Dos recién ascendidos se enfrentaban. Ambos, equipos humildes en situaciones diferentes. Los locales, con ocho puntos en su casillero cuando el partido comenzó, gozaban de una situación aceptable en la medianía de la tabla, mientras los visitantes del este de Lancashire debían arañar los tres puntos si no querían descolgarse definitivamente de la pugna por la salvación.

Atendiendo a tal premisa, los de Dyche salieron con los dientes bien afilados para asestar un mordisco a los foxes. Jutkiewicz había entrado al terreno de juego con ganas de hacer el primer tanto del partido y su primer tanto con la camisola claret. El encuentro empezó a un buen nivel, con los dos contendientes llegando a la portería rival sin demasiada pausa en el centro del campo, tirando de las bandas y la potencia atacante de sus puntas.

Vardy, delantero centro del Leicester, hacía de las suyas en las inmediaciones defendidas por Heaton. Para redimirse de sus fallos en anteriores partidos, Ben Mee frenó en distintas ocasiones las intentonas del ariete inglés, directo y encaminado a batir al arquero del Burnley. Se sumaba Mahrez, el extremo argelino, subiendo hasta la frontal, quitándose de encima a hombres vestidos de violeta que intentaban zancadillear su galopada y asediando con un diparo duro y raso que desembocó en córner. El partido iba tomando un único color: el azul.

Vardy y Mahrez, los verdugos del Burnley

Morgan logró cabecear un saque de esquina botado por Vardy, y ahí estuvo el 1-0. Mee, enfundándose la capa de héroe, volvió a defenestrar la ocasión para seguir con el empate en el luminoso. Pasado ya el ecuador de la primera mitad, el Burnley seguía encerrado en su propia cancha, sin opciones de salir al contragolpe utilizando la velocidad de Jutkiewicz, ni tampoco de crear fútbol en el centro del campo ante la poca participación de Ward y Boyd en la medular.

En el 33 llegaba la avanzadilla para los de casa. Ben Mee, hasta entonces genial, no pudo frenar el envite de Mahrez por banda zurda. Su centro raso lo cogió Schlupp, que disparó de volea al primer toque y confundió a Heaton. Su gol se coló en el fondo de las mallas y evidenció un día más los fallos defensivos de los zagueros clarets. Trippier y Duff, a otra cosa, dejaron libre de marca al futbolista ghanés, que marcó a placer el primero de la tarde.

Apenas pasaron cinco minutos cuando Kightly dio la sorpresa. El medio diestro hacía el primer gol en su renta particular, y aunque parezca mentira, el segundo del Burnley en los siete partidos de competición doméstica. Arfield centra desde la frontal para que un compañero remate de cabeza. El testarazo de Jutkiewicz salió desviado, pero por suerte para un animoso Sean Dyche (que se quitó un gran peso de encima), ahí estaba Michael Kightly para disparar y poner el empate nuevamente en el marcador. La alegría se extendió por toda la sección Burnley de la grada del King Power.

El segundo gol del Leicester venía precedido de una jugada de escándalo

Una vez más, como ya es recurrente en todas las crónicas con el sello del Burnley, hay que hacer mención a una frase de uso muy español, extrapolable perfectamente a la situación de los de Lancashire: "Poco dura la alegría en casa del pobre". No fueron ni dos minutos el tiempo que The Ginger Mourinho pudo saborear los aromas de la remontada. Mahrez, rondando el 40, cabezeaba un centro y ponía el cuero al palo corto, en la misma línea de gol. La fortuna no quiso el empate para los extraños, y se alió con los foxes, dándoles el privilegio de la victoria antes de consumarse el descanso.

Phil Dowd pitaba y la segunda parte comenzaba con un cambio de tornas. El Burnley salió más fiero que en la primera mitad, volcando todo su poder ofensivo en balones al hueco nque no lograban encontrar a Jutkiewicz. Toda la superioridad se sustantivaba en una oportunidad magnífica para demoler el 2-1 y volver a igualar la contienda. Con Arfield jugando un poco más al centro y Boyd en banda, el equipo perdió profundidad pero mayor calidad en tres cuartos de cancha. Un centro desde la banda zurda del ex-Hull City acababa en la cabeza del ex-Middlesbrough, Jutkiewicz. La bola se perdió muy cerca del palo defendido por un perplejo Schmeichel.

Fuente: BBC

La entrada de Sordell, de clara intención ofensiva (no le quedaba otra al Burnley), dio vida a una punta de lanza que empezaba a disiparse según pasaban los minutos. El tiempo apremiaba y Jutkiewicz entendía que la derrota podía quebrar la esperanza de un sólido grupo y la confianza del resptable en su entrenador. Defendido por Schlupp, el delantero de la perilla pelirroja, se daba la vuelta cual pívot en baloncesto intenta soltar un gancho, él, con su bota en vez de con la mano, lanzó lejano sin saber muy bien donde quedaban los tres palos. Su disparo se salió por centímetros, y puso el miedo en los cuerpos de la afición local.

El nerviosismo no solo era patente en el Burnley. Entre líneas, también se pudo leer como el partido se descontrolaba para los intereses de los de Pearson. Las imprecisiones, los balones largos y la introducción de defensas en vez de atacantes dejaba entrever la superoridad visitante durante buena parte de los segundos 45 minutos. Los foxes achicaban balones del área chica como podían, porque los atacantes clarets no daban tregua desde la parcela lateral.

El Burnley ha marcado hoy más goles que en los anteriores seis partidos juntos

Trippier caía lesionado después de aguantar varios minutos sobre el césped estando dolorido, producto de un lance en una acción anterior. El zaguero representaba fielmente la imagen de su equipo. Un equipo que lo hace bien, aguanta contra viento y marea, creyendo en sí mismo, pero que se desmorona al final porque no puede competir en una división que no es la suya.

El árbitro daba siete de añadido poco después de que Moore tuviera en su cabeza la sentencia. Saque de córner que se va largo hacia la testa del futbolista anglo-jamaicano. Su remate, muy ajustado al palo izquierdo del portero, se marcha de nuevo a saque de esquina gracias a una intervención magistral del cancerbero claret, Tom Heaton.

El Leicester acabó siendo la víctima

El fútbol es irracional. Tanto, que te hace estar alicaído durante un partido entero, y en un minuto, devolverte la alegría. Y al Burnley, como buen campeador y épico señor inglés, la alegría y los honores le llegaron al final, en el 96. Todo parecía perdido, y la cabeza de Dyche estaba en juego. Wallace, ingresado diez minutos antes, se disponía a ejecutar una falta directa desde la frontal. Su disparo salió con una parábola perfecta. El número áureo. Roberto Carlos vestido de morado. Caía templado, sin prisa, buscando el beso con las redes. Schmeichel no llegaba, y la relación entre el cuero y las mallas se consumaba, poniendo en pie a todos los aficionados, del color que fuesen. KissCam llegada a la Premier League.

Porque aquello era irreverente, en el 96 el partido cambiaba. En un minuto el devenir del Burnley sería otro. Dyche respiraba tranquilo y celebraba el gol como si fuera el último que viera. Bendito Trippier que se desplomaba sobre el verde. Y benditos siete minutos de añadido, producto de su lesión. Nuevo repato de puntos que no sacia a nadie, pero que sienta al Burnley como una victoria en la final de la Champions.

Puntuaciones Premier League VAVEL

Leicester (2) Burnley (2)

Schmeichel 5 Heaton 4
De Laet 5 Trippier (86') 4
Konchesky 5 Shackell 5
Drinkwater 5 Duff 5
Morgan 6 Mee 7
Hammond (78') 6 Kightly (78') 7
Vardy 7 Arfield 6
Schlupp 6 Boyd (67') 5
Moore 6 Ward 4
Ulloa (63') 4 Barnes 6
Mahrez (72') 7 Jutkiewicz 6
Suplentes
Nugent (63') 5 Sordell (67') 6
Knockaert (72') 5 Wallace (78') 7
James (78') 5 Keane (86') -