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Murray maximiza el valor de la experiencia

El escocés consiguió el pase a la final del Open de Australia 2016 tras derrotar a Milos Raonic por 4-6, 7-5, 6-7 (4), 6-4 y 6-2. El jugador nacido en Dunblane hizo valer su fortaleza mental en los momentos más decisivos del partido para superar el empuje del canadiense, que se quedó muy cerca de conseguir por primera vez en su carrera jugar una final de Grand Slam.

Murray maximiza el valor de la experiencia
Foto: zimbio.com
albertogomez89
Por Alberto Gómez Torres

Tras la exhibición del 'extraterrestre' Novak Djokovic en la primera semifinal, el segundo partido de la penúltima ronda del torneo enfrentaba a dos jugadores diametralmente opuestos no sólo en su forma de jugar, sino también en su trayectoria tenística y, más concretamente, en partidos de este calibre, donde la experiencia marca, en ocasiones, el factor diferencial entre uno y otro tenista.

Por un lado, Andy Murray, que se había plantado en las semifinales del Open de Australia por sexta ocasión sin hacer ruido, y que está más que acostumbrado a jugar estos partidos, pues cuenta en su haber con dos títulos de Grand Slam y 16 partidos de semifinales. Al otro lado de la red, un Milos Raonic en trayectoria ascendente que ha dejado por el camino a algunos de los mejores del circuito y que llegaba en su mejor estado de forma a sus segundas semifinales de un 'grande'.

Pero estas no son las únicas diferencias entre el británico y el norteamericano, pues ambos desarrollan un juego totalmente diferente. Murray destaca por su solidez desde el fondo de la pista y su capacidad defensiva ante los ataques rivales, buscando el momento adecuado para contraatacar y llevarse el punto. Por su parte, Raonic basa su juego en su excelente servicio, consiguiendo numerosos puntos de manera directa o a partir de él, para continuar con derechas ganadoras.

Un inicio determinante

Sin embargo, esta mayor inexperiencia del canadiense no se apreció en el comienzo del partido, pues el pupilo de Carlos Moyá sorprendió anotándose el primer juego del set tras romper el servicio de su rival, consiguiendo el juego en blanco gracias a dos golpes ganadores de derecha, una doble falta del escocés y un punto terminado con una volea en la red. El 'break' fue consolidado en el juego siguiente, donde Milos Raonic demostró su madurez tras salvar un 0-40 gracias a su servicio y su derecha, lo que le permitió colocarse con una pequeña ventaja en el marcador (2-0).

Raonic comenzó imparable con su servicio y su derecha

A partir de ese momento, Murray fue mejorando y encontrando los juegos con el servicio, si bien el tenista de Dunblane no terminaba de encontrar su ritmo. El jugador norteamericano, consciente de las fortalezas de su rival, buscaba acortar los puntos, pese a que a veces provocara errores no forzados. Raonic continuó muy cómodo sobre la pista de la Rod Laver Arena, mostrándose inapelable con su servicio y conectando numerosas derechas ganadoras ante las que nada podía hacer el número dos del mundo. 

El británico continuó con problemas y con 2-4 abajo en el marcador, logró salvar una bola de 'break' gracias a su mayor agresividad con la derecha, pero su mayor empuje no sirvió para contrarrestar los saques del canadiense, que tras realizar una buena lectura del partido y ejecutar de manera perfecta su estrategia, consiguió apuntarse la primera manga de la semifinal por 6-4, consiguiendo el último juego de nuevo con su mejor versión al servicio.

Foto: Zimbio
Foto: Zimbio

Mayores intercambios, mayor comodidad

Con el paso de los minutos, el escocés fue encontrando los intercambios largos que tanto se adaptan a su estilo de juego, por lo que fue mejorando sensaciones sobre la pista. Sin embargo, Andy Murray seguía teniendo un gran problema: los segundos saques de Milos Raonic. El tenista norteamericano paliaba los errores con el primer servicio gracias a la velocidad y dirección del segundo, lo que le permitía tener la delantera en la mayor parte de los juegos al saque. De esta forma, el encuentro se igualó y las oportunidades de 'break' fueron desapareciendo.

Murray fue encontrando los intercambios que se adaptan a su juego

De una dispuso el británico al comienzo del set, que hubiera supuesto un 2-0 y saque, pero de nuevo el pupilo de Carlos Moyá solventó el problema y los dos tenistas fueron repartiéndose los juegos, llegando al 5-5 del segundo set. En la fase crucial del parcial, la experiencia del jugador de Dunblane le permitió no sólo sumar el 6-5 a su favor, sino lograr romper el servicio de su rival por primera vez en el partido, traduciéndose en el triunfo en la segunda manga por 7-5.

Foto: Zimbio
Foto: Zimbio

La efectividad del servicio

El tercer set suponía una dura prueba para el jugador de origen montenegrino, pues tenía que hacer frente a la línea ascendente de juego de su rival, que además tenía la experiencia de encontrarse en ese tipo de situciones. Pero Raonic demostró que tiene condiciones para pelear por los títulos en un futuro próximo y siguió poniendo en práctica a la perfección su juego basado en el servicio y las derechas ajustadas que tan buen rédito le dio, además de una gran efectividad en las subidas a la red.

Milos apeló al saque para decantar el 'tie-break'

Por su parte, Murray también encontró en su saque un buen aliado, al que sumó su mayor capacidad para mover a su rival y encontrar mayor profundidad en sus golpes, obligando al canadiense a dar un paso atrás en la pista y, por tanto, no ser tan efectivo desde el resto. Una vez superado su mal momento mental en las dos primeras mangas, el factor psicológico favorecía al número dos del mundo, que ahora debía traducir en tenis su mayor experiencia en este tipo de situaciones.

Así, ambos tenistas fueron sumando juegos y repartiendo aciertos y errores a partes iguales, y el equilibrio era la principal característica en esta fase del encuentro. Tal fue la igualdad y, a su vez, el dominio de cada jugador con su servicio, que ninguno de los dos dispuso de ocasión alguna para romper el servicio de su rival, lo que obligó a decidir el 'set' en el 'tie-break'. En el juego definitivo, el mejor saque de Raonic le permitió llevarse la victoria por 7-4.

Foto: Zimbio
Foto: Zimbio

Agresividad y decisión

Con dos 'sets' a uno a favor del canadiense, era el momento de ver si la mentalidad del escocés iba a permitirle llevar el partido al quinto set. También habría que comprobar el vértigo de Milos Raonic al encontrarse tan sólo a un parcial llegar a su primera final de un Grand Slam. La igualdad de la manga anterior continuó al comienzo de este 'set', y los derroteros del partido transcurrían en una línea similar. Sólo un cambio en alguno de los dos tenistas parecía poder cambiar el rumbo del encuentro.

El cambio de intensidad del escocés fue decisivo

Y ese cambio llegó de parte del jugador de Dunblane, que decidió ir a por el partido y aumentó la intensidad en sus golpes. Con 3-3 en el marcador, el número dos del mundo consiguió romper el servicio de su rival y, al juego siguiente, consolidar el 'break', lo que le permitió situarse con un 5-3 que encarrilaba el parcial y apuntaba a que el partido se resolvería en la última manga. El norteamericano se aferró gracias a su servicio, pero Andy Murray no desperdició la oportunidad y se impuso en el cuarto 'set' por 6-4.

El factor mental

El hambre de Raonic frente a la experiencia de Murray. Así se presentaba el último parcial de las semifinales del Open de Australia 2016. Sólo faltaba por ver qué tenista acababa imponiendo su estilo y su juego para conseguir el billete a la final. Y si la experiencia es un grado, en este tipo de situaciones aún más, por lo que fue el tenista escocés quien desequilibró la manga y el partido, haciendo valer su mayor conocimiento de este tipo de situaciones.

Foto: Zimbio
Foto: Zimbio

Además, el número dos del mundo lo hizo de la manera más contundente posible. No sólo comenzó la manga con un 'break' a su favor, sino que certificó la rotura y consiguió otra en el tercer juego del 'set', consolidando ese doble 'break' que establecía un 4-0 arrollador que prácticamente sentenciaba el encuentro. El pupilo de Carlos Moyá aguantó gracias a su servicio, pero la diferencia era insalvable y Andy Murray consiguió la victoria final por 6-2, consiguiendo el pase a su quinta final del Open de Australia, donde se enfrentará al serbio Novak Djokovic.