La bola cruzó la pista y botó por detrás de la línea de fondo. El sueño se hizo realidad. Después de 145 minutos de tensión y emoción, todos los aficionados franceses al tenis vieron cumplido su deseo de ver triunfar a un francés en Roland Garros. Desde 1946, cuando Marcel Bernard conquistó el título en la arcilla parisina, ningún jugador galo había conseguido reinar ante su público en el torneo más importante de los que se disputan en suelo francés. 37 años después, París volvió a ver reinar a un tenista francés. Sin embargo, este triunfo de Yannick Noah, que se impuso por 6-2, 7-5 y 7-6 al sueco Mats Wilander, fue un oasis en el desierto del tenis francés, pues desde entonces ningún otro jugador ha conseguido el trofeo en Roland Garros.

Francia sólo ha conseguido dos títulos en los últimos 70 años

Nunca es fácil triunfar en 'casa', y este es uno de los mejores ejemplos de ello. A lo largo de la historia, Francia es uno de los países que más tenistas ha aportado al circuito profesional y algunos de ellos han destacado en un buen número de torneos, pero ninguno ha conseguido alzar el título en territorio parisino.

Y es que a pesar de cuidar con mucho mimo a los jóvenes talentos y a ser el segundo país (tras España) que más tenistas presenta en el top-100, la realidad es que el tenis francés no ha reinado en París ni en ninguno de los otros tres Grand Slams de la temporada tenística, y el honor galo sólo lo salvan las victorias de Mary Pierce (Open de Australia 1995 y Roland Garros 2000) y Amélie Mauresmo (Open de Australia 2006 y Wimbledon 2006), mientras que en categoría masculina, los franceses atraviesan una profunda sequía de títulos importantes.

Pero esta escasez de títulos para Francia no se limita sólo a Roland Garros, pues un buen ejemplo de ello es que, en los últimos 25 años, el tenis francés sólo ha llegado a cuatro finales de Grand Slam (Cédric Pioline en Estados Unidos 93 y Wimbledon 97, Arnaud Clément en Australia 01 y Jo-Wilfred Tsonga en Australia 08), un bagaje muy pobre para el país que mejor atiende las exigencias del tenis base. 

Yannick Noah celebra el título conseguido en 1983 | Foto: AFP.
Yannick Noah celebra el título conseguido en 1983 | Foto: AFP.

Volviendo a París, desde 1983 sólo un título y una final, protagonizada por Henri Lecomte en 1988. A partir de ahí, únicamente cinco semfinales (Cedric Pioline en 1998, Sebastien Grosjean en 2001, Gaël Monfils en 2008 y Jo-Wilfried Tsonga en 2013 y 2015) y una sucesión de fracasos para el tenis francés en la arcilla parisina, destacando como más reciente decepción el año 2007, cuando ni siquiera hubo representantes en los octavos de final. Tampoco pueden olvidarse los cinco años consecutivos en los que a principios de los 90 Francia no colocó ningún tenista en cuartos de final, una situación que se repetiría por partida triple en los inicios del siglo XXI.

Cedric Pioline en 1998. Foto: atpworldtour.com
Cedric Pioline en 1998. Foto: atpworldtour.com

La presión o la falta de especialistas pueden ser las claves del fracaso francés en Roland Garros

Dos títulos y un total de cuatro finales en las últimas 70 ediciones de Roland Garros es un bagaje demasiado pobre para Francia, un país que mejor cuida a los tenistas en su época de desarrollo, pero que ha encontrado su talón de Aquiles en la tierra batida de París. Resulta muy difícil explicar los motivos de este enorme periodo de tiempo sin conseguir un título, pero quizá se deba a la enorme versatilidad de sus jugadores y la poca especialización de los tenistas, pues siempre se ha optado por la formación de jugadores completos, técnicamente muy bien dotados y competitivos en todas las superficies, adaptándose especialmente bien a las pistas rápidas que piden envergadura y potencia. 

Jo-Wilfred Tsonga en Roland Garros 2014. Foto: rolandgarros.com
Jo-Wilfred Tsonga en Roland Garros 2014. Foto: rolandgarros.com

Otro de los motivos puede ser la falta de un jugador "líder" y la mentalidad de los tenistas franceses, que cuentan con mucha atención en su época de desarrollo y quizá no tengan la mentalidad necesaria para forjar campeones, una situación que se vuelve aún más complicada en Roland Garros, la superficie que requiere mayor brega y fuerza mental de todas las existentes en el caledario tenístico.

O quizá se deba, únicamente, a la enorme presión a las que se les somete en cuanto compiten en territorio francés, un problema que se acrecienta con el paso de los años y que no tiene visos de desaparecer en un futuro próximo, pues a día de hoy no se vislumbra ningún jugador francés con opciones serias de conquistar el título en Roland Garros.