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La sombra alargada de Jack Kramer

Con su potente saque y su legendaria volea, el tenista de Las Vegas se consagró como una leyenda en la época dorada del tenis americano, y sus épicos partidos tienen como cúspide la final de Wimbledon de 1947. Hoy, 68 años después, la victoria final de Kramer se recuerda como uno de los momentos más mágicos del deporte de raqueta del siglo XX.

La sombra alargada de Jack Kramer
Fotografía: independent.uk
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Por Nehemías Dorta

Una raqueta y una pequeña pelota. Pocas veces se necesitaron tan simples armas para conquistar el mundo. Con los tambores de la guerra fría resonando cada vez con más fuerza, Jack Kramer alcanzó el olimpo del tenis mundial. El pionero del juego más efectivo jamás visto, el de saque y volea, recorrió todo el mundo, y miles eran las personas que, formando su pequeña corte, le seguían y se maravillaban con sus proezas.

El mejor siempre tiene que ser guiado por otros aún mejores, y los pasos agigantados de Kramer en el mundo del tenis no se explican sin la presencia de otros colosales de este deporte como Dick Skeen o Perry T. Jones. Aunque nacido en Las Vegas, ya desde amateur se trasladó a Los Ángeles para formarse en la escuela de tenis que el propio Jones había fundado y popularizado, y no tardaría demasiado en hacerse un nombre en tierras californianas.

Kramer inició sus pasos en el tenis junto a otra leyenda, Dick Skeen

Con el fútbol ya como religión en el viejo continente, en América, los años dorados de Hollywood fueron cogidos de la mano del mejor momento del tenis estadounidense de la historia. Era casi impensable que un tenista americano no estuviera en las finales de los grandes torneos, y las portadas del New York Times se aterrorizaban si un compatriota caía eliminado. Fue en esa época done el jugador tuvo que competir con uñas y dientes para hacerse un hueco entre los mejores.

Lo que más asombraba de Kramer es que se sentía mucho más cómodo jugando con una pareja que en un cuadro individual. De hecho, la primera actuación que se le recuerda proviene precisamente de un partido de dobles de la Copa Davis, donde el tenista formó pareja con Joe Hunt y donde finalmente caerían derrotados frente a los australianos John Bromwich y Adrian Quist.

Fotografía: ilpost.it

Sin embargo y a medida que pasaban los años, el aficionado al tenis de la época empezó a apreciar algo extraño, diferente al resto de jugadores, un aspecto que sólo tenía Kramer. El de Las Vegas intentaba llevar el eléctrico y rápido juego de dobles al terreno de los partidos individulaes.

Desde luego, el reto no era ni mucho menos sencillo: se necesitaba un saque potente y sobre todo muy colocado. La eterna búsqueda del ace. Y ya luego están voleas. Esos remates que sentencian con una eficacia fuera de lo común y que caracterizaron a Kramer durante toda su carrera.

El público no daba crédito. La gente pagaba su entrada para ver un tenis vistoso y con bastante peloteo, y Kramer ofrecía puntos rápidos a una velocidad pasmosa. Y si bien es cierto que en un principio su juego despertó a la crítica y a la confusión, éstas fueron sustituidas por las importantes victorias y por el reconocimiento nacional.

Fotografía: .zywqzx.com

Y si el bueno de Batman tenía a su Joker como máximo rival, Kramer tuvo que lidiar durante buena parte de su carrera con Tom Brown. El tenista de Washington presumía de un juego más sutil, el de mover y cansar al rival físicamente y no mentalmente como su compatriota. Juegos diferentes, estilos enfrentados en dos personas que se complementaban y que juntas no encontraban rival.

De hecho, llegaron a formar dobles en más de una ocasión y en 1946 se harían con la US Championships (ahora US Open) arrasando a cualquier oponente y venciendo con comodidad en la final a la dupla australiana formada por Geoff Brown y Dinny Pails (6-4, 6-4 y 6-2). Su letal juego recorrió el mundo entero y la espera de una épica final entre ambos en individuales era el principal reclamo de los Grand Slams durante varios añoCaption

Fotografía: webtennis.com

La ocasión no se hizo esperar. El lugar y el torneo eran los ideales. La pista central del US Championships contempló una final entre Brown y Kramer fuera de lo común, con un juego bastante igualado al principio y con un final muy atípico. El juego psicológico perjudicó al tenista de Washington en el primer set, que se llevó el bueno de Jack por 9-7. El cansancio y las voleas completarían la primera gran victoria del jugador de Nevada (6-3 y 6-0).

Brown, como si de un videojuego se tratase, pidió la repetición, una revancha que pusiera las cosas en su sitio. El rematch no se hizo esperar, y la segunda batalla entre ambos tuvo como testigo el All England Lawn Tennis and Croquet Club de Londres. Una apoteósica final de Wimbledon de la que hoy se cumplen 68 años.

El juego de Kramer apenas cambió. Saques cargados de intención al cuerpo de su rival, veloces subidas hacia la red y acrobáticas voleas que hacían su marcador no parara de aumentar. Brown sólo podía aprovechar algún momento de bajón físico de su oponente. Una bajada de forma que jamás llegó y que anuló por completo el esfuerzo del tenista americano.

El castigo fue tan severo como rápido. Otra vez, a Kramer sólo le bastaron tres sets para confirmar una victoria mucho más abultada de lo que se esperaba (6-2, 6-3 y 6-1) y sería un anticipio del doblete que lograría ese mismo año ganando por segundo año consecutivo el US Championships. Sin duda una de las batallas más épicas que se recuerdan del deporte de raqueta. Ante otro compatriota, el americano Frank Parker, el jugador brilló y se sacó de la manga un partido redondo, con cinco sets muy abiertos y donde se vio acorralado con un 4-6 y un 2-6.

Fotografía: trbimg.com

Su leyenda se hizo patente con una remontada sólo al alcance de los genios de este deporte. Tres sets impecables, rozando la perfección, con un juego exquisito y con unos puntos que levantaban al público de su asiento. 6-1, 6-0 y un épico 6-3 que le consagraron con el mejor tenista de la década de los 40 y una de las personas más influyentes del mundo de la raqueta.

Pese a su retirada, Kramer fue de los más insistentes a la hora globalizar el tenis profesional, llegando incluso a crear y popularizar su propio circuito mundial. Aquello sólo fue un anticipo de lo que haría años más tarde. De la mano de Cliff Drysdale, el de Nevada funda en 1972 la mítica Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), que sigue en pie a día de hoy y regulariza toda la actividad tenística a nivel mundial.

Su triste fallecimiento hace ya seis años trastornó al amante del tenis y se cuentan por decenas los reconocimientos y los homenajes que tuvo a título póstumo. Ahora sólo cabe recordar aquella volea, aquel saque de vértigo que hizo que el tenis fuera algo más que un deporte, una pasión.

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Sobre el autor
Nehemías Dorta
Periodismo en la ULL. Coordinador adjunto de las redacciones de la UD Las Palmas y Portugal. El fútbol portugués como gran pasión. Aprender haciendo lo que más quieres, eso no tiene precio. ¡Nos leemos!