Está llamado a grandes éxitos, y esa es una responsabilidad que no puede eludir. Cada partido que juega en la élite, despierta más expectación, gracias a un juego polivalente y completo, que hace las delicias de los aficionados. En su casa, entre su público, Zverev ya ha logrado cumplir con lo mínimo exigible: llegar a cuartos de final. Y lo ha hecho con tremenda autoridad y madurez, algo extraño para un tenista de 19 años. 

Sus destellos de talento durante todo el 2016 vaticinan su consideración de estrella en ciernes, pero él no se precipita. Busca en Múnich un resultado que le permita afrontar con garantías un tramo de temporada tan apasionante como complejo para él, al no sentirse del todo cómodo sobre polvo de ladrillo.

Partido perfecto ante Rosol

Sometió a su rival de inicio a fin, demostrando el por qué se encuentra en un gran momento de forma y es considerado como uno de los jugadores con un futuro más esplendoroso. Zverev jugó ralmente intenso, metiéndose en pista a la mínima y arrancando la iniciativa a Rosol; esto es como si se le quita el oído a un músico, por lo que el veterano checo fue un jugador endeble.

Zverev solo perdió cuatro puntos al saque en todo el partido

Tanto que no llegó a crear ni una sola bola de break al alemán, que caminó tranquilo amparado en un gran servicio. Esto permitió al alemán desplegar todo su potencial y energías al resto, donde supo contrarrestar el endemoniado servicio de Lukas.

Requirió de muchas oportunidades, siendo esto algo que habrá de afinar para futuras citas, ya que ejecutó dos de las diez pelotas de roturas de las que dispuso. Terminó siendo suficiente para llevarse el partido por la vía rápida y concentrarse en el bonito duelo que le espera ante Goffin.