Silencio

Cuando las quinielas eran meros despojos a toro pasado, la corazonada pasó a una exuberante taquicardia, y la mezcla de pavor y éxtasis era un cóctel que embriagaba. Madrid bailaba con los dioses y la orgía era inminente. Pero terminado el encuentro, nadie pronunció Madrid. Símil de agridulce desenlace. Amalgama de plomiza decepción y confusa esperanza venidera por el roce con la gloria. Sí, a orden sumiso: Chicago, Tokio y finalmente Rio de Janeiro, la deseada. El silencio nos hizo sombra. Mientras sujetábamos el espejo a la bella Rio, nos supimos segundos. La corazonada, no llegará a 2016, ya ha dejado de latir.

Silencio
Rio de Janeiro 2016
avito
Por Javier Robles

Hace 4 años, la excusa fue el griego Lambis Nikolau, miembro del COI, que supuestamente había errado al pulsar el voto que apeó a Madrid 2012 de la final y alzó a París, que volverá fuerte en 2020, a la lucha con Londres. Algo que él mismo negó.

Tras la decepción, fue Jacques Rogge, según Gallardón, bien cómo vacile de sólido apoyo institucional o como fe de suplentes, el que alentó al Alcalde a volver a posar a Madrid ante el jurado.

Este año no ha habido excusa. Madrid pudo sentirse barroco ante la belleza y majestuosidad de la ex capital brasileña, reflejada en su espectacular devenir de montañas y montañas junto al mar, a la vigilia del Cristo del Corcovado. Y a la virginal Sudamérica, que en 2016 se estrena. Fue la lucha del dotado, frente al preparado.

Chicago era la favorita por el factor que el transcurrir el día, colocó en el absurdo: “Si Obama va, es porque sabe algo”, pronunciaron sin cesar en la vispera, los principales directores de periódicos nacionales.  A ritmo de blues y melancolía, sin aclarar a ciencia cierta si el Estado apoyaría alguna inversión, atizó el Start la candidatura de la llamada Ciudad del Viento,  y pintaba bien, pero dejaron algún retazo de frialdad anglosajona, demasiado “polite”. Obama, se saltó el protocolo y fue saludando personalmente a los miembros del COI, que le castigaron bien por falta de implicación o por su desgana hiriente.

Tokio, era la candidatura sofisticada. No es Japón un país que fallaría como anfitrión a unas olimpiadas. Prometían una novedad que a bien seguro tomará su importancia en el futuro: los primeros juegos ecológicos. No cuajaron, bien por el escaso apoyo popular, bien por la cercanía de Pekín, o bien porque nunca transmitieron que iban en serio a por estos Juegos. Aún así superaron a Chicago.

Rio, única calificada por el infome de evaluación del COI como de “muy alta” calidad, se presentaba como la apuesta de Sudamérica, de sus primeros juegos y fue más fuerte en su presentación, coronada por un video que rompiendo retinas, mostró al desnudo la imperial belleza de la ciudad. Pero casi todo era virtual. El carisma y elegancia de Carlos Nuzman, la pausa y rotundidad de Lula, que creó culpables con un mapa incontestable, y lo más importante, prometió la implicación del Estado ante cualquier visicitud económia. El Mundial de fútbol de 2014 ya era suyo, por lo que parecía una apuesta fuerte, pero en demasía acoparadora. La favorita seguía siendo Chicago.

El almuerzo, intuyo, daría para poca reflexión.

Madrid, desfilaba firme, alcalde, presidenta, presidente y rey. Fue Samaranch jr. quien abrió el discurso, que quizá echó de menos las presencias de Nadal, que prepara el Abierto de Pekín y Gasol, encadenado a los Lakers. Videos duros, directos al corazón, un excitado Gallardón pedía público a su obra, con un discurso coherente, machacado y racionado. Pues volvería más adelante. Esperanza Aguirre, paseaba su ignorancia del deporte hablando en un depurado francés.

Curiosamente, fue Zapatero uno de los más firmes. Su discurso arrancó con un solidario recuerdo a las víctimas de Indonesia y lanzó una mano tendida al COI, comprometiéndose a convocar un Foro de Deporte de los principales jefes de Estado con el COI para 2010.

Un excelso video de un sobre que arrancaba en Madrid y de mano en mano llegaba hasta Copenhague, Francia, Bélgica y demás países mediante, arrancaba la emoción del Alcalde, que a punto de llorar supo contener quizá una oportuna compostura.

Samaranch y el Rey, hablando ambos en inglés, lanzaron dispares pero rotundos mensajes, uno, un gran hombre, aludiendo, de manera muy emotiva, a su avanzada edad y a la ilusión de poder llevar unas olimpiadas para su país y el segundo, recalcando la importancia que los juegos tendrían para Madrid y el legado que este podría dejarle al mundo.

Como dijo Zapatero en la víspera: “No se puede hacer mejor”. Y quizá no se pueda hacer mejor, pero sí encontrar el momento oportuno.

Para el olvido quedará que Madrid plantó con autoridad su apuesta como ciudad olímpica. En la memoría del COI, que el vaso de Madrid se va llenando. Y en la historia, en la historia ya esta Rio 2016.

Derrotas, las hay penitentes, con gloria, con impotencia, de lágrima rota, de excusas, diferentes, porque la derrota es fiel camaleónica, de todos los colores, hubo y habrá. Quizá Madrid adhiera todas las anteriores, pero esta vez las excusas no aparecieron.

Madrid 2016, deja un legado. Desde esta ciudad, desde este país, en cada rincón, en cada habitación, en cada bar, desde las camas de cualquier hospital, Madrid se permitió volar, dudar, sentir, disfrutar, cuando el espiritú olímpico nos hizo su dueño y eramos un fiel compañero a merced de su osadía.

Pero el techo, el techo de Madrid, esta ciudad visceral, era soñar. Y soñó.

Ahora se soñará con Madrid 2020. They believe in impossibles.

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Sobre el autor
Javier Robles
Mi lírica es mi poesía y así fue como la encontré, errante en el mar profundo, al timón de un timonel. Escribo. Periodista. Hago periodismo. Hago documentales. Aprendí que el crápula vive del periodismo, mientras el periodista honesto sobrevive de su caridad. Fundé VAVEL para que de una vez, ganaran los buenos.