Craven Cottage se rinde ante el Liverpool en una gran batalla

Craven Cottage se rinde ante el Liverpool en una gran batalla
Steven Gerrard celebra con rabia el último gol del partido. | Foto : @LFCphoto.
daniakacosta
Por Daniel Martin

Con el pinchazo del Chelsea y el reciente aplazamiento del Manchester City, el Liverpool visitaba el estadio del colista con la intención de pegarse a la cabeza y seguir avanzando en su objetivo, volver a la Champions, no dejando de soñar en la Premier. El Fulham sin embargo se veía obligado a ganar para no alejarse de la salvación, esperando a que todas sus incorporaciones de invierno se adapten, tenía la dura papeleta de enfrentarse a los de Rodgers.

Tras cuatro derrotas consecutivas, los locales habían empatado ante el Manchester United, mientras que los visitantes se mantenían firmes. El Liverpool volvía a enfrentarse a sus fantasmas, al demostrar durante toda la temporada que fuera de casa le resulta mucho más difícil obtener resultados positivos. Con un balance de 4 victorias, 4 empates y 4 derrotas, querían mejorar su imagen y así poder aspirar a más.

Volvieron los fantasmas defensivos

No llegaba el reloj a marcar el minuto y medio cuando el Fulham ya avisaba desde la esquina, pero no quedaría ahí su ofensiva, al buscar por la banda izquierda las internadas de Richardson, que lograría abrir el marcador en el minuto ocho de partido tras centrar un balón que Kolo Toure, cometiendo un error propio de un cadete, envió el balón a su propia portería al despejar de manera deficiente el balón. El gol aturdió aun más a los visitantes, pero el Fulham no pudo aprovechar como quiso esta situación, teniendo más ocasiones para aumentar la ventaja en el marcador.

Los problemas en defensa eran camuflados durante los siguientes minutos por el Liverpool a costa de mantener la posesión, sin embargo no eran capaces de ver puerta, exceptuando jugadas aisladas del siempre peleón Luis Suárez, que pudo marcar en un extraño disparo que alcanzó a desviar Stekelenburg con una gran parada, desviando el balón a corner.

Idas y venidas

El Fulham apretaba y empujaba al Liverpool atrás gracias a sus constantes contraataques, y cuando mejor parecían estar, apareció el capitán red, Steven Gerrard, que con un gran pase con el exterior desde el centro del campo rompió la linea defensiva local para dejar solo a Sturridge ante el portero, que definiría de manera brillante y anotaría el empate a uno. 

Con ese marcador se llegaba al descanso, pero las dudas no se despejaban en el banquillo visitante, y es que, pese al gol antes del descanso, el Fulham se mostraba superior en el campo, sin pasar excesivos apuros en defensa y contragolpeando de manera brillante, donde pusieron en apuros más de una vez a los laterales Flanagan y Cissokho.

Con la reanudación ambos equipos salieron al campo con la misma mentalidad. Mientras el Liverpool dominaba el balón e intentaba aventurarse por banda con tímidas ocasiones por parte de Sturridge o Suárez, el Fulham buscaba romper por su banda izquierda el partido. Intercambiando ocasiones volvieron a aparecer fantasmas que hacían llevarse las manos a la cabeza a Brendan Rodgers. Un balón colgado al área red generó otro despeje cuestionable, esta vez de Skrtel, que dejó solo a Richardson para rematar casi a puerta vacía y subir el 2-1 al marcador.

Lucha y remontada

El Liverpool de temporadas pasadas hubiera dejado de remar en ese momento, pero algo extraño sucede en ese vestuario. Adelantando sus líneas en búsqueda del empate, los visitantes arriesgaron más que de costumbre, mostrando de nuevo sus carencias fuera de casa, y más conociendo sus problemas defensivos, donde los cuatro jugadores que hoy formaban parte del once inicial, son teóricos suplentes

Con talento y suerte llegó la igualada al marcador. Coutinho puso lo primero y un rebote en la defensa local hizo el resto. Se colocaba el 2-2 en Craven Cottage, pero el ritmo del partido parecía el mismo, exceptuando que con el paso de los minutos el Fulham se mostraba menos incisivo en sus bandas, a causa del cansancio físico que supone emplear ese juego. 

Un intercambio de golpes al más puro estilo boxístico que no se decantó hasta el minuto 90, cuando Sturridge se internó en el área y Reither cometió un penalti que nadie protestó. Steven Gerrard se encargaría de lanzar y marcar, para completar así un extraño partido donde siempre fueron a remolque en el marcador. 

Pitido y se acabó. El Liverpool se quedaba cuarto en la clasificación, situándose a cuatro puntos del lider, alimentando su sueño de conquistar por primera vez una Premier League.