Análisis Alemania - Argentina: justicia 'brazuca'

La selección española ya ha encontrado sucesora. La Alemania de Joachim Löw reinará durante los próximos cuatro años en el universo futbolístico. Una de las mejores finales de los últimos tiempos mostró a una Argentina fiel a sus principios pero con un punto débil inimaginable hace apenas un mes: sus problemas en la definición. Alemania, inferior en el plano táctico, ganó gracias a su capacidad para sobrevivir, su fidelidad a un estilo y a su enorme variedad de recursos.

Análisis Alemania - Argentina: justicia 'brazuca'
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Por José Luis Rodríguez Sánchez

El choque venía marcado por la lesión en el calentamiento de Sami Khedira. Si a Löw le diesen a escoger un jugador para que fuese inmune a lesiones probablemente dudaría entre Manuel Neuer y Sami Khedira. Sami se ha revelado como el futbolista de campo más importante de esta Alemania gracias a su capacidad para mezclar arrancadas a la hora de atacar con una notable contundencia defensiva. Su concurso convierte a Alemania en una selección compacta y además le ofrece una gran salida interior que equilibra el ya de por sí potente juego por banda derecha. Una baja terrible, suplida con el concurso de Christoph Kramer, futbolista con un recorrido muy limitado en la Mannschaft.

Alemania: once inicial

Así las cosas, el dibujo de Löw se asemejaba a un 4-2-3-1, quedando Toni Kroos como interior más retrasado a la izquierda de Bastian Schweinsteiger y Kramer prácticamente como mediapunta. Por su parte Alejandro Sabella disponía un aparente 4-4-2 que en realidad iba a funcionar como 4-3-3, ya que Enzo Pérez en ningún momento se destapó por banda izquierda, asumiendo un rol claro de interior. El Pocho Lavezzi sí se colocaba pegado a la cal por la derecha, lo que revelaba que la intención de Sabella no era otra que atacar el costado izquierdo de la zaga teutona.

Sabella ataca el punto débil, Lahm responde

Los primeros minutos fueron alemanes. La Mannschaft salía convencida de su favoritismo y comenzaba tocando muy en su estilo y aproximándose a la frontal contraria aunque sin generar inquietud en Sergio Romero. No pasó mucho tiempo hasta que se detectó que la Albiceleste no había llegado a Maracaná únicamente para plantar el autobús. Una primera incursión de Lavezzi por banda mostró el camino, que encontrarían Leo Messi y Pablo Zabaleta al filo del minuto diez de partido. Los contragolpes argentinos buscaban el flanco derecho, hacia donde caía con acierto Leo Messi y que claramente se revelaba como punto flaco germano. Allí Benedikt Höwedes y Mats Hummels, objetivo claro de Sabella, sufrían de lo lindo debido a la conocida debilidad defensiva de Mesut Özil, quien pese a todo intentaba colaborar en la construcción y se ofrecía más que en otras ocasiones.

No existe a día de hoy un portero más completo y que transmita mayor confianza a su equipo que Manuel Neuer

Argentina: once inicial

Con Argentina bien plantada Alemania se agarró a Philipp Lahm. El lateral realizó un partido colosal, sacando partido de la posición de interior de Enzo Pérez y beneficiándose de la escasez de efectivos argentinos en su costado. Sus subidas llenaron de oxígeno los pulmones de una Alemania inferior en la zona de creación, donde habitualmente dominan los partidos. Allí Bastian Schweinsteiger y Toni Kroos no podían con el sólido trío argentino, que apenas sufría la presencia de Kramer ni de Müller, a quien le costaba moverse hacia el interior para crear superioridad por dentro, una de sus principales virtudes. Cuando al filo de la media hora se confirmó que el del Mönchengladbach no podía seguir en el campo se abría un nuevo escenario para Löw, que optó por colocar a Andre Schürrle en banda izquierda y desplazar al centro a Özil. Tampoco acabó de funcionar esta variante pese a que esta vez no se puede discutir la implicación de Mesut, que completó un buen partido y no se escondió en absoluto.

Alemania: minuto 31

Ocasiones fallidas

Así las cosas Argentina insistía. Repliegue y contragolpe buscando la banda derecha, generando en el último cuarto de hora tres nuevas llegadas con marchamo de gol. En la primera de ellas incluso el balón besó las mallas pero el tanto no subió al marcador debido a la posición antirreglamentaria de Higuain. El Pipita no quiso oir el silbato y celebró con ardor el tanto, quizás agobiado por haber desperdiciado unos minutos antes un regalo de Toni Kroos. Su remate recordó al Gonzalo Higuain de sus inicios, cuando le costaba definir y aparecer en partidos importantes.

Alemania, por su parte, también gozó de tres buenas oportunidades de gol en ese período. Una buena combinación entre Müller y Schürrle acabó con disparo de este último que fue rechazado por Romero. Una pérdida de Javier Mascherano concedió una buena oportunidad de disparo a Toni Kroos y, la más clara, un cabezazo de Höwedes al palo tras un córner que cerraba el primer acto. Una primera mitad equilibrada, con mucho control argentino pero con llegadas por ambos bandos.

La dictadura del Jefecito

Argentina: segundo tiempo

A la vuelta de vestuarios Sabella daba un nuevo giro a su equipo. Fuera Lavezzi y dentro el Kun Agüero para jugar con dos puntas más definidos y que Leo Messi, visto su buen nivel en el primer tiempo, gestionase a su conveniencia los espacios por detrás. Biglia y Enzo Pérez intercambiaban interiores buscando mayor opciones de despliegue para el del Benfica. Se perdía el trabajo del Pocho por banda pero se buscaba hacer daño a la espalda de Boateng, prácticamente inédito en la primera mitad. Justo lo que sucedió en la primera jugada, cuando Leo Messi se escapó y disfrutó de una gran ocasión que no acertó a definir. Acertar con la portería rival en la final de un mundial se hace complicado, incluso para el mejor jugador del mundo. Pese a este lunar, el partido de Jerome Boateng alcanzó el sobresaliente, bastante por encima del de su compañero Hummels.

Pero lo cierto es que Argentina dominaba con claridad el inicio de la segunda mitad hasta el punto de negarle a Alemania su bien más preciado, el balón. La Albiceleste parecía más cerca de la victoria y Löw no reaccionaba, sin capacidad para encontrar una fórmula que solventase la baja de Khedira. Alemania continuaba abrazada a Lahm, que recordaba permanentemente a Argentina que la banda derecha era suya. Un lateral como Marcos Rojo, que cuajó un notable mundial, se vio absolutamente incapaz de frenarle.

Foto: Matthias Hangst / Getty Images

Poco a poco las fuerzas comenzaban a menguar. La figura de Javier Mascherano comenzaba a agigantarse al tiempo que se empequeñecía la de Leo Messi. Los germanos lo fiaban todo a las incorporaciones de su lateral derecho, la referencia central de Bastian Schweinsteiger y a alguna galopada del siempre activo Schürrle por la izquierda. Una oportunidad de Özil y otra que finalizó con disparo de Kroos fueron los últimos cartuchos de la Mannschaft y anunciaban que la definición del campeón tendría lugar en el tiempo extra. Argentina apenas llegó en el último cuarto de hora, en el que predominó el fútbol de Biglia y Mascherano por encima de los desaparecidos Messi y Agüero. Las sustituciones de Sabella no supusieron esta vez modificación táctica, ingresando Rodrigo Palacio y Fernando Gago por Higuain y Enzo Pérez. Por su parte Löw jugaba su segunda carta dando entrada a Mario Götze por un agotado Miroslav Klose, demasiado desasistido ante Demichelis y Garay.

Argentina recula, Alemania insiste

Arrancaba la prórroga con Müller y Götze alternando posición entre la derecha y el centro y con una Argentina convencida de que había logrado bloquear al gigante alemán. La Albiceleste se sentía más segura juntándose en torno a Mascherano y se acomodó en exceso cerca de su portería. Alemania era ahora la que dominaba aunque sin apenas encontrar grietas por las que colarse. De nuevo la mejor ocasión sería argentina, con Rodrigo Palacio definiendo con torpeza un intento de vaselina. Messi no existía y la realidad es que Manuel Neuer solo tenía que intervenir por arriba o por anticipación sobre los puntas rivales ante balones largos, sin necesidad de atajar ningún disparo. Impresionante cómo ha crecido en sus decisiones a la hora de abandonar el área, convirtiéndose en un auténtico líbero. No existe a día de hoy un portero más completo y que transmita mayor confianza a su equipo que Manuel Neuer.

Alemania también disfrutó de una oportunidad tras una gran asistencia de Mario Götze que Schürrle no acertó a convertir en gol. Pero la prórroga se consumía y ya se veía en el horizonte una nueva tanda de penaltis. No sería necesaria. En el minuto 112 llegaría la jugada que convierte a Alemania en mejor selección del mundo durante los próximos cuatro años. La fidelidad a una idea que se ve reflejada en la selección desde hace ocho años iba a encontrar su premio.

Fondo de armario de oro

Nuevamente dos secundarios en este mundial, Schürrle y Götze, fabricaron un auténtico golazo. Andre comenzó a correr por banda izquierda, perseguido por Javier Mascherano. Una carrera sin aparente peligro, controlada por el Jefecito, que aguardaba el recorte hacia dentro, y por Zabaleta, que cerraba la línea de fondo. Mientras, Demichelis acudía a cerrar espacio en la derecha por si sus compañeros eran desbordados. Craso error. Schürrle optó por la única puerta que le dejaron abierta, el centro con su pierna mala. Mario Götze irrumpía a la espalda de Demichelis, controlaba majestuosamente con el pecho y enviaba a la red el Brazuca con un zurdazo tan estético como efectivo. Un gol en el que se ve reflejado el estilo alemán, basado en la técnica y en la precisión para aprovechar espacios. Un tanto en el que no participaron Philipp Lahm, Thomas Müller, Sami Khedira, Toni Kroos ni Manuel Neuer, figuras de esta Copa del Mundo. Porque Alemania disponía de la mejor plantilla y un mundial no se gana solo con once futbolistas.

Era el final de la final. Un partido hermoso, que demuestra la complejidad del fútbol y la gran cantidad de variables que influyen a la hora de decidir un título de campeón del mundo. No basta con dominar la táctica, la técnica o la psicología. Incluso a veces no basta con controlarlas todas ellas. Por eso el fútbol es tan grande. Alejandro Sabella logró la evolución que tanto se demandaba a su selección, que llegaba a Brasil con la vitola de equipo con problemas defensivos y un ataque demoledor. Curiosamente, un mes después, Argentina muere con virtudes y defectos opuestos. Una organización defensiva excelente, en la que Javier Mascherano y Lucas Biglia se han consolidado, y un ataque errático, con un Leo Messi con problemas físicos de origen desconocido y un Sergio Agüero que no acaba de encontrar su sitio.

Alemania, por su parte, rectificó a tiempo. Los problemas de la primera fase y, sobre todo, del encuentro contra Argelia en octavos de final, encontraron solución aunque fuese casi por casualidad. Philipp Lahm volvió al lateral del que nunca debió salir y Sami Khedira demostró su importancia en un bloque que supo sobrevivir a su baja en la final. Manuel Neuer sale muy reforzado pero el principal activo de esta Alemania no es otro que su trabajo de base, con un estilo basado en el fútbol de toque que por fin ha dado frutos. Joachim Löw entendió que la mejor decisión que podía tomar no podía ser otra que colocar a cada uno en su sitio. Un justo ganador, con virtudes y defectos, como seguramente también lo hubiera sido Argentina. Campeón de un gran mundial, que dentro de unos años será recordado como uno de los mejores de la historia. Brasil 2014, sin ninguna duda, será una referencia ineludible para las generaciones futuras.