Cuando los espectadores, tanto en el Britannia Stadium como en su casa, estaban acomodándose para presenciar este apetecible partido, pasó algo muy raro. Algo que se ve muy poco en el fútbol y algo que deja boquiabierto a todo aficionado hasta que lo asimila. Sacó el Soton y la perdió al instante, cuando el Stoke retrocedió con un pase corto para Begovic. Este pateó, hizo un despeje normal y corriente que fue envenenándose poco a poco y pilló a Boruc mal colocado. Total, gol de portería a portería, que aquí no es 'guarrería' sino que es un regalo para la vista. Este extraño inicio del partido condicionó la mayoría de los planes los entrenadores tenían en la cabeza, ya que no es lo mismo empezar un partido 0-0 que perdiendo a los 20 segundos o ganando, en el caso del entrenador local. 

Con el gol, cambió el guión del partido

Tras el gol de Asmir Begovic las pautas establecidas se desmoronaron. El Stoke pasó a ser ese equipo conservador en defensa del año pasado, con ese juego tan típicamente inglés de abrir a las bandas y buscar contraataques constantemente. Mientras tanto, los Saints se hicieron con el control de la pelota y fueron marcando el ritmo del partido, el que ellos querían. Tuvieron varios acercamientos peligrosos del que cabe destacar un remate de Lovren, solo, a la salida de un córner, que no fue gol inexplicablemente. Aún así el Southampton estaba un poco flojo en defensa y a veces, en su afán de sacar la pelota jugada, los defensores cometían fallos que causaron algún que otro susto a Pochettino.

Per cuando peor lo estaba pasando el conjunto visitante, el joven Ward-Prowse puso un centro medido y perfecto para la cabeza de Jay Rodríguez, quien con un remate picado empató el partido en el momento menos adecuado para el Stoke. Fue al borde del descanso, en los llamados 'minutos psicológicos'. Ese gol fue un quebradero de cabeza para Pardew, quien tendría que replantear el partido durante el descanso para deshacer las tablas.

Un partido nuevo en la segunda parte

El Southampton había conseguido su objetivo, empatar antes del descanso para poder replantear el encuentro y empezar de cero, con tablas en el marcador y 45 minutos para remontar el partido. Comenzó a rodar la pelota en el Britannia y el Southampton se plantó en el campo de tal manera que su defensa era agresiva, bastante agresiva, pero en el ataque actuaban con bastante inteligencia, algo que les hizo tener un par de ocasiones claras. Es decir, empezaron a jugar a su juego en cuanto les dejaron, ese juego que les ha hecho estar en puestos europeos.

Iba pasando el tiempo en Stoke y el partido se iba haciendo cada vez más aburrido y predecible. El Southampton siempre con la pelota encerrando a un Stoke que parecía conformarse con el empate y que esperaba atrás con la esperanza de poder armar alguna contra. Las armaron y alguna acabó en un tiro a puerta peligroso, pero no pasó de ahí. La entrada de Gastón Ramírez al campo le dio un lavado de cara importante al Southampton, un lavado de cara que necesitaban los Saints y que llenó de magia el ataque de los visitantes. A pesar de eso las ocasiones no entraron y el partido acabó con un injusto reparto de puntos. Injusto porque gran parte del partido dominó el Southampton y, sobre todo, porque el colegiado Chris Foy no pitó dos penaltis bastante claros a favor del Southampton. Ambos por mano.