Suele decirse que en el deporte lo más difícil no es llegar a la cima, sino mantenerse. Este proverbio, totalmente acertado desde todas las perspectivas posibles, podría completarse diciendo que si bien es difícil ser grande en la victoria, aún lo es mucho más en la derrota. Pocos son los deportistas que, una vez habiéndolo ganado absolutamente todo, una vez han saboreado las mieles del triunfo en los cuatro continentes, cuando vienen mal dadas pelean hasta el final, con humildad y pundonor.

Ha habido grandes campeones en el mundo del tenis, cuya leyenda no ha hecho más que agigantarse a medida que su tenis se apagaba. Cabe citar a Juan Carlos Ferrero, por ejemplo, que se batió el cobre en las pistas hasta el último suspiro de su carrera, con la misma ilusión que siempre y con un gran respeto por todos sus rivales. Y esa es la sensación que transmite Nadal.

Quedan muchos grandes momentos y victorias importantes del manacorí, pero resulta innegable que impera la sensación de que la carrera del balear irá descendiendo paulatinamente de aquí a los próximos años. Y muy posiblemente, sea en estos momentos de máxima competitividad y dureza, cuando la leyenda de Nadal se haga eterna, y además de convertirse en uno de los mejores jugadores de tenis de la historia, se afiance como uno de los deportistas más importantes del universo.

Wawrinka condenó la pérdida de oportunidades

Quizá para aquellos que no hayan jugado nunca al tenis, les suene a chiste algunos de los argumentos esgrimidos por tenistas, entrenadores, expertos y algún lúcido periodista. Uno de esos argumentos que, a ojos de inexperto resultarán nimios pero que se ha erigido en un factor clave del encuentro, ha sido el horario en que éste se ha jugado. La principal arma de Nadal se ve debilitada cuando se juega con frío y humedad; la pelota bota menos al contacto con el suelo, y eso no le ha permitido al español encontrar el revés alto a una mano de Wawrinka, primer paso a partir del cual estructurar su juego.

Dejó escapar el español un 6-2 en el tiebreak a su favor

Pero esto no iba a impedir una lucha encarnizada por el partido. Comenzó Rafa muy bien, rompiendo el saque de su rival a las primeras de cambio, aunque pronto se vieron los cauces por los que se desarrollaría el encuentro. Y dichos cauces eran los de un Wawrinka metido dentro de la pista, repartiendo el juego con su drive, y aprovechando la limitada mordiente de Nadal.

El español remó y remó de fondo de pista. Con mucho corazón y aun más piernas, aguantó hasta el séptimo juego, donde aprovechó las dudas de un Wawrinka que cometió cuatro errores consecutivos. No pudo aprovechar el español la excelente oportunidad, y el encuentro se fue al tiebreak.

Rafael Nadal en Roma. Foto: atpworldtour

Un tiebreak que decidiría a la postre, el resultado del encuentro. Jugó con maestría el español los ocho primeros puntos, que le condujeron a un esperanzador 6-2, y casi le cuestan una raqueta rota a Wawrinka. Pero el helvético pareció darse cuenta de que la pelota estaba en su tejado. El partido lo dominaba él; hacía y deshacía con sus golpes de fondo. Con la confianza que da ésto, Wawrinka afrontó muy fuerte mentalmente esta situación adversa, y logró acabar imponiéndose por 9-7.

Sólido Wawrinka y admirable actitud de Nadal en el segundo set

No es habitual que Nadal deje escapar tamaña oportunidad para poner tierra de por medio. El segundo set fue una tortura aún peor para Rafa. El dominio del helvético era aún más manifiesto, y el español se desplazaba cuatro metros por detrás de la pista, al son de los golpetazos de Wawrinka. En el tercer juego rompió el saque el suizo, y Nadal solo pudo amagar una épica remontada en el sexto juego, donde gozó de cuatro bolas de break.

Nadal, grandioso en la victoria, leyenda en la derrota

Acabó sucumbiendo ante un buen Wawrinka. Nadal perderá aún más posiciones en el ránking, y no llegará a Roland Garros de la mejor manera posible, pero si hay un jugador en el que se debe confiar sea cual sea la circunstancia ése es Rafael Nadal. Su juego está dando visos de mejora, aunque le falta más mordiente en sus golpes, lo que le impedirá llevar la manija de los puntos con su drive y no tener que correr tanto detrás de la bola.

Tantas dudas como ilusión y esperanzas de cara a Roland Garros

El público romano supo apreciar como se merece el esfuerzo de un campeón en horas bajas. Cerró el puño en cada punto ganado, se animó, luchó hasta la extenuación y felicitó al rival por ser mejor. Eso es deporte, eso es Nadal. Dejarlo todo en la pista, siempre. Así comenzó sus andanzas en el tenis, así llegó a la cima, y así bajará de ella. Con la cabeza alta y siendo un ejemplo para todo aquel que practique este deporte y cualquier otro. Por primera vez en su carrera, llegará el español a Roland Garros sin haber ganado un título sobre tierra batida en la gira europea. Pero el albero de París ha sido donde Nadal ha nacido, crecido, y alcanzado la madurez, a nivel tenístico. En dos semanas se verá si el manacorí ha sido capaz de hacer los ajustes necesarios en su juego. Mientras, confianza absoluta en él. Porque como decía la película Casablanca..."siempre nos quedará París".