El reloj suizo aterriza en Londres sin haberse puesto en hora y habiendo pasado por la “joyería” a “recargar la pila”.
Roger Federer disputará una nueva edición del tercer Grand Slam de la temporada, y lo hace con varias dudas sobre cómo va a rendir, ya que, aunque se ha recuperado al 100% de su operación en el menisco del mes de febrero y de haber dejado atrás los problemas en la espalda de los últimos meses, el tenista helvético ha dejado dudas en sus dos últimos torneos sobre hierba, donde en ambos llegó a las semifinales, debido a la falta de actividad.
Normalidad hasta finales de enero. Después, una auténtica odisea
Comenzó el año en el ATP 500 de Brisbane, donde alcanzó la final, pero ahí se topó con un inmenso Milos Raonic que le apeó del triunfo.
Tras Brisbane llegó la primera gran cita del año, y con ello un resultado muy satisfactorio para él, ya que cayó en las semifinales ante un Novak Djokovic anárquico que le endosó un 6-1 y 6-2 en sólo 47 minutos de juego. Federer reaccionó, pero no fue capaz de levantar aquel partido, aunque eso sí, dejó un punto que quedará grabado de por vida y seguramente opte a ser uno de los mejores del año.
Después, vinieron los baches que han estado martirizando al Maestro de Basilea. Primero se conoció que sufrió una rotura en el menisco de su rodilla derecha, y por tanto pasó por quirófano. Su presencia en las pistas estaba prevista para Monte-Carlo, aunque el helvético lo intentó en torneos anteriores. Se vio obligado a darse de baja de los torneos de Rotterdam y Dubai, ambos ATP 500, y del primer Másters 1000 del año, Indian Wells. Quiso jugar en Miami, pero no se vio en condiciones y no saltó a pista en su debut ante Del Potro.
Baja en Roland Garros
Pasaron los meses y la recuperación de Federer estaba en pleno progreso. Con la gira de tierra en el horizonte, el suizo confirmó su presencia en el torneo monegasco, donde llegó hasta los cuartos de final siendo eliminado por el francés Jo-Wilfred Tsonga. Las molestias parecían haber desaparecido, pero en Madrid volvió a resentirse. Aterrizó en la capital de España, pero no disputó el torneo e hizo las maletas rumbo a Roma. En el Foro Itálico jugó dos encuentros, aunque él mismo sabía que no estaba en condiciones óptimas de competir. Superó a Alexander Zverev en la segunda ronda, pero no pudo con Dominic Thiem en tercera.
El propio Federer ya avisó de ello nada más caer eliminado en los octavos de final del Másters 1000 de Roma: "Me probaré en Roland Garros, y dependiendo de cómo me sienta, decidiré si jugar. Si disputo el torneo, no creo que llegue lejos". Roger avisó y una semana después se supo la baja debido a las molestias en la espalda.
22 partidos disputados en media temporada; cifra baja de partidos, pero es Wimbledon
De esta manera, Roger Federer llega a Wimbledon habiendo jugado la baja cifra de sólo 22 partidos en todo el año. Nadie puede dudar de Roger Federer y de lo que es capaz de hacer con una raqueta y una pelota de tenis, pero la situación actual del suizo no es la más propia para poder soñar con levantar el tan ansiado 18 Grand Slam, pero es Wimbledon. Es el dueño del jardín que tanta estima, tanto cariño y tanto amor tiene.
18 participaciones consecutivas en Wimbledon. Siete veces campeón y tres veces finalista
El idilio de Roger Federer con Wimbledon es algo histórico en el tenis de la Era Open. De las 18 participaciones en la Catedral del tenis, ha levantado la copa dorada en siete ocasiones, cinco de ellas de manera consecutiva (de 2003 a 2007). Las otras dos fueron en el 2009 y 2012. El suizo ostenta un récord más que insultante de 79 victorias por tan sólo 10 derrotas. Los dos últimos años ha llegado hasta la final, pero un sobrenatural Novak Djokovic le impidió alzarse campeón. Roger Federer es un enigma ahora mismo. Volverá a su jardín preferido, pero, ¿A qué nivel rendirá? Son varias preguntas las que se encuentran el aire y que sólo el Maestro suizo podrá desvelar en las próximas dos semanas.