Todo empezó un día en el que se me ocurrió enviar un mensaje a Tony preguntándole si podría entrevistar a su padre Antonio Albacete, sinceramente yo pensaba que no podría y el tres veces Campeón de Europa de Camiones no me iba a ceder esa hora que me concedió.

El piloto de Cepsa respondió a todas mis respuestas y me demostró que era una persona muy humilde y cercana, todavía me acuerdo de lo nervioso que estaba pero los resultados demostraron que dicha charla salió bastante bien para ser mi primera entrevista. Cuándo me iba a ir Rosa, la madre de Tony, me preguntó que por qué no enviaba una petición a Examotor en la que solicitaba pases de prensa para el Gran Premio del Jarama.

En ningún momento me planteé que estos se me fueran a conceder y es que quién iba a pensar que a un chaval de 16 años le iban a dar unos pases para cubrir una de las pruebas más importantes que se hacen en el Jarama actualmente, creo que la chica de la puerta de la sala todavía me sigue mirando extrañada cuando entro ahí. No os podéis imaginar mi cara de sorpresa cuando un día antes de que de comienzo el Gran Premio recibí un email que decía que si que podría asistir y hacer mis crónicas.

Quiero ser sincero y yo llegue al jueves sin saber casi nada del mundo de los camiones, pero cuando estás rodeado de los conocimientos de un equipo como el de Cepsa y te lo explica el propio Antonio Albacete todo va mucho más rodado. Estoy muy orgulloso del trabajo que he realizado y he podido sacar 6 artículos en los 2 días que he estado acreditado. Pero además de estos artículos y este sueño para un "niño" de 16 años me llevo un montón de anécdotas de un equipo que me acogió como si fuese uno más de esa familia.

Pude mantener conversación con todos, obviamente tenía que buscar el momento adecuado para hacerlo ya que no hay que olvidar que son grandes profesionales que estaban haciendo su trabajo. Estoy acostumbrado a ir al Mundial de MotoGP como aficionado y desde el primer momento me impactó mucho la amistad entre los distintos equipos. No me entra en mi cabeza una foto en la que el jefe de Yamaha y el de Honda estén al lado viendo unos entrenamientos. Estábamos todos ahí todos en un garaje con tan solo dos televisores que ponían los tiempos y no se veían muy bien, como si no hubiera rivales. 

Las carreras eran otra cosa, yo me encontraba en parrilla de salida 5 minutos antes de que diese comienzo la carrera. Estaba tranquilamente sentado en el camión junto a Tony, Rubén y varios de los mecánicos que hacen posible que todo funcione. Yo iba con mi camiseta de Cepsa e incluso a veces se me olvidaba que no formaba parte del equipo y podía estar molestando. Iván todavía me sigue debiendo una foto con esas preciosas paragüeras y cuando sonaba la bocina nos teníamos que marchar y dejábamos al piloto solo con los miles de aficionados que había en las gradas.

En el momento que acababa la carrera no íbamos a una terraza en la que se veía la carrera perfectamente, ese era el momento en el que los cigarros entraban en acción para calmar los nervios y la ansiedad producidos por Antonio con sus adelantamientos imposibles. La cara de Rosa era un poema al igual que la de su hijo y es que los dos estaban muy preocupados por cada acción que hacía Antonio. El camión después de la segunda carrera estaba destrozado, las fibras estaban mal y un amortiguador estaba roto. En ese momento entraron en juego los mecánicos que sin hacer ruido seguramente se pegaron una panzada de trabajo y consiguieron que el camión esté perfecto a la mañana siguiente. Se preocupaban cuando les ibas a chocar porque no te querían manchar, uno dijo una frase que era algo así como "Mano de obrero nunca ensucia". 

Para terminar sólo quiero dar las gracias al equipo de Cepsa y espero que tengan mucha suerte en la próxima temporada.