Los octavos de final del Barcelona Open Banc Sabadell llegan a su ocaso. Con la perspectiva de los cuartos que se disputarán mañana en el horizonte, Benoît Paire y Philipp Kohlschreiber saltaban a la Pista 1 del recinto conscientes de que David Ferrer ya los esperaba en la antepenúltima ronda del torneo. Francés y alemán cerraban la jornada en el cuadro individual para la segunda pista del Club, prácticamente vacía puesto que, mientras tanto, la central era testigo de cómo el italiano Fabio Fognini daba la machada y se imponía al ídolo local y segundo cabeza de serie, el manacorí Rafael Nadal.

Paire y Kohlschreiber son dos jugadores que priman la calidad técnica por encima de la potencia desmesurada que cada vez gana más adeptos en el circuito ATP. Ambos tenistas, nacidos respectivamente en Avignon y Augsburg, poseen recursos para desmontar a sus rivales desde el fondo de la pista, con lo que su colisión preveía un encuentro bañado en intercambios eléctricos, winners y un ritmo acelerado. La mayor diferencia entre ambos y la que los mantiene separados en el ránking es básicamente mental. Mientras el francés destaca por su irregularidad, su fogosidad y sus impulsos impredecibles, el tenista germano cumple los esterotipos y se muestra serio y estricto sobre la pista.

Irregularidad ante consistencia

El encuentro comenzó con Paire desatado. El francés asestó un break de salida a su rival, que sin embargo no le duraría mucho, puesto que el siguiente juego supondría el automático contrabreak por parte de Kohlschreiber. En ese momento, el alemán comenzó a realizar un tenis muy eficiente, conectando numerosos winners con su revés a una mano y provocando la desesperación de su inestable adversario galo. Paire, sin embargo, fulminaba de vez en cuando a Kohlschreiber con su espectacular golpeo de revés a dos manos desde el fondo de pista. 

Con el alemán por delante con un 5-2 contundente, Paire lograba romper su saque y acechar en un marcador que, pese a todo, acabaría cerrándose con un 6-4 que suponía el primer paso adelante hacia la victoria por parte de Kohlschreiber. En ese momento, con la recta final del encuentro entre Nadal y Fognini en la central, la pista comenzó a quedarse completamente desértica, a excepción de unos cuantos seguidores franceses que entonaban, sin demasiada convicción, aquello de "¡allez, Benoît!".

Al igual que en el primer parcial, Paire saldría del intermedio con ganas de atacar a su rival. Su actitud, a menudo indiferente, dejaba atónitos a los pocos espectadores allí presentes. Winner tras winner, el francés rompía el saque de Kohlschreiber y se colocaba con un 2-0 que, debido a su escasa fortaleza mental y a la capacidad de superación del alemán, pronto se convertiría en un 2-2. De ahí en adelante, cada uno mantendría su saque, cometiendo ambos numerosísimos errores, hasta la llegada del inevitable desempate o tie-break. En él, como era de esperar, la experiencia de Kohlschreiber triunfó y le permitió convertirse en el próximo rival del alicantino David Ferrer, mientras Benoît Paire se despide de un torneo en el que deja agridulces sensaciones.