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Dos años sin Marco Simoncelli

Como cada 23 de Octubre, el mundo del motociclismo recuerda al piloto italiano fallecido en Sepang y al mítico aura que tras de sí dejó su muerte

Dos años sin Marco Simoncelli
Dos años sin la sonrisa de Sic. (Foto: www.e-go.gr).
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Por Marcos Cuevas Gracia

23 de octubre. El calendario y el tiempo no paran y una año más llega esta fatídica fecha que recuerda a la de 2011. A aquella mañana de motos de Sepang y a aquella fatídica primera vuelta. A Marco Simoncelli en el suelo, al traslado, a la espera y a la confirmación de lo inevitable. Mucho se ha hablado de ello pero solo una conclusión cabe para este caso: fue un accidente. Una desgracia producto de la mala suerte y del ansía de Marco por seguir en carrera, por resistir esa caída y por aferrarse a su amiga y compañera, la moto. Simoncelli llegaba a aquella carrera en una forma pletórica; había conseguido su primer podio en MotoGp en la prueba anterior en Phillip Island y las dudas y polémicas del inicio de temporada habían quedado atrás.

Porque el camino de Marco en MotoGp estuvo lleno de zancadillas. Algunas impuestas por otros y otras por él mismo. Aquella primera temporada llena de caídas y resultados no tan buenos. Todos los incidentes que vivió en pista con los pilotos y aquella forma diferente y alegre de ser le llevaron a ganarse muchos enemigos y pocos amigos en la parrilla.

Porque él era diferente. Ver ese 1,83 con los codos sobresaliendo en una moto lo hacían distinto. No concebía estar en una carrera de motos sin luchar hasta la última curva y sin intentar un adelantamiento en un hueco imposible. Él era lucha, intensidad y emoción. Nunca se sabía que podía pasar con aquel 58 rojo y blanco. Marco era ese motociclismo de antaño, en el que se iba con el cuchillo entre los dientes y en el que hacerse daño era algo que un piloto debía aceptar.

Su filosofía le llevó a encontronazos con Pedrosa (aquella caída en Le Mans que acabó con la clavícula de Dani rota) y con Lorenzo. Los dos pilotos que ahora usan el nombre de Marco para pedir seguridad y que controlen a Márquez, que piden que no se repita lo mismo. ¿Cómo evitar que un piloto que quede en medio de la pista sea arrollado? Lo de Sic fue un accidente, su forma de correr no fue lo que acabó con él.

Primera victoria de Simoncelli en 125cc. Jerez 2005

Porque Marco no tenía maldad, él era la sonrisa del paddock. Duro y combativo, pero con la felicidad y la deportividad de una persona alegre y agradecida de poder vivir de su pasión: las motos. De algo que le llevó desde pequeño a ser campeón de Italia de minimotos (ganando a su rival patrio, Dovizioso), de un sentimiento que le llevo a ser campeón del mundo de 250cc, de algo que le llevo a ser diferente en MotoGp.

Nunca un mal gesto. Siempre con tiempo para los aficionados, incluso en mitad de entrevistas de televisión. Siempre con una sonrisa para una foto. El ejemplo fueron todas las fotos que TVE recogió en aquel homenaje televisivo al 58 en apenas unas horas. Al mundo político de MotoGp no le gustaba Marco, pero el mundo de la moto amaba a Simoncelli.

Simoncelli celebrando su campeonato del mundo de 250cc de 2008.

No tuvo tiempo a ganárse en pista el título de leyenda porque la fortuna no quiso, pero fuera de ella su carisma, alegría y ese pelo al viento sobresaliendo del casco hacen que sea un mito de este deporte. Una figura a recordar, un piloto que despertó aquel sabor de los duelos antiguos que tan atrás habían quedado. Un piloto y una persona diferente que seguro que estará montando en moto esté donde esté. El mundo no te olvida Marco. Sempre In Cuore.

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Sobre el autor
Marcos Cuevas Gracia
El Motociclismo como una pasión, el 58 como un número. He visto a Rossi dominar, a Pedrosa nacer, a Lorenzo ganar, a Stoner cabalgar y Márquez reírse de todos. También he visto a Simoncelli caer para convertirse en ángel. No solo motos, también Formula 1, fútbol internacional. Lo que quieran, estoy a su servicio