Qué difícil es el tenis. Hasta los más grandes sienten la presión de tener que cerrar un partido, se arrugan ante la victoria. Lleyton Hewitt, el eterno campeón australiano, fue testigo de este hecho en el día de hoy.

El de Adelaida tenía todo bajo control, estaba a solo dos puntos de la victoria. Sin embargo, en ese momento, su rival no era un aturdido Anderson, sino las dudas. Un rival al que Hewitt no pudo doblegar.

Gran Hewitt en el primer set

Hierba y Londres son una combinación en la que Hewitt se desenvuelve como pez en agua. El cuatro veces campeón del torneo de Queen´s Club llegaba a la edición de 2015 con la experiencia de un veterano y la ilusión de un niño. Sabía Hewitt que este año era el último que pisaría la elegante y coqueta pista del Queen´s Club, una de sus favoritas.

Las ganas de hacerlo bien quedaron plasmadas en el inicio del encuentro. Hewitt hacía de todo y todo lo hacía bien. No fallaba y sus míticos Come On se sucedían. Tan solo el gran saque de Kevin Anderson impidió que el primer parcial se cerrase antes del tie break.

En el desempate un descuido del sudafricano fue suficiente para que Lleyton consiguiese un "mini break" que sería definitivo.

Drama en Londres

La segunda manga continuo con la linea de la primera. En la "pelea cuerpo a cuerpo" Hewitt era mejor, pero a ritmo de aces Anderson seguía con vida. En el séptimo juego, con Anderson al saque, Hewitt sacó a relucir el brillante juego que le llevó a ser el número uno más joven de la historia, ese que aún le queda en pequeñas dosis. Suficiente para lograr un break point con sabor a bola de partido.

Sería injusto no reconocer el mérito de Kevin Aderson. El sudafricano supo resistir y nunca perdió la fe. En octavos, Anderson se enfrentará al ganador del encuentro entre el flamante campeón de Roland Garros, Stan Wawrinka y el siempre peligroso, Nick Kyrgios.