Su primer libro Correr o Morir comenzaba con una frase: Kiss or Kill. Besa la gloria o muere en el intento. Perder es morir, ganar es sentir. La lucha es lo que diferencia una victoria, a un vencedor. ¿Cuántas veces has llorado de rabia y de dolor? ¿Cuántas veces has perdido la memoria, la voz y el juicio por agotamiento? ¿Y cuántas veces, en esta situación te has dicho: "¡Otra vez! ¡Un par de horas más! ¡Otro ascenso! El dolor no existe, sólo está en tu mente. Contrólalo, destrúyelo, elimínalo y sigue. Haz sufrir a tus rivales. ¿Soy egoísta verdad? El deporte es egoísta, porque se debe ser egoísta para saber luchar y sufrir, para amar la soledad y el infierno. Detenerse, toser, padecer frío, no sentir las piernas, tener náuseas, vómitos, dolor de cabeza, golpes, sangre… ¿Existe algo mejor?".
En ocasiones la excepcionalidad se materializa en seres humanos increíbles como el skyrunner catalán Kilian Jornet, cuya ambición deportiva roza los límites de lo imposible. Deportistas que despiertan admiración en todos aquellos que comparten su afición. Prodigios de la naturaleza que llevan su cuerpo al extremo y disfrutan de cada gota de sudor derramada, e incluso del sufrimiento que supone avanzar un solo kilómetro más. No importa que llueva, nieve o truene, las limitaciones las establece la mente. La competitividad y la pasión por la autosuperación pueden derrumbar todas las barreras y convertir a un simple deportista en el mejor, en un campeón, un referente para tantos otros a los que sus logros motivan a vencer las tentaciones de la desidia.
Hace 26 años el Pirineo catalán se preparaba para que, tres años más tarde, sus montañas y bosques albergasen los juegos del pequeño Kilian y de su hermana Naila, que nacería un año después. El deporte, que comenzó siendo un juego de niños, se convirtió para ellos en una forma de vida cuando alcanzaron la madurez. El refugio de montaña de Cap del Rec fue el hogar de una familia de deportistas, donde Núria Burganda y Eduard Jornet fomentaron el potencial deportivo de sus hijos desde una edad muy temprana, inculcándoles su amor por la montaña. Con apenas 3 años Kilian Jornet había coronado la Muga, el Perafita y la Tossa Plana, y se defendía sin dificultad sobre los esquís.

"Comprobar que todo el esfuerzo no ha sido en balde"

Entre los seis y los diez años completó su primer 4.000 en las cumbres del Aneto y la travesía de los Pirineos en 42 días. Pero sería en el instituto cuando llegó el momento de competir, Kilian decidió inscribirse en el Centro de Tecnificación de Esquí de Montaña (CTEMC). Sin embargo cuando todo marchaba sobre ruedas y había logrado ganar todas las categorías inferiores, e incluso a su ídolo Agustí Roc, una rotura de rótula truncó sus espectaculares progresos. El mundo se le vino encima, no podía desprenderse del interrogante de si su carrera habría terminado ahí, o si podría ser capaz de recuperar su nivel.
Poco a poco, siguiendo las recomendaciones de los médicos pudo volver a practicar deporte, fue recuperando su nivel, se esforzó al máximo por llegar a superarlo y lo logró. A sus 18 años era un joven ambicioso, con una definida idea de futuro que distaba de la que tenía la mayoría de gente de su edad, él había elegido un camino diferente que le traería unas sensaciones y una satisfacción personal dignas de admirar. Siempre tuvo claro que era lo que quería, y a pesar de saber que para conseguirlo tendría que enfrentarse a multitud de renuncias, siempre pesaron más los pros que los contras.

"Correr por la montaña te permite conocer su geografía. Leer el terreno y unirte a sus formas”

El Manifiesto del skyrunner fue y continúa siendo una gran motivación para desafiar incluso a las condiciones meteorológicas más adversas. Su vida giraba en torno a la competición, el objetivo era entrenar para obtener los mejores resultados y comer para sobrellevar los entrenamientos. A sus 18 años pasó verdaderos apuros para administrar correctamente el dinero que en la mayoría de ocasiones se esfumaba al comprar material.
A Kilian la competición le da la vida, para él competir es ganar, todo lo demás queda en un segundo plano cuando lo único que el atleta escucha son los latidos de su corazón y se concentra en su cuerpo y en las sensaciones que cada zancada por ardua que sea, le transmite, a la vez que cada paso le aporta un plus de energía que le impulsa a seguir adelante. Un impulso que le da una nueva razón para entender por qué hace deporte, y por qué ha decidido centrar en ello su vida.
Cuando participa en una competición el joven corredor catalán se olvida del dolor y deja a su cuerpo libre, sintiendo únicamente su espíritu y el mayor placer que cualquier deportista puede experimentar; la cinta en la cintura al llegar a la meta. Es en ese instante es cuando comienzan a aflorar todos los sentimientos que la concentración había mantenido al margen, una sensación increíble por la que todos los sacrificios han merecido la pena y volverían a repetirse tantas veces como fueran necesarios.
“En la vida cada uno elige un camino, una vez elegido hay que continuar por él con seguridad”
El sabor de la victoria le atrapa, se convierte en una dependencia que desea volver a probar, y que le obliga a volver a empezar el proceso de preparación para sentir de nuevo en su piel los instantes de gloria que los triunfos le proporcionan: “Quizás corro porque necesito sentirme creador; necesito saber que hay dentro de mí y plasmarlo en algún lugar del exterior. Podemos explorar nuestro interior y saber de lo que somos capaces, pero necesitamos exteriorizarlo y verlo separado de nuestros cuerpos para contemplarlo como espectadores, poder valorarlo y detectar sus defectos para hacerlo mejor la próxima vez. Es el placer intrínseco de crear belleza y de ver que genera una fuerza de atracción a los espectadores”.

En sus inicios con experimentar esas sensaciones 2 o 3 veces al año le resultaba suficiente, pero con el tiempo cada día su propio cuerpo era el que demandaba volver a experimentarlas. Y todos los sentimientos se convierten en la motivación de Kilian Jornet para embarcarse en viajes por todo el mundo con los que puede sentir bajo sus pies nuevos desafíos, disfrutar del paisaje, de la naturaleza y simplemente dejarse llevar sintiéndose tan ligero como una pluma.

A veces la cama resulta seductora, pero las ganas de comenzar un nuevo día le empujan a levantarse, a perder la noción del tiempo y a disfrutar. A lo largo de su camino ha contado con amigos incondicionales, y por supuesto con su familia. Personas que constituyen un gran apoyo y una motivación extra para conseguir sus logros, personas cuyas palabras y los recuerdos que les mantienen unidos a Kilian quedarán siempre más grabadas en su memoria que cualquier victoria.

"A través de los ojos percibimos los colores de la naturaleza, pero con la piel se convierten en calma, inquietud, paz o angustia"

Sin lugar a dudas el mérito más grande se lo lleva el trail runner, que es quien pone todo su empeño en que a pesar de los rasguños y las desavenencias, se levante si es preciso a las 4:25 de la mañana para comenzar un nuevo día de riguroso entrenamiento. Corriendo percibe un mundo que quizás nadie nunca llegará a conocer al completo, no se podrá saber por qué algunas circunstancias logran emocionar al ser humano, ni por qué otras consiguen abrumarle, pero el deporte enseña cómo controlar mejor los pensamientos y cómo relativizar preocupaciones.

La frontera invisible, el segundo libro de Kilian Jornet vería la luz el pasado mes de noviembre de 2013. Una historia que combina ficción y realidad, donde se narra la expedición que el deportista acompañado por Jordi Tosas y Jordi Coromiras, realizó en el Himalaya. Donde narra minuciosamente su vuelta a la montaña, describiendo cada una de las experiencias vividas bajo las cumbres tibetanas y las sensaciones que allí evocan al corredor y esquiador catalán.

El último reto al que se enfrentó Kilian Jornet fue la Copa del Mundo de Esquí de Montaña. La prueba individual tuvo lugar en la estación suiza de Verbier, el 18 de enero de 2014, donde un aventajado Kilian Jornet se convirtió en ganador.

“¿Por qué corremos? Esa es la cuestión que nos plantean aquellas personas que no corren, pero sobre todo es lo que nos preguntamos nosotros mismos todas las noches antes de dormirnos”

Una semana después ocupaba el tercer puesto en cronoescalada, en la estación francesa de Courchevel a pesar de haber sufrido problemas en los pies y una penalización de 15 segundos. Cabe destacar el esfuerzo realizado por los primeros clasificados, especialmente la llegada de Kilian Jornet, a quién la aproximación del helicóptero que realizaba el seguimiento de la competición para su retransmisión, afectó. Todo ello sumado a que por ser el primero del grupo en solitario fue el quién iba abriendo el camino a través de la nieve. El sobreesfuerzo hirió los pies del joven deportista, lo que favoreció el adelanto de sus rivales más cercanos. Sin embargo, Kilian decidió descalzarse, consiguió recuperar una buena posición y llegar a la meta como un campeón.

Porque él compone la perfecta ejemplificación de la frase de su segundo libro: “Porque somos hombres forjados en sueños; porque si no soñamos, estamos muertos”.

A veces es preciso perderse, recorrer senderos desconocidos, y en la adversidad poder encontrarse a uno mismo, sentir cada latido del corazón, cada músculo, cada centímetro del propio cuerpo. Aprender a conocerse en la paz de un solitario paisaje, en la cima del pico más alto, sintiendo el aire en la cara y respirando la libertad, descubriendo que el cuerpo no tiene límites, que las limitaciones solo existen en la mente. Esquivar los obstáculos y hacer aquello con lo que cada uno se sienta realizado, encontrar la satisfacción en el perfeccionamiento de las técnicas ya conocidas e indagar en aquello que no se ha llegado a conocer aún.

Kilian Jornet ha tenido grandes referentes a lo largo de su carrera deportiva, pero su dedicación y pasión por lo que él hace es inspirador y le convierte a él en referente. ¿Qué corredor o qué persona no querría tener su fuerza de voluntad y su arrojo para lograr todo aquello que se propone?

Fotos | National Geographic / kilianjornet.cat.

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