de la prórroga. Parecía que la albiceleste había mejorado su juego conforme avanzaba el Mundial pero hoy volvió a dejar muchas dudas. Sin la mordiente de sus delanteros, Argentina se acogió a Di María para avanzar en la competición.

Poco fútbol y muchas faltas

El partido comenzó muy trabado. Argentina intentaba llevar el dominio del juego y Suiza se conformaba con esperar atrás y salir al ataque sin perder la cabeza, algo característico del equipo dirigido por Ottmar Hitzfield. Las persistentes faltas realizadas por uno y otro conjunto, unidas a la falta de precisión en las avanzadillas ofensivas impedían que el encuentro cogiera ritmo. Di María por el bando celeste y Shaquiri por los suizos eran los únicos capaces de inquietar las defensas.

La primera ocasión clara del encuentro se hizo esperar. Llegó en el 27, cuando, en una internada por la línea de fondo, Shaquiri dejaba el balón a Xhaka, que se encontraba solo en el interior del área, y el disparo de este lo despejaba Romero. Poco después respondía Lavezzi con un disparo cercano que atrapaba Benaglio sin problemas. Argentina llegaba sin problemas a la frontal pero no conseguía superar la muralla roja que allí los esperaba.

Gran primera parte de Shaquiri

En el mar de faltas y despropósitos solo un mago le ponía brillantez al asunto: Shaquiri. El menudo futbolista del Bayern de Guardiola ponía a bailar sus piernas cada vez que el balón llegaba a él. En el 37, una gran asistencia suya dejaba solo ante Romero a Drmic, pero al delantero suizo le entró el pánico y su vaselina fue a parar mansamente a las manos del guardameta argentino. Suiza se sentía cómoda sobre el verde de Sao Paulo mientras que Argentina veía pasar los primeros 45 minutos sin haber inquietado la meta de Benaglio. Ni Messi ni nadie. Los problemas de la albiceleste se volvían a reproducir.

La segunda parte comenzaba como terminaba la primera, con Shaquiri creando problemas a la zaga argentina. Primero, con una falta lanzada a la escuadra que obligaba a Romero a emplearse y la segunda, en una internada del suizo que dejaba el balón para que Inler la mandara a la grada. Argentina lo seguía intentando sin mucho acierto y tan solo Rojo consiguió llevar peligro, en los primeros quince minutos, en una buena combinación argentina que culminaba el lateral con un disparo repelido por el meta suizo.

Argentina mete una marcha más

Higuaín tuvo la primera seria para Argentina en el 61, en un cabezazo que Benaglio mandaba a córner con una gran estirada. Con Messi desaparecido, los gauchos volcaban todo su ataque en Di María, que caía a una banda y a otra para poner servicios que rara vez encontraban rematador.

Foto: As.com

Con el paso de los minutos Suiza se fue echando cada vez más atrás y el dominio argentino se hacía más latente. En esas, Leo Messi empezó a aparecer con alguna internada en el área, algún pase al hueco y un potente disparo desde la frontal que se marchaba lamiendo el larguero suizo. En el 74, Rodrigo Palacio, que acababa de ingresar al campo en lugar de Lavezzi, enviaba por encima de la meta suiza un perfecto envio de Messi desde la derecha. Tres minutos después era Messi el que, en jugada personal, ponía a prueba a un acertado Benaglio. Argentina ponía cerco a la meta suiza.

Los compases finales del encuentro se convertían en un quiero y no puedo de Argentina. Suiza acusaba el cansancio y se limitaba a aguantar las acometidas albicelestes que se producían con más corazón que cabeza. Para no faltar a la costumbre con estos octavos de final que nos está deparando el Mundial de Brasil, el partido se iba a la prórroga.

Por la misma senda

Con las mismas tornas pero con distintos aires. Así comenzaron los 30 minutos extra. La albiceleste seguía llegando más al área europea pero el muro se mantenía intacto. La diferencia es que Suiza cobró un poco de oxígeno y consiguió matar la primera parte de la prórroga con la posesión del balón y conseguía arrancar los olés del público brasileño, que veía a sus vecinos argentinos en apuros.

Di María, el más incisivo en Argentina

Al descanso, Alejandro Sabella agotó los cambios con la introducción de Biglia y Basanta en lugar de Gago y Rojo. Argentina agonizaba por evitar los penaltis. Di María lanzaba un gran disparo a la escuadra que despejaba Benaglio a córner nada más comenzar la segunda mitad. El Fideo era el que ponía velocidad y peligro a los ataques gauchos. En Suiza nadie, ya que el cansancio y el deseo de llegar a la suerte de los penaltis podía en el combinado alpino. Y ese deseo se rompió a falta de tres minutos para los mismos.

Un gol de oro

Cuando el país albiceleste temblaba pensando en las penas máximas llegó el milagro. Lionel Messi, en una de sus grandes arrancadas, se zafaba de varios rivales suizos, abría el balón para Di María y este la cruzaba al palo contrario. Estallaban las gradas del Arena de Sao Paolo, estallaba Buenos Aires, estallaba Argentina. El tanto de la victoria no podía ser obra de otro que del que más lo mereció: Di María. La albiceleste tiraba de épica para pasar a cuartos.

Foto: As.com

Los últimos minutos sirvieron para acrecentar la crueldad que se había cebado con Suiza. En el tiempo de descuento, una falta lateral colgada al área era rematada al palo por Dzemaili y el rechace se marchaba fuera por muy poco. Con el final, Argentina festejaba y Suiza lloraba. La albiceleste volvía a vencer sin dar lo que se esperaba de ella. Muchos afirman que así no puede ganar el Mundial pero, de momento, Messi y compañía siguen en pie.