La temporada 2015 de Rafa Nadal está siendo una de las más difíciles de su carrera. Tras un final de 2014 ausente de las pistas por diversas lesiones, el tenista manacorí esperaba regresar a la competición a principios de año y volver a recuperar las sensaciones sobre la pista. El torneo de exhibición disputado en Abu Dhabi fue el primer partido del mallorquín este año, si bien su primer partido oficial fue en el torneo de Doha, donde cayó en primera ronda ante el alemán Michael Berrer y evidenció problemas de ritmo de competición y frescura en sus movimientos, algo habitual después de varios meses sin competir al más alto nivel tenístico.

En esas condiciones llegó al primer Grand Slam de la temporada, el Open de Australia. Nadal fue de menos a más en el torneo y tras superar si demasiadas dificultades sus respectivos compromisos, llegó a las últimas rondas de la competición, donde se encontró con los tenistas mejor clasificados en el ránking ATP. Su rival en la antepenúltima ronda del torneo australiano fue el checo Tomas Berdych, que se impuso con contundencia al jugador balear por 6-2, 6-0 y 7-5. La falta de nivel para competir ante uno de los rivales más punteros del circuito provocó que Rafa Nadal se despidiese de Melbourne en cuartos de final.

La tierra como antídoto

En febrero, Nadal comenzó su temporada sobre tierra batida en territorio sudamericano, más concretamente en los torneos de Río de Janeiro y Buenos Aires. En el país brasileño, el manacorí llegó hasta semifinales, mientras que en la capital argentina logró su primer título del año tras vencer en la final a Juan Mónaco por 6-4 y 6-1, logrando su título número 65 y colocándose en el quinto lugar en la clasificación histórica de títulos ATP.

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La temporada comenzó su parte más importante con la disputa de los dos primeros Masters 1.000 de la temporada: Indian Wells y Miami. De nuevo, Nadal demostró su falta de nivel y de confianza en el juego y terminó cayendo de manera prematura en ambas ocasiones, siendo los cuartos de final y la tercera ronda respectivamente la eliminatoria donde caería eliminado. Sin embargo, y pese a las malas sensaciones y los pobres resultados, el jugador mallorquín llegaba a su parte del calendario favorita: la gira europea por tierra batida.

Montecarlo era la primera parada del tenista balear, que se había impuesto en ocho ocasiones en el Principado. Rafa Nadal intentaba lograr su novena corona, pero se encontró en semifinales con Novak Djokovic, que acabó derrotándole por un doble 6-3 y alejando al español de lograr esa hazaña. La segunda parada de esta gira fue Barcelona para disputar el Trofeo Conde de Godó, donde de nuevo el español cayó prematuramente, esta vez en tercera ronda. El mayor problema de Rafa Nadal no eran los pobres resultados, sino el irregular juego y las malas sensaciones dejadas sobre la pista en cada circuito.

Decepción en sus torneos predilectos

Posteriormente llegó un trío de torneos que siempre ha gustado al jugador español: Madrid, Roma y París. En la capital española, el balear realizó uno de sus mejores torneos de la temporada y dio la sensación de recuperar la confianza perdida en la primera mitad de la temporada, alcanzando la final del torneo. Sin embargo, en la última ronda, Andy Murray se convirtió en el verdugo del español y demostró su enorme solidez y su crecimiento sobre la tierra batida, conquistando el título en territorio madrileño. Peor le fueron las cosas en la capital italiana, donde cayó en cuartos de final ante el suizo Stanislas Wawrinka.

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A pesar del rendimiento ofrecido hasta ese momento, Roland Garros se presentaba como la oportunidad perfecta de Rafa Nadal para recuperar el crédito perdido. Su torneo favorito, donde ha ganado en nueve ocasiones, esperaba con los brazos abiertos el resurgir del jugador nacido en Manacor. Su posición en el ránking y el sorteo hizo que el español se encontrara en la misma parte del cuadro que Novak Djokovic, que derrotó al jugador mallorquín en cuartos de final y le alejó del sueño de conseguir su décima corona en París.

Irregularidad en hierba y pista dura

Después de la decepción en la capital francesa, Nadal inició su andadura en la temporada de hierba, donde su primer torneo fue el celebrado en Stuttgart. En tierras alemanas, el jugador balear consiguió su segundo triunfo de la temporada tras superar en la final al serbio Viktor Troicki. Su preparación para el torneo de Wimbledon prosiguió con la participación en Queen’s, donde cayó en primera ronda ante el ucraniano Alexandr Dolgopolov. La temporada sobre hierba concluyó con el tercer Grand Slam de la temporada, disputado en Londres, donde Rafa Nadal no pudo pasar de la segunda ronda tras caer de manera sorprendente ante el alemán Dustin Brown.

Una parada en la tierra batida de Hamburgo, donde conseguiría el tercer título del año, precedió a la gira norteamericana. La superficie dura nunca se le ha dado del todo bien a Rafa Nadal, y este año, con las malas sensaciones ofrecidas, el panorama no iba a cambiar. El manacorí cayó en cuartos de final del Masters 1.000 de Montreal ante Kei Nishikori, mientras que en Cincinnati, su verdugo fue Feliciano López, que eliminó al español en la tercera ronda del torneo.

Tras una mala temporada y situado en la octava posición del ránking ATP, Rafa Nadal llega a Nueva York por primera vez en los últimos diez años sin ser uno de los máximos favoritos al título. El tenista español sabe lo que es ganar el cuarto Grand Slam de la temporada, alzándose con los títulos de 2010 y 2013. Pese a su carácter competitivo y ese gen ganador que sólo poseen los mejores deportistas de la historia, Rafa Nadal viaja hasta Estados Unidos para intentar terminar la temporada con buenas sensaciones y mejorar el juego con vistas a la próxima temporada, donde debería comenzar a acercarse al nivel que le llevó a ser el número uno del mundo. Sin la presión de conseguir el triunfo, el US Open 2015 puede servir a Nadal para aumentar la confianza y la moral en su tenis.