Hirvonen ha llegado al final de su carrera en el WRC. Trece años dan para mucho. Desde que comenzó su andadura como piloto del Mundial en 2002, logró dos “bronces” en 2006 y 2007, y cuatro bicampeonatos desde el 2008 hasta el 2012. Subaru, Ford, Citroën y M-Sport le han visto crecer, pero 259 scratches después, ha llegado el momento de decir adiós.
¿El motivo principal? Tras varios años dedicándose a sí mismo y a su carrera, ha decidido que sus prioridades han cambiado. Su familia le reclama y el ritmo del WRC ha hecho media en él. La despedida oficial será en la última cita de la temporada, en el Rally de Gran Bretaña-Gales. No descarta abrir la baraja a nuevas posibilidades pero ahora solo busca divertirse, la competición se ha acabado.
Los peores momentos son sus mejores recuerdos
En las despedidas siempre toca acordarse de lo vivido. El WRC le ha dado mucho y, ahora que ha llegado el momento de decir adiós, es inevitable acordarse de lo mejor. Los dos primeros años con Ford fueron un dulce aprendizaje que, con la ayuda de Marcus Grönholm, agradeció logrando el título de marcas, algo que su equipo llevaba sin lograr desde 1979. Sin embargo, los recuerdos que más le emocionan son los más momentos más duros. Las victorias costosas, el campeonato perdido por segundos contra el piloto estrella…
El recuerdo del 2009 es uno de ellos y tiene un sabor agridulce. Llegaba con ventaja sobre Loeb a la última cita en Gran Bretaña. Todo se decidiría allí. Pero el capó de su coche se abrió y le robó todas las opciones de victoria. Recuerda cada detalle de aquella mañana y de aquellos tensos tramos. “Iba por las largas rectas de los bosques y esperaba que el clip, que mantenía cerrado el capó, se rompiese”, y así fue. Lejos de quedarse con la espina clavada, se alegra de haberle puesto las cosas difíciles al rey, a Sebástien Loeb.
Ni la nieve ni la lluvia se le han resistido y, de hecho, han hecho de él uno de los pilotos con más experiencia de todo el WRC. Las victorias en Monte Carlo 2010 a bordo del Fiesta S2000 y en Gales en 2007, son las mejores de su repertorio. Condiciones terribles, tramos deslizantes, lluvia, nieve, aire, niebla… Los obstáculos y el esfuerzo desmedido que hicieron Hirvonen y su copiloto Jarmo Lehtinen se vieron compensados con las dos mejores victorias de su carrera deportiva. Impagables e inolvidables.
Hirvonen y Lehtinen, perfecta conexión
“Trece años llenos de risas, aventuras, triunfos, derrotas y pasiones, eso es todo lo que hemos experimentado juntos”. Así resume el piloto finlandés las temporadas vividas junto a su copiloto y amigo. Su primera aventura comenzó en 2001, en el aeropuerto de Helsinki, cuando volaron a Italia para correr su primer rallye juntos. “Nada de esto hubiera sido posible sin él”.
Como no podía ser de otra forma, Mikko Hirvonen no puede despedirse sin mencionar a su máximo rival: Sébastien Loeb. El finlandés tiene claro que las mejores batallas fueron con él ganara o perdiera y probablemente, fueron precisamente esas peleas las que le hicieron ser mejor piloto. En la era de dominio del francés, fue el único capaz de arrebatarle la comodidad. “Era un compañero de equipo y también un rival por el que tenía y tengo mucho respeto y creo que el sentimiento es mutuo”.