Jack Sock es, de forma oficial, la gran revelación de la presente edición de Roland Garros. El norteamericano, último superviviente de su país en el cuadro masculino, no da tregua a sus rivales y ya ha firmado su primera presencia en unos octavos de final de Grand Slam, mejorando así la tercera ronda conseguida en París el año pasado. Sock consiguió su billete a la cuarta ronda del major francés después de imponerse con una solvencia inaudita a una de las grandes promesas del circuito ATP como es el croata Borna Coric, de apenas 18 años, quien llegaba tras imponerse en un larguísimo encuentro al catalán Tommy Robredo el pasado jueves.

Sock, quien ya había logrado este mismo año unos meritorios octavos de final en el Masters 1000 de Indian Wells (donde cayó ante Roger Federer), además de su primer título ATP en Houston, derrotaba el pasado martes al décimo cabeza de serie del torneo, el búlgaro Grigor Dimitrov, en la primera ronda del torneo. Obteniendo la plaza del favorito caído, el americano tuvo que pelear más de lo previsto para deshacerse del asturiano Pablo Carreño en segunda ronda, necesitando apurar hasta el último suspiro del cuarto set para dejar fuera al tenista español. De esta forma, Jack Sock se presentaba en la tercera ronda de Roland Garros por segundo año consecutivo, con la pretensión de seguir superándose y salir al encuentro de Rafael Nadal en octavos.

Pese a todo, Borna Coric no sería un rival fácil. El croata, que ya se había impuesto a dos tenistas de largo recorrido como Sam Querrey y el citado Robredo, buscaba volver a enfrentarse con Nadal después de su victoria ante el balear en Basilea a finales del año pasado. Con la mayoría de edad ya cumplida, Coric mostraba una mayor madurez en el juego que le permitía acceder a la primera tercera ronda de un Grand Slam de su todavía corta trayectoria deportiva. Su juego, más elástico y liftado que el de Sock, se adaptaba, en un marco teórico, de manera más directa a la tierra batida.

El encuentro comenzó con Jack Sock imponiendo su ley de forma despótica. Borna Coric parecía amedrentado, sin lograr tomar las riendas de ningún intercambio y encallado en un fondo de pista que, a la postre, no lograría abandonar en todo el encuentro. El golpeo de Sock con la derecha estaba lleno de fuerza y confianza, y los winners caían, uno tras otro, del lado del tenista estadounidense. Al igual que los golpes ganadores, las roturas de servicio también empezaban a decantarse del lado de Sock. Tras la segunda, el set se decidía. 6-2 a favor de la gran promesa americana. Coric, mientras tanto, se encontraba hundido tras la línea, devolviendo las pelotas sin convicción y con la mirada baja, síntoma de que la tendencia del encuentro no se propondría cambiar.

El segundo parcial fue todavía más aplastante por parte de Jack Sock. El norteamericano bailaba sobre la pista con una destreza magnífica, mientras el croata no podía hacer más que pelotear sin intención, que intentar mantener sus servicios sin éxito. 6-1 fue el marcador del segundo set y, cuando el tercero se disponía a iniciar, apenas quedaba esperanza en la mirada de Borna Coric. Jack Sock siguió a lo suyo de forma más distendida. En el último parcial, la fuerza descomunal de Sock se difuminó ligeramente, aunque se mantuvo en la medida necesaria para romper el saque de su rival una única vez más y llevarse el encuentro con un 6-4 final.

De esta forma, Jack Sock avanzaba a los primeros octavos de final de Grand Slam de su carrera, en los cuales ya lo esperaba el español Rafael Nadal, quien acababa de imponerse al ruso Andrey Kuznetsov. Mientras, Borna Coric decía adiós (o hasta pronto) a Roland Garros, después de haber logrado dos meritorias victorias y dejado claro que su brutal aterrizaje no ha sido motivado por una mera coincidencia. Tanto Sock como Coric han llegado para quedarse pero, en esta ocasión, sólo el americano tendrá la oportunidad de continuar su viaje por París.