Es difícil estar en la situación del Nápoles y seguir compitiendo. Te encuentras en tierra de nadie, sin peligro por detrás y con pocas esperanzas en el horizonte. Pero este equipo compite. Y más aún si juega en San Paolo, el templo del fútbol napolitano. Ante esa afición, uno está obligado a sudar la camiseta. En frente estaba la Lazio, hambrienta por entrar en puestos Europa League pero con la importante baja de Miroslav Klose, ese delantero disfrazado de artesano del gol.

El partido comenzaba a favor del conjunto capitalino. Lulic, sustituto hoy del nueve alemán, tras un fastántico movimiento en el área y un tiro cruzado ponía a su equipo por delante en el marcador. Golpe cargado de nerviosismo para un Napolés al cual le cuesta crear juego pero anda sobrado de pegada.

La ventaja le duró a la Lazio veinte minutos. Mertens sortea a dos jugadores y coloca el balón en la misma escuadra, imposible para Berisha. El belga está rindiendo a la altura de lo ofrecido en Eindhoven y su primera temporada en Serie A es excelente.

Pipa Higuaín

La segunda parte se presentaba muy interesante. Dos equipos obligados a ir al ataque y con varias armas en sus filas para conquistar la porteria rival. Sin embargo, a los cinco minutos, Cana derribaba a Mertens dentro del área. Otra vez el belga. Desequilibrante y decisivo. Penalty, segunda amarilla y expulsión. El partido se rompía muy pronto. Además, Higuaín no falla.

El Pipa probó el sabor del gol, lo saboreó y quiso repetir. Y así lo hizo en el minuto 67. Sólo ante su víctima tras un gran control con la cabeza no perdonó. Higuaín es gol. Higuaín huele sangre y se ensaña con su víctima. La típica historia entre el cazador y la presa. Entre el guepardo y la gacela.

Pero la Lazio no se daba por muerta. A pesar de jugar con diez jugadores, se mantuvo de pie, digna, sin haber dicho todavía su última palabra. Así lo demostró Onazi. Vaya nombre curioso para un jugador de su color piel. Comentarios extradeportivos aparte, ese gol metió a su equipo en el partido a falta de diez minutos.

Rafa Benítez retrasó sus filas y el Nápoles notó el miedo. Sufrió porque se mascaba la tragedia en forma de empate. Pero quién si no el nueve argentino para ahuyentar el miedo. Otra vez letal. Al igual que Furio Giunta, Higuaín no falla. Mano a mano con el portero rival, picadita y gol. Hat Trick. Una vez más, Pipita héroe de la grada. Todavía sigo con la piel de gallina después de escuchar a los tifossi corear su nombre tras sus goles.

Victoria napolitana que sirve para asegurar (aún más) la tercera plaza. También para dignificar el escudo, el club que uno defiende. Todavía queda el partido más importante del año. Llevarse la Copa de Italia convertiría en bastante buena la primera temporada del preparador español en el sur de Italia. Si consigue mantener el grueso de su equipo y tiene la posibilidad de mejorar el nivel del plantel, podrá aspirar a objetivos más importantes.

Por su parte, la Lazio, matemáticamente todavía no ha dicho adiós al tren europeo. Será dura la pelea. Pero ellos saben pelear. Será bonita la pugna con Inter, Parma y Torino.

Los goles del partido