Resumen día XIV: dos marcianos en Río

Carolina Marín culmina el milagro del bádminton español con el oro olímpico y se convierte en la primera jugadora no asiática en subir al olimpo de este deporte. Usain Bolt logra en el relevo 4x100m su novena medalla de oro, iguala a Lewis y Nurmi y culmina el triple-triple en su despedida olímpica. Allyson Félix, la primera atleta con cinco oros. El baloncesto masculino se jugará el bronce el domingo ante Australia.

Resumen día XIV: dos marcianos en Río
Carolina Marín y Usain Bolt, los protagonistas del antepenúltimo día en Río. Fotos: Richard Heathcote y Shaun Botterilli.
ismaelperez
Por Ismael Pérez

El antepenúltimo baile de emociones y medallas en Río de Janeiro fundió por casualidades del calendario la última carrera olímpica de Usain Bolt y la consagración en los Juegos de Carolina Marín, por diferentes razones, dos marcianos aterrizados en el planeta olímpico. El jamaicano por cambiar la historia de la velocidad y lograr lo que nadie firmó nunca, el triple-triple, tres victorias en 100, 200 y 4x100m en tres ediciones olímpicas consecutivas. El último relevo, este mismo viernes. Nueve oros que lo encumbran junto a Paavo Nurmi y Carl Lewis y hacen de su última comparecencia en los Juegos una seria amenaza para el atletismo, que ahora tendrá que ingeniárselas para llenar su hueco en un momento crítico para el deporte a nivel mediático.

Más allá de su recuento de medallas, Bolt marca una época por los récords a los que fue capaz de llegar, la superioridad insultante con la que ha derrotado a todos sus rivales, el cambio conceptual que supuso la irrupción de un atleta espigado y de gran zancada en la época de los velocistas rechonchos e hipermusculados y el carisma que desprende en el tartán, antes de cada carrera y en la celebración de cada victoria, desde que ganó los 100m más alucinantes de la historia (no por la marca, sino por la manera de conseguirla) en los Juegos Olímpicos de Pekín, su primer oro, hasta ahora.

Idolatrado por muchos, odiado por otros, impresionó a todos y se va de los Juegos sin perder. Cayó, es cierto, en Atenas, cuando era un adolescente que pasó inadvertido por las primeras rondas de los 200 metros, pero no desde que se levantó su leyenda, Tampoco en los Mundiales ha sido derrotado. Solo se quedó sin el oro del hectómetro de Daegu 2011, y no por correr más lento que sus rivales, sino por su propia ansiedad en los tacos que lo descalificó de la final.

La onubense revolucionó también el rumbo de su deporte, el bádminton, coto exclusivo de Asia hasta su irrupción. Este viernes perdió el primer set de todo su periplo olímpico pero remontó a tiempo de rubricar una de las epopeyas más milagrosas y alucinantes del deporte español. Se convirtió en la primera no asiática en alzarse con el título olímpico y confirmó su poderío, ya expresado con dos Mundiales en 2014 y 2015 y el liderazgo del ranking, en el escenario más relevante. 

Marín ha logrado algo inimaginable hace cuatro años, cuando en su debut olímpico en Londres ganó un solo partido de la primera fase, en la que fue eliminada, y se interpretó como una gran actuación. Era la consecuencia lógica del historial español en un deporte con nula tradición y solo 7.000 licencias. En Pekín 2008 la guipuzcoana Yoana Martínez había logrado la primera victoria nacional en la historia de los Juegos. 

La proeza de Carolina Marín se cimentó desde los 14 años, cuando abandonó su Huelva para apostar por el bádminton en Madrid, y se levantó gracias al sobresaliente trabajo de un entrenador, Fernando Rivas, que encontró a una competidora feroz y pulió su talento. Rivas apeló al recuerdo de la niña que abandonó su casa para perseguir su sueño en los momentos más zozobrantes de la final. La píldora de emotividad del técnico funcionó a la perfección, como todo lo que construyen unidos. Son ellos los que han creído desde el principio en que matar a Goliat era posible. Con ese convencimiento ha llegado Marín hasta la cima. Para mantenerse entre las gigantes asiáticas y extender su dominio hasta Río ha añadido a su metodología profesional de trabajo dolor físico y lágrimas durante los últimos meses.

Tampoco es muy común el caso de Jesús Ángel García Bragado, el atleta más viejo del mundo en Río. A sus 46 años terminó los 50km marcha del programa de sus séptimos Juegos Olímpicos en 20ª posición, mientras los más jóvenes no resistían la dureza de la prueba. Tuvieron que ser ellas, y más concretamente Beatriz Pascual, las que sumaran el primer diploma olímpico del flácido atletismo español en los Juegos. Terminó octava, por tercera vez entre las ocho mejores en unos Juegos, en la prueba femenina de 20km.

Un puesto entre los más cualificados sin medalla que no le sabría a nada al baloncesto español después de dos platas. La final olímpica ante Estados Unidos se adelantó esta vez a semifinales y el resultado acabó igual. La España de Scariolo nunca pareció poder vencer a una versión reducida del potente equipo americano pese a las estrecheces del marcador. La despedida a una generación inolvidable debe producirse el domingo con un bronce ante Australia.

Sería el metal que cerrase la cuenta española en Río, varada de momento en 12 a la espera de que el piragüismo siga reportando réditos el sábado. Saul Craviotto en solitario y el K4 1.000m se metieron en las finales, como todos los demás barcos llegados hasta Río. Una efectividad casi similar a la de la atleta americana Allyson Felix, que se convirtió en la atleta con más medallas en el tartán (8) y más oros (5).

VAVEL Logo
Sobre el autor
Ismael Pérez
25 años. Periodista. He cubierto los JJOO de Londres y Sochi para Somosolimpicos.com y los grandes campeonatos de atletismo desde 2011, en Praga y Ámsterdam como enviado especial. @Ismael_Prz