Turf Moor volvía a oler a Premier unos años después. Los asistentes animaban al equipo, sabedores de su importancia en la consecución de los objetivos. El jugador número 12. Porque la afición claret siempre está ahí, encimando cualquier conato de bufandeo blue. El partido clausuraba la primera jornada, el primero de 38 dulces postres. Dos conjuntos teóricamente muy distanciados en cuanto a calidad se refiere. Y es cierto, entre uno y otro va un abismo, pero a ilusión nadie gana a los de Lancashire. Dos filosofías radicalmente distintas. La de The Ginger Mourinho, como apodan a Sean Dyche, y la del Mourinho de verdad, el de Setúbal, el del carisma y la acidez. El mejor chupito de hierbas que podía servir la Premier para dar por cerrado el primer banquete. El retorno del Burnley a la élite, y el intento del Chelsea por volver a ser el capo de la Premier.

Horas antes de que el colegiado Michael Oliver diera el pitido inicial, los despachos de Stamford Bridge y los de Turf Moor habían tenido trabajo. Los locales se deshacían de Luke O'Neill, un joven lateral diestro sin oportunidades hasta ahora en el seno de la familia Burnley. El Scunthorpe ya es su nueva casa. Asimismo, el Chelsea se despedía de Marko Marin y de McEachran. El primero puso rumbo a la Fiorentina después de un año cedido en el Sevilla y otro bien aciago en la disciplina londinese, y el joven jugador inglés, tras ocho años defendiendo la camisola azul, se dirige al Vitesse.

El esférico ya estaba en el centro del campo, esperando a rodar por la cuidada pradera de Burnley. Las nubes amenzaban lluvia y el frío se incrustaba en los cuerpos de la parroquia cárdena. El imprevisible clima inglés quería hacer acto de presencia en el encuentro. Turf Moor aparecía precioso, una imagen más invernal que veraniega, mientras los ensordecedores hinchas permanecían en los adelaños.

Turf Moor
Turf Moor instantes antes de que la contienda diera comienzo. (Fuente: @premierleague)

La sorpresa la daba Mourinho al 'cargarse' de su alineación inicial a Cech y poner en su lugar a Courtois. La duda era razonable, pero los años de buen servicio del checo le habían otorgado cierta ventaja sobre el meta flamenco. Filipe Luis también se quedó postrado en el banquillo. Mourinho no decepciona, y menos en un estreno liguero. Sean Dyche tampoco lo hizo. Salió con una alineación muy ofensiva, sentando a Michael Kightly e introduciendo a Taylor en la banda y al recién incorporado Juktiewicz en la parcela más adelantada. Una formación volcada al ataque, en la que también destaca la incursión de Duff, el veterano central de 36 años, en lugar de Long, que, hoy, precisamente cumplía los 24. Ings en punta de lanza puso la guinda en el pastel claret debido a la grave lesión de su compañero Vokes, uno de los estandartes del conjunto local y que, de estar recuperado, hubiera entrado en el once titular. El ex de Middlesbrough le suplirá en la delantera, y así, el 4-2-3-1 por el que abogaba Dyche en Championship deja paso a un 4-4-2 rompedor, y más si se tiene en cuenta la mordiente del Chelsea.

Minutos antes al inicio del partido, las gradas estaban ya abarrotadas, y el técnico local rendía unas palabras de aliento a los medios presentes: "Es un fantástico y duro partido. Ellos tienen grandes jugadores y un gran entrenador, pero nosotros confiamos en lo que podemos hacer", señalaba Dyche, un hombre con mucho que ganar y poco que perder. Los jugadores del Burnley salieron arropados por su afición, que, con pancartas granates, formaban un mosaico que rezaba: "Nuestro Turf".

Y el balón echó a rodar

Los locales se dispusieron a sacar de centro con una idea muy clara: fútbol directo. Los balones largos enviados desde el centro del campo por Marney y Jones a la espalda de la defensa del Chelsea no encontraron a Ings ni a Jutkiewicz. La presión en la salida del esférico era asfixiante, aunque las dotes de la zaga blue fueron suficientes para salir con comodidad. Los clarets salieron con una energía grandiosa, imponiendo su juego en el verde. Pragmatismo como clave. Pero el Chelsea, es el Chelsea. Con una sola posesión demostró el daño que puede llegar a causar. Suerte que Duff estuvo listo y frenó el empellón de Diego Costa. De no ser así, seguramente Mourinho ya estaría saboreando el 0-1. Sorpresa. Fue Dyche el que lo celebró. El 1-0. Se adelantaban los violáceos con un soberano gol de Arfield. La pelota le llegó tras un rechace en la frontal del área. Se la acomoda con el pecho y dispara fuerte, con parábola, para que el balón lamiera las mallas y la parroquia saltara de alegría, perplejidad y emoción. David, de momento, se imponía a Goliat.

Como se suele decir, poco dura la alegría en casa del pobre. La delantera azul remendaba los errores de su defensa. Diego Costa ponía la igualada después de que el larguero repeliera un centro-chut de Schürrle. La fortuna estaba de cara del Club comandado por un comandante portugués. El segundo llegaba antes de que los rivales pudieran ponerse las pilas. Un jugadón de Óscar, que partía desde la medular, desembocaba en los pies de Fábregas. La asistencia del catalán es perfecta. El cuero se dirige hacia Schürrle que correteaba ya por banda derecha. Con cuidado de no incurrir en posición antirreglamentaria, dispara a placer al palo largo de Heaton, que poco más pudo hacer.

Schürrle y Diego Costa en el segundo gol. (Fuente: @premierleague).

Remontada del Chelsea sin sudor

La defensa del Burnley se encontraba desmotivada y era comparsa total. Diego Costa se ponía solo, mano a mano con Heaton, mientras los zagueros miraban impasibles como el delantero, según el coletilla, emulaba un penalti. El rodaje de los de Mourinho se notaba y su juego vertical era una delicia. Fábregas, Óscar, Matic y compañía formaban una asociación inmejorable que socavaba cualquier intento de remontada claret. Mee estaba a otra historia y dejaba que Hazard pululara a su gusto por el campo, mientras que Duff, un poco más serio, se salvaba del suspenso sacando a relucir su veteranía en la línea de atrás, impidiendo que el saco se abultase gravemente.

Un saque de córner acababa en la sentencia para los visitantes. 1-3. Mee vuelve a errar y deja libre de marca al lateral Ivanovic que,como una bala, llega desde atrás para poner el tercero desde el corazón del área chica. En los estertores de la primera mitad ambos conjuntos se dieron la mano y firmaron una tregua momentánea, aunque algún pillo se la saltaba y quería más. Ese era Hazard. Seguía insistiendo una y otra vez por banda izquierda, superando a Trippier con facilidad y arrancando los aplausos de buena parte del graderío. El partido estaba visto para sentencia. Los restantes 45 minutos serían una mera prueba de la mordacidad de los hombres de Mourinho y del aguante, hasta ahora endeble, de la defensa y centro del campo de los pupilos de Dyche.

La segunda mitad comenzaba como la primera, con el Burnley más activo que el Chelsea. Primero Ings arrebataba el balón a Azpilicueta y disparaba muy desviado. Después Arfield, el más activo de los locales, se zafaba con mucha clase de un zaguero y realizaba un disparo colocado a la cruceta de Courtois, que acierta a despejarla con autoridad.

Cuarenta y cinco minutos de la basura

El Chelsea sabía cual sería el resultado final. El Burnley también. Ahora era Dyche quien tenía más que perder que de ganar. Jutkiewicz lo intentaba desde la lejanía y apunto estuvo de sorprender a Courtois, sin embargo, se notaba una bajada de ritmo por parte de ambos, justificada por otro lado. Aún así, Shackell y Duff seguían achicando agua, porque el alemán Schürrle continuaba muy intenso buscando el doblete. El Burnley perdía el cuero con facilidad y de no ser por la actividad de sus interiores, el monopolio azul hubiera sido apabullante. El centro del campo, es decir, el pivote, estaba en busca y captura. Ni Jones ni Marney aparecieron en defensa o ataque. Un estropicio grande que tiene que ser reparado antes del 31 de agosto si la ciudad industrial no quiere volverse a ver sumida en la ponzoña laberíntica de la Championship.

Fabregas
Fábregas, MVP del encuentro. (Fuente: Chelsea).

Ambos parecían conformes con el resultado. El Chelsea no quería hacer más sangre y sí evitar alguna posible lesión, y el Burnley se veía demasiado inferior como para intentar voltear la situación o, al menos, maquillarla. Eso sí, los londinenses seguían imponiendo su ley en el terreno de juego, haciendo de las suyas de vez en cuando, pero sin mayor peligro que en la primera parte. La entrada de Drogba en los minutos finales fue la única alegría del último tercio, además de una ocasión oriunda de sus botas que se pierde por encima del larguero acuartelado por Heaton. El partido deja conclusiones contundentes pese a la incursión de un protagonista inesperado: Morfeo. Entonces, el Chelsea parte como favorito para llevarse el título de liga, mientras el Burnley pende de un hilo y de un milagro divino para no volver instantáneamente a la categoría de donde salió.

Así lo vivimos en VAVEL

Puntuaciones VAVEL

Burnley (1) Chelsea (3)

Heaton 4 Courtois 7
Trippier 5 Ivanovic 5
Shackell 5 Cahill 7
Duff 7 Terry 7
Mee 3 Azpilicueta 7
Jones 5 Oscar (81') 8
Marney 5 Matic 7
Arfield (14') 7 Fábregas 8
Taylor (69') 5 Schurrle (77') 8
Jutkiewicz (69`) 5 Hazard (83') 7
Ings (81') 5 Diego Costa 6
Suplentes
Kightly (69') 5 Willian (77') 5
Barnes (69') 4 Obi Mikel (81') -
Sordell (81') - Drogba (83') -