En la atmósfera de la Central del Rexall Centre se respiró miedo. El número uno del mundo tuvo que enfrentarse a un debut que se le complicó demasiado pero ante el que supo dar la talla en el último momento. Al otro lado de la red, Monfils firmó un partido que reunió todas las papeletas para haber acabado de su lado. Lo puso todo, pero a la hora de la verdad los nervios de acero del de Belgrado le arrebataron lo que por momentos pareció suyo.

Djokovic y Monfils lidiaron una contienda de intercambios con calidad

Los intercambios largos fueron la constante del partido. De un lado a otro de la pista corrían dos ‘galgos’. Estirándose hasta donde da de sí el último músculo de la anatomía humana, dos tenistas se citaban bajo el sol canadiense. Djokovic y Monfils lidiaban una batalla que el serbio comenzaba a liderar sin mayor problema desde el momento en que rompió al 4-2 el ritmo del encuentro, y consiguió decantar el primer parcial de su lado dejando síntomas de solidez; de estar adaptado tras el parón desde Wimbledon.

Pero el camino de rosas le llevó a un oscuro bosque del que escapó por poco. Monfils elevó el listón, elevó la efectividad con su servicio, y cuando al final del primer set el galo hablaba consigo mismo desesperado, la situación quedaba tornada de manera trascendental cuando la resolución del tie break del segundo acto imponía la igualdad como mediadora.

Monfils crecido, y con el público como un actante más de la obra, se metió de lleno en el partido y sacaba a relucir su mejor tenis. El encuentro pasaba por la fase del disfrute, el respetable quería más y más. Djokovic tiraba de golpes de maestro para hacer frente a las embestidas del francés. Todo y más necesitó el balcánico para mantener el equilibrio en el marcador y  llegar al 5-5. El undécimo juego del tercer acto, fue una de las claves del partido. Ahí estuvo el factor psicológico del que salió respaldado Monfils pero que no supo aplicar en la muerte súbita.

Monfils pudo haber dado la sorpresa

Tras un largo juego en el que Djokovic se debatió entre la rotura hasta en 3 ocasiones, el juego cayó del lado del parisino. Avisó con un 15-30 de que estaba dispuesto a gestar la hazaña (recuérdese que en enfrentamientos directos nunca ha ganado a Djokovic), le miró por encima del hombro. Sin embargo Djokovic no se achantó. El número uno; experto en dar la vuelta a ‘imposibles’ maniató su juego de saque y llevó el partido a un tie break en que Monfils se vino abajo y en el que él sobrevivió al primer gran susto en Toronto (6-2 6-7(4) 7-6(2)). Su rival en octavos de final será Jo-Wifrield Tsonga.