Más allá de ganar o perder, el hecho de desplazarse al otro lado del mundo y convivir durante una semana con tus grandes ídolos, es una experiencia vital. Eduardo Güell no podrá olvidar nunca este torneo junior en el que a pesar de haber caído en octavos de final, a buen seguro le habrá dado la confianza perdida durante 2015.

No es nada sencillo encabezar el relevo generacional de la generación más brillante en la historia del tenis español. La presión es notable sobre Güell y sus coetáneos, y habrá que asumir que será muy difícil que lleguen ya no al nivel de Nadal o Ferrer, sino al de Robredo, Feliciano o Verdasco. 

Purcell fue superior

Está en su casa, con su gente, en su zona de confort, en definitiva. Purcell reside en Sidney pero no son pocas las ocasiones en que entrena en este complejo tenístico de Melbourne. Con 180 centímetros de altura, el australiano tiene un gran servicio y se muestra muy sólido de fondo de pista.

Se está trabajando muy bien desde la federación australiana de tenis, y Purcell es uno de los muchos jugadores que prometen emociones fuertes. De Minaur es otro que también se ha metido en los cuartos de final del evento, así como Anderson.

Güell acusó el esfuerzo baldío del primer set

Poco pudo hacer Eduardo Güell para neutralizar el ímpetu del jugador local. Mantuvo el pulso durante la primera manga, en el que hubo alternativas en el marcador, pero cuando Purcell hizo el break definitivo que decantó el set de su lado, el español se vino un poco abajo y acusó el esfuerzo físico y mental en el inicio de la segunda manga.

6-4 6-2 fue el resultado final de un partido desequilibrado, lo cual hace que el español se vaya con un sabor agridulce. Tras sus dificultades para rendir a buen nivel en 2015, empezar el año haciéndolo bien en Melbourne supone un influjo de moral. Habrá que estar atentos a la progresión de este jugador.