Ya casi había olvidado Rafa la dulce sensación de sentirse imbatible, la alegría desbordante que puede llegar a brindar a un tenista un domingo cualquiera de una semana cualquiera y los protoclarios agradecimientos en el discurso de la entrega de trofeos. Nadal ha sido, es y será siempre, un gran campeón...pero siempre es grato confirmar esa sensación con un nuevo título.
La lluvia no distrae a Nadal
En un encuentro que comenzó dos horas y media después de lo previsto por la lluvia y con un nivel de humedad muy elevado, Nadal no se dejó distraer por esas circunstancias. Incluso cuando unos minutos después de comenzar el partido la lluvia volvía a hacer acto de presencia en la capital bonaerense, el español acataba la decisión de volver al banquillo con filosofía. Algo más distraido parecía Juan Mónaco; lejos de estar en el mejor momento de su carrera, el argentino desbordaba ilusión por hacer un gran partido ante su público...pero también nerviosismo.
Dicho nerviosismo se tornó en desesperación cuando la pelota se puso en juego definitivamente. Bajo una fina lluvia que incrementaba notablemente el peso de la pelota, ésta fue una losa para Mónaco. Los golpes liftados de Rafa penetraban inmisericordes en la pista del argentino, que poco pudo hacer más que correr. Nadal jugó con un alto porcentaje de primeros servicios (78%), y se mostró muy seguro durante un primer parcial que acabó decantándose de su lado por un solo break. 6-4 para el español, y una sensación de gran superioridad.
Mónaco no tuvo ni un solo punto de break
De los seis partidos que habían enfrentado a estos dos jugadores, en cinco de ellos había vencido Nadal, siendo la única victoria de Mónaco allá por 2007 en Cincinnati. Con un set abajo en el marcador y un Nadal muy sólido, el reto se antojaba demasiado ambicioso para el argentino que estuvo algo inocente en el 2º set. Carente de ideas renovadoras que pudieran incomodar al español Mónaco entregó la cuchara corriendo solícito por los cuatro costados de la pista y asistiendo al vendaval de tenis que mostraba Nadal.
Impasible al servicio, el español se imponía 6-1 y despejaba las múltiples dudas surgidas en Río de Janeiro hace apenas 8 días. Esta victoria otorga a Nadal la confianza necesaria para seguir mejorando su juego y condición física, lo que le permitirá poder optar a cotas más altas como los Master 1000 de Indian Wells y Miami, de los cuales el primero se disputará en apenas dos semanas. El camino continúa, y Buenos Aires se ha erigido en un apeadora en el que coger más impulso. Nadal vuelve a demostrar lo que nunca ha dejado de ser: un campeón.