Cuentan que sus inicios en el motociclismo no fueron fáciles, que tuvo que “tomar prestada” la moto de su hermano y falsificar la firma de su padre para hacer sus primeros pinitos en éste deporte. Además, era de familia humilde y las ayudas y el dinero, al principio, brillaban por su ausencia. Pero cuentan que sus grandes cualidades como piloto, su agresividad y sobre todo su determinación, le llevaron a ser campeón de España en los años 1984, 1986 y 1987, lo que le abrió las puertas del Mundial y las de grandes equipos como YAMAHA, JJCOBAS y CAGIVA. Ésas mismas cualidades le supusieron su primer sobrenombre “Boeing 747”, ocurrencia del Speaker del circuito de Jerez Baldomero Torres durante una carrera del Mundial de Resistencia en 1986, en la que participó Garriga como compañero de Marco Luchinelli, en su etapa de CAGIVA-DUCATI, en la que simultaneó el Mundial de 500 con alguna carrera de resistencia.
Cuentan también, los que lo vivieron, que su gran momento empezó tras su vuelta a YAMAHA en 1987. En ésa época, decoró su casco con un “Comecocos” que simbolizaba sus ganas de comerse el mundo y que supondría, a la postre, su sobrenombre definitivo. En la temporada de 1987, Joan quedó 11º, pero ésa posición final no representaba bien el espléndido momento deportivo de Joan, que pese a conseguir sus primeros podios mundialistas (Jerez y Jarama), su no se vio acompañado por la mecánica, ya que su YAMAHA se mostró lenta y frágil, haciéndole abandonar hasta tres veces.
Pero lo mejor estaba por llegar y fue en la temporada de 1988 cuando el enfrentamiento entre los jóvenes pilotos Pons y Garriga dividió a la afición española en dos bandos irreconciliables, Garriguistas y Sitistas, que representaban dos formas de entender el motociclismo y la vida misma: agresividad contra racionalidad, equipo con menos medios contra equipo con más medios, rubio contra moreno, YAMAHA contra HONDA. Al final el duelo se resolvió a favor de Sito Pons en un final de temporada apasionante, pero el gran beneficiado de aquél inolvidable campeonato fue el Motociclismo Español, que entró en su etapa moderna, en la que ya no éramos sólo una potencia en las cilindradas pequeñas, sino que empezábamos a ser alguien en la categoría intermedia y pronto, con el paso de los dos protagonistas de aquél duelo a la categoría máxima, empezaríamos también a contar en la misma.
Es por ello que todos: afición, equipos, pilotos, federaciones, medios de comunicación y, en general, todos los que tenemos algo que ver con éste maravilloso deporte, tenemos mucho que agradecerle a Juan Garriga.
Gracias Joan, hasta siempre.