Aguerridas, fieras, con carácter y capaces de brillar en grandes torneos. Stosur y Errani comparten estas características, y acudieron al torneo de Estrasburgo como grandes favoritas al título. Sin embargo, después de la primera jornada, tan solo una de ellas sigue optando a llegar a Roland Garros con plena confianza y con un trofeo bajo el brazo. Características similares pero devenires totalmente distintos no solo en Estrasburgo, sino también durante las últimas semanas.
Puig hunde a Errani aún más
No hay manera. Primero fue el cansancio, luego la pérdida progresiva de confianza y posteriormente unos problemas físicos que inciden sobremanera en la moral y autoestima de la italiana. Errani vaga por las pistas durante los últimos meses totalmente desorientada, despojada de ese tenis fiero del que suele hacer gala, y convirtiéndose la solidez de su tenis en fragilidad.
Se vio las caras con Mónica Puig, jugadora puertorriqueña que a sus 21 años está en plena progresión. Lo hizo bien en Roma, pasando la fase previa, y asentada en el puesto 51 del ránking WTA, Puig promete emociones fuertes ya a corto plazo. Comenzó Errani aprovechando unos ciertos nervios de Puig, pero tras ganar el primer set por 4-6, la italiana se diluyó sobremanera. 4-6 6-3 6-1 fue el resultado final de un partido que deja a la italiana con muchas dudas de cara a Roland Garros.
Stosur impuso su ritmo
La australiana ganó cuando quiso y como quiso. Leyó el partido a la perfección, siendo consciente de la importancia que tenía sacar adelante un partido que fue de los primeros en jugarse en este evento, por lo que el ambiente era frío. No se desesperó en ningún momento por no cuajar un gran partido, ni siquiera por las siete dobles falta que emborronaron los diez saques directos conectados.
Positiva y siempre constructiva, Samantha sometió a una Lauren Davies que no fue más que una marioneta en sus manos. 6-3 7-5 fue el resultado final del encuentro, y su rival en segunda ronda será Hsieh. Stosur se postula como gran favorita al título tras la caída de Errani, con permiso de Sloan Stephens.