Río enciende los primeros Juegos de Sudamérica con un llamamiento a salvar el Planeta

Vanderlei Cordeiro de Lima enciende el pebetero 12 años después de que un fanático le apartara de la victoria en el maratón de Atenas 2004. Río apuesta por el ecologismo como legado de sus Juegos y pide al mundo luchar contra el cambio climático y cuidar la naturaleza en una ceremonia cargada de bailes y color pero inferior a las últimas. Pitos al presidente de Brasil al abrir los Juegos. Nadal, con una sonrisa, abandera el jaranero desfile español.

Río enciende los primeros Juegos de Sudamérica con un llamamiento a salvar el Planeta
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Por Ismael Pérez

Vanderlei Cordeiro de Lima nunca fue estrella del atletismo. Sorprendió a todos en el maratón que cerraba los Juegos Olímpicos de Atenas el 29 de agosto de 2004. Corría hacia la medalla de oro en un escenario inmejorable, el estadio Panathinaiko, cuando un fanático religioso irlandés le agarró y le arrastró hacia el público. El brasileño pudo continuar y entró celebrando el bronce como una victoria, pero perdió su única oportunidad de ganar un oro olímpico. Su país se lo compensó 12 años después. Ni Pelé, ni Schmidt, el exmaratoniano de 47 años encendió el pebetero que inauguró los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.

El atleta subió unas escaleras, se giró y traspasó el fuego de su antorcha a un pebetero en forma de caldero, que luego se elevaría para encontrar un trasfondo giratorio que aumentara su espectacularidad. Fue un encendido clásico que cerró una ceremonia plana y escasa de momentos memorables y golpes de efecto, incapaz de resistir la comparación con las dos precedentes en Pekín y Londres. Tampoco el presupuesto, la mitad que en Londres, y la situación de Brasil permitían demasiadas alharacas. Hasta el presidente interino del país, Michel Temer, al que le tocó inaugurar oficialmente los Juegos mientras se juzga a Dilma Rousseff, recibió una gran pitada del estadio y tuvo que acortar su intervención.

Sin la marcialidad de Pekín ni la exhibición de historia musical de Londres, Río repasó sus raices desde su conquista por Europa a golpe de carabela, presumió de Amazonas, enseñó el progreso con la construcción de unos ficticios rascacielos en el lateral del estadio, la ciudad de noche y, sobre todo, convirtió el Maracaná en una pista de baile. Cuando la ceremonia tomó un cariz más serio, lanzó un importante mensaje ecologista sobre la necesidad de cuidar el planeta. Un video aprovechó la audiencia potencial de casi 3.000 millones de personas para alertar de los peligros del calentamiento global y las emisiones de CO2, con la inundación de ciudades de los cinco continentes: Ámsterdam, Dubai, Florida, Shangai, Lagos o el mismo Río. Después, un niño en el centro del estadio animó a plantar la vida con semillas.

Un vídeo trató de concienciar al mundo de los peligros del calentamiento global

El mensaje lanzó el desfile de países, cada uno precedido por una bicicleta y portando una semilla que depositaron en unas estructuras de las que luego emergieron unos aros olímpicos verdes. Acabados los Juegos, las semillas se replantarán en la zona de Deodoro. Entre las 207 delegaciones no faltaron las estrellas: Michael Phelps llevó, por fin, la bandera estadounidense una vez que los 400m estilos no están en su calendario natatorio el primer día; el campeón de judo Teddy Rinner portó la francesa; la nadadora Federica Pellegrini, la italiana; el atleta Wayde Van Niekerk, la sudafricana; el tenista Andy Murray, la británica, la velocista Shelly-Ann Fraser-Pryce, la jamaicana; el luchador Mijain López, la cubana; el baloncestista Luis Scola, la argentina; y la ciclista Anna Meares, la australiana.

España pone la fiesta

Los mayores aplausos, sin embargo, se los llevaron las dos últimas delegaciones: el equipo de refugiados del COI, del que Thomas Bach se acordó después en su discurso, precedido por la atleta Rose Nathike; y la delegación local. Brasil apareció tras Yane Marques, pentatleta y militar. Para España, sin embargo, el gran momento llegó en torno a las 02:30 de la madrugada, cuando Rafael Nadal consiguió una de las pocas grandes fotos que le faltaban al llevar la bandera de España con una enorme sonrisa de satisfacción. Por detrás, algunos de los 306 deportistas españoles rompieron el protocolo y la seriedad de otros países y tan pronto como aparecieron en el estadio comenzaron a saltar, bailar y a acercarse a las cámaras.

Terminada la romería, el presidente del Comité Organizador de Río 2016, Arturo Nuzman, se alargó en un discurso en el que presumió de vivir en el mejor país del mundo. Bach ralentizó también la ceremonia desde el micrófono y premió después al atleta keniano Kipchoge Keino, cuatro veces medallista olímpico en mediofondo en México 68 y Munich 72, con un trofeo que representaba un laurel para reconocer su trabajo humanitario. Su entrada en el estadio rodeado de niños con palomas de papel quedó como el llamamiento a la paz de la ceremonia.

Joaquim Cruz, Óscar Schmidt o la futbolista Marta llevaron la bandera olímpica

El protocolo habitual continuó con la entrada e izado de la bandera olímpica, portada por el atleta Joaquim Cruz, el baloncestista Óscar Schmidt o la futbolista Marta Vieira, y el juramento de limpieza de atletas, entrenadores y árbitros con la leyenda de la vela Óscar Scheidt. Lo más obvio, el carnaval, apareció para llevar la inauguración a las cuatro horas con Caetano Veloso, Gilberto Gil, Anita y hasta 12 coloridas escuelas de samba que trasladaron el espíritu del Sambódromo a Maracaná mientras en el centro del estadio ya se veían los huecos dejados por los numerosos atletas que prefirieron marcharse a descansar a la Villa Olímpica.

El tenista Gustavo Kuerten entró por fin con el fuego olímpico en el estadio con los ojos llenos de lágrimas, pasó el relevo a la baloncestista Hortencia Macari y, descartados los demás, el foco iluminó a Vanderlei Lima, que 12 años después recibió su recompensa personal con un momento único. Su fuego iluminó el mayor espectáculo deportivo del mundo, por primera vez en el Sur de América y bajo la sombra del Cristo del Corcovado.

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Sobre el autor
Ismael Pérez
25 años. Periodista. He cubierto los JJOO de Londres y Sochi para Somosolimpicos.com y los grandes campeonatos de atletismo desde 2011, en Praga y Ámsterdam como enviado especial. @Ismael_Prz