La lógica se impuso, y eso no es cuestión baladí en un torneo de Wimbledon en el que muchas son las favoritas que han caído antes de lo previsto. Bouchard, Kvitova, Halep o Safarova son algunos de los "cadáveres" que ha dejado el evento, pero Madison Keys no estuvo dispuesta a unirse a este grupo, y no se dejó sorprender por la 120 del ránking WTA: Olga Govortsova.

Inicio titubeante de Keys pero gran reacción

La joven estadounidense se vio ante una situación idílica para ella. Con 20 años y por segunda vez en octavos de final de un Grand Slam, Keys se veía las caras ante una jugadora netamente inferior a ella, al menos en el ránking. Los nervios parecieron atenazar a Keys en los compases iniciales, que cometió demasiados errores no forzados y puso en bandeja el set a una sólida Govortsova.

La tendencia se invirtió. La bielorrusa era consciente de que el encuentro estaba en manos de Keys; si la estadounidense jugaba a su nivel, pocas opciones tendría de vencer. Y ocurrió lo inevitable. Madison Keys se desprendió de la presión poco a poco, y jugó mucho más incisiva. Subió a la red con alegría y comenzó a llevar la manija del encuentro. Govortsova no se amilanó fácilmente, y aguantó el pulso hasta el final. Pero la calidad y el talento se impusieron, y Keys puso el 6-4 en el marcador.

Hundimiento de Govortsova en el último set

Govortsova no pudo aguantar más ese nivel. Estaba jugando por encima de sus posibilidades, y explotó como si de un ciclista subiendo el tour de Francia se tratara; aguantó la rueda de Keys y, de repente, el señor del mazo acudió a ella. Perdió intensidad de piernas, confianza en sí misma y los errores se sucedieron continuamente. Once por tan solo tres golpes ganadores, ponen de maniiesto el hundimiento de la bielorrusa, ante una Keys lanzada a lo más alta.

Ya hizo semifinales en Australia y ahora se presenta en cuartos de final de Wimbledon, dando una clara señal de que es una de las jugadoras con más futuro del ránking. Keys ha llegado y es para quedarse.