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El Udinese gana tres puntos a balón parado

Danilo primero y después Di Natale (con un gran gol de falta) dejaron los tres puntos en casa del Udinese en un partido sin tensión ni fútbol. Fotos: webs de lagazzetadellosport.it y tgcom24.it.

El Udinese gana tres puntos a balón parado
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Por César Davila

Un partido para dormir a los niños en la hora de la siesta. El Cagliari y el Udinese protagonizaron un duelo falto de tensión y espectáculo, a pesar de los dos goles que muestra el marcador. Quizás no fue por falta de ganas ya que, en un inicio, los dos equipos parecían querer dar una buena imagen, pero desde luego ambos completamente faltos de acierto.

El Udinese empezó el encuentro cargado con las dudas que les dejó el reciente desastre frente a la Sampdoria. En contraposición, los de López contaban con la seguridad que le daban las buenas sensaciones que habían dejado frente al Inter. Las dos escuadras saltaron al césped con las mejores intenciones, pero ninguna de las dos se encontró en el campo.

Habían pasado tan sólo tres minutos y Murru ya mostró un esbozo de lo que sería el partido: un festival de tiros lejanos. El joven lateral sardo (titular habitual con sólo 18 años) probó a Kelava desde cuarenta metros. Un sorprendente zurdazo que se estrelló en el travesaño y que hubiera sido el gol de la jornada.

El Cagliari disfrutó de un buen arranque y parecía no notar la falta de su capitán, Conti, ya que controlaba con soltura el balón y el medio del campo. Pero al acercarse al área rival toda esa claridad y tranquilidad se desplomaban dejando solo imprecisiones y guerras personales. Los de Guidolin no dominaban ninguna faceta del juego, pero sus aleatorias llegadas a los territorios de Agazzi eran significativamente más peligrosas que todo el control de los sardos. No más incisivas, pero sí más peligrosas. Algunos balones colgados y sus múltiples rebotes creaban una gran incertidumbre en la defensa cagliaritana.

Con el paso de los minutos el equipo local comenzó, poco a poco, a notar la poca mordiente del Cagliari, y a sentirse cómodo esperando que uno de esos rebotes, que bailaban sin rumbo por el área, acabaran en los pies de un compañero con camisera blanca y negra. Era cuestión de tiempo, de pura estadística. El jugador agraciado por la lotería de los rebotes fue Danilo, que marcó así, de manera algo acrobática, su primer gol de la temporada. Una falta lateral, un rebote y el primer gol del partido para el Udinese.

Nainggolan, el mejor de su equipo, no daba abasto y añoraba más que nadie a su capitán. Con el correr del reloj el Cagliari no solo perdía el marcador, sino también el balón y con él el partido. Los compañeros del joven belga perdieron por completo el control del medio del campo y la capacidad de crear juego. Pinilla, Ibarbo e Ibraimi no crearon peligro en ningún momento y, ante la evidente falta de ideas, todas las opciones que les quedaban a los sardos eran infructuosos e inocentes tiros, siempre lejanos o muy lejanos.

El Udinese por su parte tampoco creó fútbol en absoluto, y el báculo de mando que perdió el Cagliari no fue reclamado por los locales, ni falta que les hacía. El rival era inofensivo y el paso de los minutos sólo podía traerles la victoria.

Pero antes del final el capitán del Udinese mostró su brazalete. El Cagliari jugaba sin guía, pero Di Natale estaba presente. Marcó un gol de falta directa que describió una curva precisa, como si el veterano delantero la dibujara con un bisturí. Poco más que contar de un partido soso, sin fútbol ni intensidad que se resolvió con dos goles a balón parado y apenas dos tarjetas amarillas.