En el tenis lo que ha de correr es la bola impulsada por el jugador, y no el jugador impulsado por su deseo de llegar a la bola. Hoy Nadal corrió excesivamente detrás de la pelota y por detrás de la línea de fondo, a donde fue arrastrado por los golpes incisivos de un joven que no conoce la presión, y que percibe todo lo que le está ocurriendo como nuevo y apasionante. Sin nada que perder, Kyrgios se batió frente a Nadal sin tener en cuenta que era éste uno de los mejores de la historia. Se le vio cómodo, buscando la complicidad con una cariacontecida pista central, y atreviéndose a hacer cosas solo al alcance de un joven rebosante de talento como él.

El ritmo del encuentro fue el impuesto por Kyrgios

El revés cruzado y angulado de Kyrgios fue un martirio para Nadal.

Son muchos los partidos que Nadal gana con coraje, con el mero hecho de llamarse Rafael y apellidarse Nadal, y todo lo que ello conlleva en el tenis. Pero hoy Rafa hubiera necesitado de mucho más que eso para batir a un jugador inapelable. Y es que Kyrgios salió a pista con una confianza rebosante, con andares chulescos y actitud incluso arrogante. Y con esa misma soltura y despreocupación entiende el tenis este joven australiano de ascendencia griega. Con la friolera de 37 aces y 70 golpes ganadores, Kyrgios destrozó los esquemas de Nadal. En un primer set que finalizó con el 100% de los puntos ganados con primer saque de Kyrgios y ni una sola bola de break para Nadal, el mallorquín logró llevar el encuentro al tiebreak, donde Kyrgios no se arrugó, sino que continuó dominando con su derecha potente, apoyada en el golpe que más daño pueda hacer a cualquier jugador, y especilamente a Rafa; el revés cruzado y abriendo el ángulo corto. La maestría con que Kyrgios ejecuta este golpe, desarboló por completa la defensa numantina de Rafa, e impidió que tomara la iniciativa en el punto.

Rafa ganó el 2º set aprovechando un despiste de Kyrgios

En el segundo parcial, todo transcurrió igual hasta que con 5-5 parecía abrirse el cielo para Nadal. Kyrgios dudó; por unos instantes, pareció tomar conciencia de que estaba jugando ante uno de los mejores de la historia en la catedral del tenis, y se le encogió el brazo. Rafa lo aprovechó para resquebrajar el aire con un grito de triunfo ensordecedor que indicaba que la fiera estaba muy viva. Tras tres partidos perdiendo el primer parcial y remontando luego el encuentro, parecía que Kyrgios sería la siguiente víctima. Sin embargo, el australiano no se amilanó en absoluto.

El tiebreak del tercer parcial fue clave.

En un tercer set en el que ambos ganaron el mismo número de punto (41), la balanza se decantó del lado del australiano en un tiebreak dramático. Dió la sensación de que el partido pasaba por ganar ese tercer set, y así lo entendieron ambos jugadores, que ofrecieron las mejores dosis de tenis durante el mismo. Sin embargo, y contra todo pronóstico en un final ajustado, al joven aussie no le traicionaron esta vez los nervios, y se hizo con la victoria en dicho parcial por 7-5 en el tiebreak.  Muy tocado anímicamente, Rafa bajó los brazos a medida que avanzaba el cuarto set. Con 1-2 y saque, cedió su servicio con una serie de errores producto de la precipitación. El mallorquín gastaría sus últimas balas en el juego siguiente, amenazando con el contrabreak a un Kyrgios que resolvió dicha amenaza como mejor sabe hacerlo: con saques directos. No dudó un instante el australiano para cerrar el partido más importante de su aún corta pero prometedora carrera tenística.

Ausencia de argumentos tácticos en Rafa para frenar al ciclón Kyrgios

Se va Rafa con la necesidad de hacer algo más para ganar partidos ante rivales de primer nivel en hierba. Si bien es cierto que el nivel mostrado por Kyrgios fue estelar, el español no ha podido tejer ninguna tela de araña en la que atrapar a este joven inexperto, que se vio muy cómodo con las bolas a media pista de Rafa. Ante la ausencia o imposibilidad de atacar, el argumento de cambiar de ritmo con dejadas o subidas a la red se difumina, y no queda otra que correr detrás de la pelota. El partido ante Kyrgios tiene muchos puntos en común con la derrota de Nadal ante un imberbe Tsonga en las semifinales del Open de Australia 2008, donde el francés se vio en total disponibilidad de atacar una y otra vez la bola, tal y como ocurrió hoy con el australiano.

Es preciso ser cauto con este tipo de jugadores, pero el nivel tenístico y, sobre todo mental, mostrado por Kyrgios ante Gasquet y Stepanek, hacen pensar a los grandes aficionados a este deporte que se está presenciando al nacimiento de una nueva estrella. En cuartos de final, Kyrgios se enfrentará a Milos Raonic, en lo que supone un duelo de gran dificultad por lo que supone saltar a pista apenas 24 horas después de alcanzar la proeza que supone eliminar a Nadal de la manera en que lo ha hecho.