No estaba muerto, estaba de parranda. Esta popular frase es aplicable a Nicolás Almagro, un jugador maltratado por una grave lesión, pero mucho por lo que vino después. Meses de dudas sobre su rendimiento físico, tenis anquilosado, inseguridad en sus golpes, falta de autoestima y ansias por volver a ser lo que fue. Almagro se vio relegado a jugar fases previas de Grand Slams en los que años antes había llegado a la segunda semana, y a perder partidos contra jugadores que no suponían ni el más mínimo problema para él.
Esto supone una tortura psicológica para cualquiera, y más para un ganador nato como el murciano. Le ha costado mucho aceptarlo, pero ha acabado asumiendo que no podía tener remilgos a la hora de seguir trabajando para que llegara su momento. Y ese momento ha llegado en Buenos Aires. Algo hizo click en la cabeza del español, y Nico ha jugado como parecía que no lo volvería a hacer.
Espectacular y constante nivel del murciano
No hay excusas. Ferrer es un portento físico, y si bien es cierto que arrastraba una gran carga física al haber tenido que jugar ante Cuevas unas horas antes, esto no resta mérito al tenis desplegado por Almagro. Brillante, de principio a fin, siempre positivo, mirando a su palco para celebrar los puntos y nunca para recriminarse a sí mismo. Así es como este jugador puede rendir a su mejor nivel, y así es como puede volver a ser el que fue.
El Almagro constructivo, humilde y concentrado es sencillamente, abrumador. Con uno de los reveses más plásticos y letales del circuito, un saque magnífico y una capacidad innata para pelotear pero también encontrar ganadores, el español es un jugador total, que no ha de perderse en vicisitudes y debe recuperar la confianza en sí mismo. Tras un 2015 vagando por las pistas con actitud arrogante, parece que el murciano ha dicho basta. Su eclosión, se produce, como no podía ser de otro modo, en tierra batida. El alberto bonaerense le trae buenos recuerdos, y Almagro cuajó un excelso partido ante el de Jávea.
Oportunidades perdidas de Ferrer en el primer set, con cuatro bolas de break
La primera manga fue clave en el devenir del encuentro. Ferrer salió a tumba abierta, aún con la adrenalina alta tras ganar al uruguayo. Sabía que sus opciones pasaban por un partido relámpago, y puso todo su empeño en ello. Dispuso de cuatro bolas de break, pero Almagr se mostró inconmensurable en los momentos cumbre, y no solo se las salvó, sino que fue él quien rompió el servicio del español.
Con 6-4 a su favor, Nicolás tiró más profundo y potente, se creyó realmente que podía ganar, y su tenis alcanzó niveles antológicos. Ferrer no se desconectó, sino que peleó cada pelota, buscando un resquicio por el que colarse. El murciano estuvo sólido mentalmente, y logró hacer el break definitivo en el undécimo juego, cuando parecía que llegaba ya el tiebreak.
Thiem ganó a Almagro en la segunda ronda del Abierto de Australia
Partido memorable el que se adjudicó Almagro, y que le permitirá disputar la vigésimo segunda final ATP de su carrera deportiva. Atesora doce títulos en su haber, el último de ellos en Niza 2012. No está en una final desde Houston 2014, por lo que será una oportunidad de oro para él. Se medirá a Dominic Thiem, jugador que le venció este mismo año en el Abierto de Australia, en el que ha sido su único enfrentamiento. Se presenta un duelo apasionante.