Existen deportes en los que no es excesivamente complicado jugar mal, o al menos proponer pocas cosas sobre el terreno de juego, y acabar ganando. Es una práctica muy extendida en el fútbol y existen verdaderos maestros de esta estrategia que lo primero que busca es no perder. Pero en un deporte individual como el tenis, que requiere de una concentración máxima, no es fácil alzarse ganador sin jugar un buen tenis.

Solo aquellos jugadores con la experiencia que otorga el hecho de haber afrontado situaciones límite, son capaces de proclamarse vencedores tras un encuentro plagado de errores y altibajos. Así le ocurrió a Wawrinka, que a pesar de cometer la friolera de 40 errores no forzados en los los primeros sets, acabó imponiéndose ante un Mónaco que especuló. El de Tandil es un muro que falla muy poco, pero pecó de jugar pasivo ante Wawrinka. Vio al suizo errático y quiso que él mismo perdiera el partido, no ganarlo él. Y eso en tenis no vale.

Mónaco revivió a Wawrinka cuando el suizo agonizaba

El argentino se arrugó cuando más cerca estaba de ganar

Tras 90 minutos de esperpéntico tenis por parte del de Lausana, campeaba en el marcador un 6-4 3-1 a favor de Juan Mónaco. Todo hacía presagiar una nueva decepción de Wawrinka, que no está cuajando un gran año precisamente. Sin embargo, con 40-40 y saque de Stan, al brazo del argentino acudieron los famosos "enanitos" que aparecen en momentos cumbre, y se empeñaron en agarrotar los golpes del de Tandil. Un pasito atrás en la pista, una reducción de velocidad en sus golpes, y llegó la condena. Stan pareció darse cuenta de la inseguridad de su rival y se acordó que él ha ganado un Grand Slam, y que es uno de los mejores del mundo.

Parecía haberlo olvidado el suizo, pero ahí estuvo Mónaco para decirle claramente con su actitud en pista, que los nervios acudían a él al ver tan cerca la opción de eliminar a un gran jugador. Del 3-1 al 3-6, como por arte de magia. Y es que así el tenis..., un deporte psicológico por encima de todas las cosas.

Coser y cantar para el suizo, en el parcial definitivo

No hubo partido a partir de ahí. Un nostálgico Mónaco intentó soltarse pero la cabeza no respondía al corazón. Wawrinka ya era imparable; redujo sobremanera los errores y se metió dentro de pista para acabar con buenas sensaciones. 6-2 el tercer y definitivo parcial, y un aviso importante para Wawrinka, que necesita mejorar su juego si no quiere verse apeado de las rondas finales del torneo una vez más en este aciago 2015 para sus intereses.