Atesora uno de los mejores servicios del mundo y de los últimos lustros, unido a una movilidad insospechada para un hombre de sus dimensiones. Milos Raonic parece asentado en el top-10 pero quiere más, mucho más. Es ambicioso, como así demuestran sus numerosos cambios de entrenador en busca del salto cualitativo que le haga competir aún más con los mejores.

Cayó ante Kyrgios en tercera ronda el pasado año

Acude a Wimbledon con la intención de redimirse por su tempranera derrota el pasado año. Fue en tercera ronda, ante Nick Kyrgios, y Milos desea regresar a las semifinales que ya saboreó en 2014. La hierba puede ser el territorio ideal para que Raonic dé la campanada y se postule como una de las principales alternativas al poder establecidos. Está en el camino adecuado.

Partido muy serio de Raonic

Terminar un partido al mejor de cinco sets sin haber perdido el servicio ni en una sola ocasión, es síntoma más que suficiente para poder hacerse a la idea del nivel de tenis desplegado por el canadiense. Y decimos de tenis y no de saque únicamente, ya que Raonic es mucho más que un servicio brillante.

Raonic acabó el partido con 24 saques directos y sin perder el servicio

Seppi tiene armas más que suficientes para llevar al límite a cualquier jugador, y más sobre hierba, donde sus tiros planos adquieren un estatus superior. Pudo competir de tú a tú ante Raonic en el primer set, forzando el tiebreak. Sin embargo, la falta de fisuras en el juego de Raonic, que se adjudicó ese set aprovechando un ligerísimo despiste del italiano, acabó por minar la moral de éste.

El bueno de Seppi intentó aferrarse a la pista en el segundo y tercer set, pero como si fuera arrastrado por la marea, se fue acercando inexorablemente a la derrota Impulsado por la sobriedad de Raonic y su acierto a la hora de atacar, Seppi acabó sacando bandera blanca y reconociendo la superioridad del canadiense cuyo siguiente rival será Jack Sock.