Sigue la pesadilla. Lo que le está ocurriendo a Dimitrov en este 2016 es más grave aún que lo acaecido el pasado año. Si el 2015 fue un año de cambios obligados, esta temporada se presentaba como la del repunte del búlgaro, pero no está siendo más que la puntilla para un tenista que parece tener la cabeza muy lejos de las pistas. Son dos finales perdidas en este año por parte de Dimitrov, y dos oportunidades para recuperar la moral necesaria que le haga ver que las decisiones tomadas fueran las acertadas.

Se alejó de Sharapova y de Roger Rasheed para emprender un nuevo camino, pero lo hizo sin brújula y con dudas. Dimitrov está perdido y desorientado en un bosque lleno de cazadores. Troicki es uno de los que se está ensañando con Grigor, al haberle infringido dos severos correctivos en dos de los encuentros más importantes del año para el búlgaro.

Dudas constantes de Grigor

No hay peor noticia para un jugador que el carecer de confianza y no saber cómo jugar. Dimitrov sabe que tiene talento, que puede jugar mucho mejor de lo que lo está haciendo, pero no encuentra la manera para desarrollar su potencial. Comenzó el partido apabullando, sintiéndose cómodo y con el cuchillo entre los dientes para vengarse del jugador que le arrancó de sus manos el torneo de Sidney.

Viktor Troicki en Roland Garros. Foto: zimbio
Viktor Troicki en Roland Garros. Foto: zimbio

86 errores no forzados del búlgaro, con diez dobles faltas

Cobró ventaja de un set rápidamente, pero en lugar de seguir intenso, se relajó. Troicki, perro viejo, leyó la situación y se activó de piernas, se aferró a la pista y no regaló nada. Así se hizo con el segundo set, aprovechándose de las dudas de Dimitrov. Parecía que el de Haskovo las disipaba de nuevo en la tercera manga, que resultó ser una amalgama de errores por parte de ambas de la que salió victorioso.

Pero se volvió a liar. Ambos jugadores arriesgaron demasiado y cometieron más de 20 errores no forzados en el cuarto parcial, haciendo gala de muchos nervios. Grigor desperdició cinco bolas de break y se desconectó en el momento clave: en el duodécimo juego. Fue sintomático del estado de nerviosismo en que está sumido el búlgaro, que siguió fallando incomprensiblemente en quinto y definitivo, donde un Troicki más concentrado pudo cerrar el partido.