Jugar a la contra. Ésta es una estrategia claramente definida en otros deportes como el fútbol, con equipos especialistas en ellos y siendo reconocida y reconocible su patrón de juego. En un deporte como el tenis quizá sea algo más complejo establecer cómo se juega a la contra, y más en los últimos tiempos en los que el ritmo de bola es frenético y suele vencer el que toma la iniciativa. Pero Murray y Ferrer son claros exponentes de un patrón de juego especial, basado en no dar por perdida ni una bola y mostrándose cómodos cuando son atacados. Además de ello, en la final de Viena se percibió con claridad otro factor determinante en este esquema de juego: sacar lo mejor de sí cuanto más difíciles están las cosas.

Murray tiene más de siete vidas

Y esto es lo que permitió al escocés Andy Murray hacerse con la victoria. Excesivamente poco agresivo en la pista, y errático cuando decidía atacar al hacerlo en momentos equivocados, el de Dunblane siempre sacó su mejor versión cuando iba por debajo en el marcador. Así lo atestiguan las 13 bolas de rotura en su contra que llegó a salvar. Fue un encuentro en el que ambos eran conscientes de lo que se jugaban, y ésto les condicionó en su tenis.

Murray salvó 13 bolas de break

Habiendo resuelto el primer set por una serie de despistes de Murray, el español gozó de seis bolas de break en la primer mitad del segundo parcial, pero no sólo no las aprovechó, sino que se relajó profundamente lo que sirvió a Murray para poner tierra de por medio y conducir el encuentro al tercero y definitivo.

Tensión y nervios, protagonistas en el tercer set

Ferrer ganó solo 2 juegos al saque en el 3º set

Allí el caos imperó. El saque parecía ser más un obstáculo que una ventaja. Hasta siete breaks llegó a ver en dicho parcial. Con segundos saques muy blanditos por parte de ambos, el talento restador del británico y el español se impuso. Con un Murray desquiciado, jurando en arameo a cada punto y con un prometedor 5-3 en el electrónico, Ferrer no conectó primeros saques y asistió impávido al resurgir de Murray, retroalimentándose en su rabia y canalizándola en decisiones acertadas que le condujeron a la victoria final.

Se toma así Andy su venganza particular, tras su derrota ante Ferrer en Shangai la semana pasada. Pero la pelea por estar en la Copa de Maestros continúa. La posible baja de Nadal y la derrota tempranera de Raonic esta semana otorgan cierta ventaja a los dos finalistas del torneo de Viena, pero ambos buscarán más puntos en el ATP500 de Valencia. Quizá se vuelvan a encontrar en una hipotética final.