Los proyectos y los reinados son elementos finitos, con límites. Comienzan en un determinado momento y tras un periodo de tiempo inexacto llegan a su fin. Son lo opuesto del símbolo de matemáticas del "8" tumbado o de aquella frase que tanto repetía Buzz Lightyear, uno de los protagonistas de "Toy Story": "Hasta el infinito y más allá".

Estos dos elementos puede que coincidan en el tiempo, que uno de los dos sean anterior o que sea la simbiosis perfecta de un ciclo, del ciclo de Alemania. La selección teutona ha sabido unir esos dos elementos, como cuando carecía de corona volverlo a intentar con un proyecto ambicioso hasta lograr ser, de nuevo, la referencia mundial.

Desde que los alemanes lograran la tercera Copa del Mundo, en el Mundial de Alemania 1990, el combinado sí había coqueteado con el campeonato, pero nunca había conseguido dar con la tecla exacta para alcanzarlo. Siempre se quedaban a un paso, incluso a dos, pero era parte del proceso, de un proyecto que se veía avanzar, pero en el que todavía no se podía apreciar el culmen.

El Mundial de 2006 fue el inicio de todo

El proceso comenzó en la preparación de su Mundial, de aquel Mundial de 2006 en el que participaban como anfitriones, con Klissmann, actual seleccionador de EEUU, como jefe de filas y como Joachim Löw como su sombra. Esa pareja, junto al grupo de futbolistas que integraron la selección, fue el comienzo de todo, de un juego distinto más rápido, con más transicción, más pausado cuando así lo requería el partido.

Se realizaron algunos cambios respecto a la Alemania que se conocía hasta entonces, su juego mostraba otras facetas, pero fuera como fuere, no cambiaban las características alemanas. La fuerza, la seriedad, y la dificultad de batirlo continuaban siendo parte de su ADN. Ese ADN, que con el esfuerzo, les llevó a mejorar cada día, a ser una de las selecciones favoritas en el Mundial de Sudáfrica, pero en el que España se cruzó en semifinales y no pudieron lograr el pase a la final. Se conformaron con un tercer puesto, y con la idea de ue ese proyecto todavía andaba cojo, que faltaba rematarlo, de encajar la última pieza para que las bases del proyecto se sentaran y comenzara el reinado.

Brasil, el inicio y el fin

Tras Sudáfrica llegó Brasil, y con él la continuación del proyecto que había comenzado ocho años antes. Con la baja de Reus en el último amistoso antes de desembarcar en el país de la samba, Alemania tenía un objetivo: dejar atrás el proyecto, darle carpetazo porque ya se había logrado, y comenzar su reinado. Aunque llegaba bajo el cartel de "favorita", no era nada sencillo. Su fútbol de toque, de buen planteamiento le avalaba, pero cualquier despiste o mal partido les podía dejar fuera de la lucha por el campeonato.

Foto: Getty Images.

El partido inaugural de los pupilos de Joachim Löw dieron algunas credenciales de lo que podía suceder en el siguiente mes. Con el hattrick de Müller incluido, venció con comodidad a Portugal y ahí empezó la escalada, el culmen del proyecto que terminó con el gol de Götze y la cuarta estrella, el Olimpo, que ahora comparte con Italia y que mira un poco por debajo a Brasil.

Fue un proyecto, que por momentos, parecía que tampoco iba a concluir. Era una sensación que dejaba la selección germana cuando el seleccionador apostaba por Lahm como medio, lo alejaba de ese lateral derecho que era su casa, y el proyecto se quedaba cojo. Alemania perdía esa oportunidad de armar el ataque por ese carril y de buenos centros al área para que sus delanteros remataran.

Ese cambio suponía una carencia para los europeos, pero después de que la solventaran tras el segundo partido de la fase de grupos, todo salió rodado. Cada uno interpretó el papel que le había dado Joachim Löw, lo adaptó a sus características y salió una Alemania difícil de batir. Portugal, Ghana, EEUU, Argelia, Francia, Brasil y, por último, Argentina tuvieron que ver cómo eran incapaces de doblegar a la selección teutona.

Götze, inicio del liderato

Argentina fue, precisamente, el último eslabón del proyecto iniciado con unos jóvenes actores que el pasado domingo se doctoraron. Aunque Götze se convirtiera en protagonista al marcar el tanto que les proclamaba campeones, el trabajo de cada uno de ello les aupó a los altares. Neuer, algo descuidado y valiente en algunas acciones, Lahm, Hummels y Boateng, sensacionales en su trabajo en el centro de la zaga, Howedes, Schweinsteiger, Kramer, Özil, Kroos, Müller, Klose, y los que salieron como revulsivos durante el encuentro, Schürrle, Götze y Mertesacker hicieron un trabajo diez, dejaron hasta el último aliento en Maracaná para vencer 1-0 y levantar la copa.

Un partido y una acción que eran el símbolo de lo finito, un día que marcaba ue el ciclo daba un giro de 180 grados. En ese momento, el proyecto tocaba a su fin y comenzaba el reinado que, como pronto, finalizará en Rusia en 2018. Quién sabe si continuará por más tiempo.