Tras una primera edición donde las miradas se centraban en la lucha entre Marc Márquez y Brad Baker, que tuvieron sus más y sus menos en la pista dando un espectáculo digno de admirar para todos los allí presentes, haciendo de la dicha edición un claro ejemplo de deportividad, pasión y sobre todo, haciendo que la capital catalana, especialmente el Palau Sant Jordi, volviese a brillar de la mano del motor.
Tras los finales calificatorias donde Marc Márquez, Kenny Noyes, Bradley Smith y Daniel Ribalta pasaban para la gran final en la categoría SuperPrestigio, donde sorprendió el papel de Ricky Cardús que se quedó a las puertas de pasar a la gran final, tras comenzar en las anteriores finales mal y remontar, logrando tener posibilidades reales de pasar a la siguiente ronda.
Por su parte, en la categoría Open durante la sesión de entrenamientos cronometrados de la jornada matinal, se despedía Brad Baker tras irse al suelo y realizarse una luxación en la espalda. Lograban pasar a la gran final Jared Mees, Thomas Chareyre, Oliver Brindlew y Gerard Bailo, centrándose toda la atención en el primero de los mentados.
Finalmente, llegaba el plato fuerte de la noche, el Palau Sant Jordi revivía lo acontecido varios meses antes, bajo la atenta mirada del público allí presente y bajo el manto de motores rugiendo. Comenzaba la gran final, con la caida de Chareyre en la primera curva propiciando la división de la carrera en dos grupos, pero por delante Bailo, que se había distanciado del grupo con Noyes les iban atrapando. Pero nada más lejos de la realidad, Marc Márquez y Mees sacaban su verdadero potencial y se ponían a liderar la carrera, consiguiendo finalmente el de Cervera quitarse la espinita de la primera edición que tenía clavada logrando la ansiada victoria.