Desde hace tiempo se hablan maravillas, y no tan maravillas, de Jack Miller. Su talento está fuera de toda duda y muchos han especulado con la posibilidad de ser un potencial campeón del mundo de MotoGP. También está fuera de duda su falta de profesionalidad y de ética de trabajo, que tantos problemas le ha dado en su año y medio en la categoría reina. Sin embargo, la única oportunidad que ha tenido la ha aprovechado, coronándose en Assen con una sorprendente victoria en condiciones climatológicas cambiantes.

MotoGP vive una época en la que las sorpresas se cuentan con los dedos de la mano. En las 168 carreras precedentes a la caótica prueba de Holanda, el ganador iba montado en una moto oficial, ya sea una Honda, una Yamaha, una Ducati o una Suzuki. Además, entre estas cuatro marcas, la polarización era más que evidente: 74 para Yamaha, 68 para Honda, 25 para Ducati y apenas una para Suzuki, la de Vermeulen en Le Mans'2007. 

Foto: Mirco Lazzari - Getty Images
Foto: Mirco Lazzari - Getty Images

Si hablamos de pilotos, la polarización es incluso mayor: desde la llegada de Márquez a la categoría reina, sólo los '4 Fantásticos' habían copado la primera posición del podio, con 26 triunfos para el de Cervera, 20 para Lorenzo, 9 para Rossi y 6 para Pedrosa. El nivel de grandes pilotos como Dovizioso, Iannone o Viñales quedaba eclipsado no sólo por la superioridad de Honda y Yamaha sino también de sus pilotos. Y no fue ninguno de estos 'outsiders' quien rompió la racha. Fue Jack Miller.

El australiano había sido criticado muy duramente desde su llegada a MotoGP, saltándose el habitual paso por Moto2 y embarcándose en un complicado proyecto en una moto satélite de Honda que, probablemente, sea la peor máquina de la parrilla. Además, sus modales, su escasa humildad y sus numerosas caídas en carrera no mejoraban la situación. En Assen se encontró la victoria, pero demostró que detrás de ese piloto hay muchas manos. Hay talento, pues no todos baten a Márquez, por muy conformista que fuese.

Foto: Mirco Lazzari - Getty Images

Quién hubiese dicho en 2012, cuando Casey Stoner dejó un enorme vacío en el Mundial de MotoGP, que sólo tres años y medio tendría sucesor como ganador de una carrera de la categoría reina. El australiano, campeón de dos Mundiales de MotoGP, dejó la competición a la temprana edad de 27 años y sin un claro heredero en la categoría. El crecimiento de Miller le hizo ganarse comparaciones con su compatriota, aunque parecía algo estancado en los últimos meses.

Australia ha sido cuna de grandes campeones a lo largo del tiempo. Gardner y Doohan dominaron la categoría reina en los años 80 y 90, a lomos de una Honda que, dos décadas más tarde, heredó Stoner para llevarla a la perfección en 2011. Miller lleva tiempo predestinado al éxito y quizás esta victoria le de la confianza y tranquilidad necesaria para brillar en lo que queda de temporada y ganarse, en el futuro, un hueco en un gran equipo. ¿Confiará Honda de nuevo en un australiano?

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Sobre el autor
Rubén Gómez
Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona.